/ domingo 11 de agosto de 2019

Los baluartes contra pobreza

Hace ya mucho tiempo, un gobernador comentaba: “Si te paras en el kiosko de la plaza y volteas 10 kilómetros a cualquiera de los cuatro puntos cardinales encuentras pobreza extrema, no necesitas ir a la huasteca en donde hay unos 480 mil indígenas o con los talladores de lechuguilla del altiplano. Aquí existe”.

En esos tiempos se ponía de pretexto que el territorio potosino era muy extenso, la dispersión geográfica era un impedimento para llevar obra pública y todo tipo de programas sociales orientados al rescate de familias enteras, en zonas donde aun ahora es imposible encontrar un empleo.

Aquí no es como en Aguascalientes o Querétaro, en donde sus municipios están a 30 o 45 minutos de distancia de la capital. No aquí las “corridas” son de horas desde Matehuala hasta San Vicente Tancuayalab o de Vanegas hasta Tamazunchale.

Entonces, ¿qué se necesita para bajarle puntos a la pobreza extrema?, ¿a la desigualdad?, ¿al hambre?, ¿a la miseria? Voluntad política, sensibilidad y, sobre todo, “mandar por un tubo” a todos los que, en vez de una crítica sana, le dicen al gobernador cómo debe de gobernar. Exigen normar su conducta en la toma de decisiones.

A todos nos queda muy claro que la única alternativa para vencer la pobreza es el trabajo y en San Luis Potosí lo hay, lo que falta es voluntad para ajustar los salarios, pagar lo que es justo, hacer una buena distribución de la riqueza para que todos resulten beneficiados.

En política es exactamente lo mismo, la gente vota por una alternativa que está en la boleta para que cuando estén en el poder “salpiquen” y es precisamente lo que el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Estatal para el Desarrollo Social (CONEVAL) nos dejó ver en esta semana que terminó.

El último dato, son las políticas públicas que el Gobierno del Estado y el DIF Estatal pusieron en marcha en zonas de muy alta marginalidad lograron que 234 mil personas tuvieran alimentación diaria, desayuno y comida, entre las que se encuentran alumnos de preescolar, primaria y secundaria y adultos mayores en situación de alta vulnerabilidad.

También personas que tienen alguna discapacidad, mujeres en cualquier etapa de embarazo y estudiantes en zonas indígenas, y se logró que 80 mil de ellos dejaran atrás la carencia alimentaria y 42 mil superaran definitivamente la inseguridad alimentaria, que son dos conceptos muy diferentes en las estadísticas oficiales que son fundamentales para el ejercicio presupuestal anual.

El trabajo debió de ser intenso en cuanto a la multiplicación de los espacios en los que se da de comer a los educandos de todas las edades y a las personas, ya que por principio de cuentas se abrieron 414 comedores que al año incorporaron más de 12 nuevos comensales que al día de hoy pudieron transformar su vida por una más generosa en donde ya no existe tanta hambruna.

Estamos seguros que nuestro amigo el gobernador tenía la razón, a 10 kilómetros a la redonda había pobreza extrema, hambre, pero se necesitaba voluntad política y sensibilidad para reemplazar, aplazar obra pública para dar de comer a cientos de miles, pensar en cómo lograr un San Luis menos peligroso porque estamos convencidos que el hambre mata, el hambre prohija innumerables calamidades.

Seguir invocando el trabajo es la misión, porque es el único que ahuyenta la pobreza, es el único que lleva el progreso a las familias y ya son tres baluartes en el sexenio del gobernador del Estado Juan Manuel Carreras López, abatir el hambre, crear empleos e impulsar una educación que genere justicia e inclusión.

UN GOBIERNO DE MIEDO

Hace mucho tiempo que San Luis no tenía una Policía Municipal represora, abusiva y corrupta. Una “autoridad” que lo mismo atraca a los automovilistas, humilla y sobaja a servidores públicos, que golpea ambulantes, lo cual a todas luces es un reflejo de la personalidad para gobernar de sus altos mandos, pues finalmente, los policías solamente tienen capacidad mental para acatar órdenes.

El secretario general del ayuntamiento Sebastián Pérez aparece como el principal responsable del comportamiento de su Policía Municipal, porque el chilango en realidad cree que es “su” Policía particular; así lo han señalado quienes son víctimas de sus desplantes, de sus actos de poder, de sus arranques violentos que terminan, siempre, haciéndole un flaco favor a su amigo y jefe, el presidente municipal.

Esas imágenes de la Oficial del Registro Civil Teresa Carrizales siendo arrastrada por los policías, de los ambulantes sometidos por la fuerza pública, de los bloqueos, manifestaciones y mentadas contra la autoridad, aparecerán seguramente en la campaña del 2021 cuando el presidente municipal Xavier Nava pretenda la reelección como alcalde o peor aún, en su campaña para la gubernatura del estado -si es que le alcanza para tanto-.

Por eso Sebastián Pérez no le ayuda a su amigo, no ve más allá de su corto panorama político. Se infla como palomita de maíz y abusa de su poder, al tiempo que demuestra una nula capacidad de negociación, de inteligencia política, de prevenir, analizar y resolver los conflictos antes de que le exploten en la cara. Cree que ser gobierno es arrasar usando la fuerza física cuando la capacidad no da para más.

Definitivamente el individuo en mención debe renunciar al cargo, como se lo exigen por todas partes. “No me quita el sueño, “quieren mi cabeza por cuestiones políticas”, son algunas de sus posturas públicas frente al reclamo de los propios panistas –a quienes les debe de alguna manera la posición que tiene- que sacan a flote su arrogancia y altanería.

No se cuestiona si la Oficial del Registro Civil debía ser destituida de su cargo o no, si los ambulantes no deben estar en la Plaza del Carmen ni en ninguna otra zona del Centro Histórico, si los automovilistas cometen infracciones, sino el hecho de tener que llegar al uso de la fuerza pública o al vil atraco para “solucionar” el problema. Eso es lo grave, lo que una autoridad debe prevenir y evitar.

Desde que los ambientalistas irrumpieron en su evento en el Museo de las Artes y lo hicieron quedar en ridículo, el alcalde debió pedirle su renuncia al secretario general por permitir que eso ocurriera, pero, o algo le sabe o lo quiere mucho, que prefiere aguantar vara y pagar el costo político que los errores de su novato y limitado funcionario le están generando y van a explotar cuando busque escalar a otra posición o mantenerse en la misma.

Los abusos del poder son más que evidentes. A los ambulantes no los van a quitar a trompadas, ahí se requiere tejer fino pero los ayudantes del edil no le entienden, todo lo resuelven levantando el teléfono y mandando a los cuicos a repartir moquetes –casi no les pasa- total, no les alcanza para más.

Tenemos una autoridad de miedo, porque el poder en manos de quienes no lo controlan, es un gran riesgo para la sociedad.

@lozano_ray

Hace ya mucho tiempo, un gobernador comentaba: “Si te paras en el kiosko de la plaza y volteas 10 kilómetros a cualquiera de los cuatro puntos cardinales encuentras pobreza extrema, no necesitas ir a la huasteca en donde hay unos 480 mil indígenas o con los talladores de lechuguilla del altiplano. Aquí existe”.

En esos tiempos se ponía de pretexto que el territorio potosino era muy extenso, la dispersión geográfica era un impedimento para llevar obra pública y todo tipo de programas sociales orientados al rescate de familias enteras, en zonas donde aun ahora es imposible encontrar un empleo.

Aquí no es como en Aguascalientes o Querétaro, en donde sus municipios están a 30 o 45 minutos de distancia de la capital. No aquí las “corridas” son de horas desde Matehuala hasta San Vicente Tancuayalab o de Vanegas hasta Tamazunchale.

Entonces, ¿qué se necesita para bajarle puntos a la pobreza extrema?, ¿a la desigualdad?, ¿al hambre?, ¿a la miseria? Voluntad política, sensibilidad y, sobre todo, “mandar por un tubo” a todos los que, en vez de una crítica sana, le dicen al gobernador cómo debe de gobernar. Exigen normar su conducta en la toma de decisiones.

A todos nos queda muy claro que la única alternativa para vencer la pobreza es el trabajo y en San Luis Potosí lo hay, lo que falta es voluntad para ajustar los salarios, pagar lo que es justo, hacer una buena distribución de la riqueza para que todos resulten beneficiados.

En política es exactamente lo mismo, la gente vota por una alternativa que está en la boleta para que cuando estén en el poder “salpiquen” y es precisamente lo que el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Estatal para el Desarrollo Social (CONEVAL) nos dejó ver en esta semana que terminó.

El último dato, son las políticas públicas que el Gobierno del Estado y el DIF Estatal pusieron en marcha en zonas de muy alta marginalidad lograron que 234 mil personas tuvieran alimentación diaria, desayuno y comida, entre las que se encuentran alumnos de preescolar, primaria y secundaria y adultos mayores en situación de alta vulnerabilidad.

También personas que tienen alguna discapacidad, mujeres en cualquier etapa de embarazo y estudiantes en zonas indígenas, y se logró que 80 mil de ellos dejaran atrás la carencia alimentaria y 42 mil superaran definitivamente la inseguridad alimentaria, que son dos conceptos muy diferentes en las estadísticas oficiales que son fundamentales para el ejercicio presupuestal anual.

El trabajo debió de ser intenso en cuanto a la multiplicación de los espacios en los que se da de comer a los educandos de todas las edades y a las personas, ya que por principio de cuentas se abrieron 414 comedores que al año incorporaron más de 12 nuevos comensales que al día de hoy pudieron transformar su vida por una más generosa en donde ya no existe tanta hambruna.

Estamos seguros que nuestro amigo el gobernador tenía la razón, a 10 kilómetros a la redonda había pobreza extrema, hambre, pero se necesitaba voluntad política y sensibilidad para reemplazar, aplazar obra pública para dar de comer a cientos de miles, pensar en cómo lograr un San Luis menos peligroso porque estamos convencidos que el hambre mata, el hambre prohija innumerables calamidades.

Seguir invocando el trabajo es la misión, porque es el único que ahuyenta la pobreza, es el único que lleva el progreso a las familias y ya son tres baluartes en el sexenio del gobernador del Estado Juan Manuel Carreras López, abatir el hambre, crear empleos e impulsar una educación que genere justicia e inclusión.

UN GOBIERNO DE MIEDO

Hace mucho tiempo que San Luis no tenía una Policía Municipal represora, abusiva y corrupta. Una “autoridad” que lo mismo atraca a los automovilistas, humilla y sobaja a servidores públicos, que golpea ambulantes, lo cual a todas luces es un reflejo de la personalidad para gobernar de sus altos mandos, pues finalmente, los policías solamente tienen capacidad mental para acatar órdenes.

El secretario general del ayuntamiento Sebastián Pérez aparece como el principal responsable del comportamiento de su Policía Municipal, porque el chilango en realidad cree que es “su” Policía particular; así lo han señalado quienes son víctimas de sus desplantes, de sus actos de poder, de sus arranques violentos que terminan, siempre, haciéndole un flaco favor a su amigo y jefe, el presidente municipal.

Esas imágenes de la Oficial del Registro Civil Teresa Carrizales siendo arrastrada por los policías, de los ambulantes sometidos por la fuerza pública, de los bloqueos, manifestaciones y mentadas contra la autoridad, aparecerán seguramente en la campaña del 2021 cuando el presidente municipal Xavier Nava pretenda la reelección como alcalde o peor aún, en su campaña para la gubernatura del estado -si es que le alcanza para tanto-.

Por eso Sebastián Pérez no le ayuda a su amigo, no ve más allá de su corto panorama político. Se infla como palomita de maíz y abusa de su poder, al tiempo que demuestra una nula capacidad de negociación, de inteligencia política, de prevenir, analizar y resolver los conflictos antes de que le exploten en la cara. Cree que ser gobierno es arrasar usando la fuerza física cuando la capacidad no da para más.

Definitivamente el individuo en mención debe renunciar al cargo, como se lo exigen por todas partes. “No me quita el sueño, “quieren mi cabeza por cuestiones políticas”, son algunas de sus posturas públicas frente al reclamo de los propios panistas –a quienes les debe de alguna manera la posición que tiene- que sacan a flote su arrogancia y altanería.

No se cuestiona si la Oficial del Registro Civil debía ser destituida de su cargo o no, si los ambulantes no deben estar en la Plaza del Carmen ni en ninguna otra zona del Centro Histórico, si los automovilistas cometen infracciones, sino el hecho de tener que llegar al uso de la fuerza pública o al vil atraco para “solucionar” el problema. Eso es lo grave, lo que una autoridad debe prevenir y evitar.

Desde que los ambientalistas irrumpieron en su evento en el Museo de las Artes y lo hicieron quedar en ridículo, el alcalde debió pedirle su renuncia al secretario general por permitir que eso ocurriera, pero, o algo le sabe o lo quiere mucho, que prefiere aguantar vara y pagar el costo político que los errores de su novato y limitado funcionario le están generando y van a explotar cuando busque escalar a otra posición o mantenerse en la misma.

Los abusos del poder son más que evidentes. A los ambulantes no los van a quitar a trompadas, ahí se requiere tejer fino pero los ayudantes del edil no le entienden, todo lo resuelven levantando el teléfono y mandando a los cuicos a repartir moquetes –casi no les pasa- total, no les alcanza para más.

Tenemos una autoridad de miedo, porque el poder en manos de quienes no lo controlan, es un gran riesgo para la sociedad.

@lozano_ray