DIOS CRISTO murió en la cruz del Calvario en aquel viernes terrorífico, pero resucitó al tercer día para beneplácito de sus seguidores.
En efecto, Jesús llevó entonces sobre su cuerpo precioso los pecados de sus creyentes de todos los tiempos para sufrir en lugar de éstos el castigo eterno que les correspondía condenados en el infierno.
A Jesús, también, previamente a su sacrificio, su propio pueblo judío, lo había tratado brutalmente, martirizándolo, golpeándolo, vejándolo e hiriéndolo, para llevarlo luego a dicha crucifixión espeluznante que le produjo su muerte física; pero Jesús resucitó glorioso y triunfante al tercer día, según los capítulos 23 y 24 de San Lucas de la Biblia, y también aplastó la cabeza a la serpiente satanás, a favor de los creyentes salvos de Jesús, según Génesis 3:15.
Dios Cristo así, había dado cumplimiento a su compromiso contraído en la eternidad con Dios Padre y Dios Espíritu Santo, al ser constituido Salvador de sus creyentes conversos y salvos en El, a quienes perdonó borrándoles sus pecados, según Juan 3:16
Cristo con sus grandiosas Muerte y Resurrección nos revela su milagro donde El transmite Vida Eterna a sus creyentes salvos, quienes al arrepentirse de sus pecados ante El, los perdona y limpia de toda maldad de inmediato y para siempre para que mueran y resuciten con El, es decir, para que vuelvan a nacer y vivir espiritualmente en Dios, según Juan 3:3.
Por lo tanto, Dios Trino y Uno, a cada ser humano lo trae a este planeta dándole su imagen y semejanza espiritual, es decir, sin pecado; pero como cada uno de nosotros a partir de la juventud, por propia voluntad y decisión caemos en maldad, según Génesis 8:21, ante tal situación, sólo Jesús puede rescatarnos según Romanos 3:10, 23-24.
Dios nos pone en conocimiento lo anterior, a fin de que aceptemos ser prosperados, engrandecidos y exaltados espiritualmente por el Salvador Jesús, según Isaías 52:13-14.
Estimado Lector: Dios Cristo, te llama a estar en su Grandiosa Muerte y Gloriosa Resurrección, si le dices con toda valentía y reflexión; “Jesús, Señor mío y Dios mío, ¡SALVAME!, me arrepiento ante Ti de mis pecados, perdóname, y límpiame con tu Sangre Divina derramada en la cruz del Calvario, creo en Ti y te recibo como Unico, Suficiente y Perfecto Salvador Personal”.
Si Dios permite, continuaremos el viernes siguiente. Mi teléfono: 444-839-33-47.