/ martes 7 de diciembre de 2021

Lo absurdo, también puede ser real


Hay realidades, que nos cuesta trabajo aceptar; y por eso, nos negamos a creerlas. Y todo, porque éstas, superan nuestra capacidad de entendimiento. Hay cosas que nos parecen absurdas, que no las alcanzamos a comprender.

Y eso sucede, porque todo lo queremos someter al juicio de la razón; pero, hay realidades que superan la lógica, y sin embargo, existen.

Tenemos que aceptar, que no todo se conoce por medio de la razón; hay cosas, que solo se captan con el corazón.

El mismo Pascal, llegó a afirmar que el corazón tiene sus razones.

Por eso, la lógica no es la única fuente de conocimiento; existen también las razones del corazón.

Hay que estar atentos, para sentir, lo que el corazón nos está pidiendo. Ya lo dice el Salmo:

“El corazón me dice que te busque, y buscándote estoy”. (Salm.26).

En el corazón, es donde se encuentran las razones para ser dichosos. Pero, la lógica, se empeña en acallar lo que el corazón siente , porque puede parecerle lógico, pero lo absurdo, también es posible. Porque lo que no es racional también existe, aunque eso, nos parezca algo ilógico.

Tal vez, hemos dejado de ser felices, porque nos hemos pasado la vida dudando; y todo, por pensar que las causas de nuestra dicha, vienen a ser algo absurdo.

Ya lo decía Ortega: “La ciencia es exacta, pero insuficiente; la sabiduría es inexacta, pero suficiente”.

La ciencia con sus precisiones, no nos ayuda a sentirnos plenos; en cambio, la sabiduría y la fe, no son exactas, pero llenan la vida de felicidad.

Dios, nos dio la razón, para usarla en las cosas prácticas; pero también, nos dio el corazón: para amar, creer y esperar, y de esa manera, alcanzar la dicha.

Mas aún, todos sabemos que cuando hay amor, se puede lograr hasta lo que nos parece imposible.

Y de lo absurdo, se puede hacer una realidad.

Hay que vencer el egoísmo, para volver a creer; y así, también recuperar la esperanza.

Porque si esperamos lo bueno, nuestra vida será dichosa.

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Hay realidades, que nos cuesta trabajo aceptar; y por eso, nos negamos a creerlas. Y todo, porque éstas, superan nuestra capacidad de entendimiento. Hay cosas que nos parecen absurdas, que no las alcanzamos a comprender.

Y eso sucede, porque todo lo queremos someter al juicio de la razón; pero, hay realidades que superan la lógica, y sin embargo, existen.

Tenemos que aceptar, que no todo se conoce por medio de la razón; hay cosas, que solo se captan con el corazón.

El mismo Pascal, llegó a afirmar que el corazón tiene sus razones.

Por eso, la lógica no es la única fuente de conocimiento; existen también las razones del corazón.

Hay que estar atentos, para sentir, lo que el corazón nos está pidiendo. Ya lo dice el Salmo:

“El corazón me dice que te busque, y buscándote estoy”. (Salm.26).

En el corazón, es donde se encuentran las razones para ser dichosos. Pero, la lógica, se empeña en acallar lo que el corazón siente , porque puede parecerle lógico, pero lo absurdo, también es posible. Porque lo que no es racional también existe, aunque eso, nos parezca algo ilógico.

Tal vez, hemos dejado de ser felices, porque nos hemos pasado la vida dudando; y todo, por pensar que las causas de nuestra dicha, vienen a ser algo absurdo.

Ya lo decía Ortega: “La ciencia es exacta, pero insuficiente; la sabiduría es inexacta, pero suficiente”.

La ciencia con sus precisiones, no nos ayuda a sentirnos plenos; en cambio, la sabiduría y la fe, no son exactas, pero llenan la vida de felicidad.

Dios, nos dio la razón, para usarla en las cosas prácticas; pero también, nos dio el corazón: para amar, creer y esperar, y de esa manera, alcanzar la dicha.

Mas aún, todos sabemos que cuando hay amor, se puede lograr hasta lo que nos parece imposible.

Y de lo absurdo, se puede hacer una realidad.

Hay que vencer el egoísmo, para volver a creer; y así, también recuperar la esperanza.

Porque si esperamos lo bueno, nuestra vida será dichosa.

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