/ lunes 28 de febrero de 2022

Las palabras, son las que embellecen a la persona

La belleza, no consiste en lo que vemos, sino en aquello que decimos. Porque nuestras palabras, ponen de manifiesto la bondad, o maldad que guardamos dentro. Y la bondad del alma, nos hace ver un rostro bello.

La belleza física, es un don, es decir, un regalo del cielo; pero, la bondad del alma, depende de nuestra voluntad, y de aquello que llevamos dentro.

Por eso mismo, si quieres descubrir la belleza de alguien, escucha lo que dice; para que puedas descubrir su belleza. Las palabras que salen del corazón, son las que embellecen, o deterioran el rostro del hombre.

Se dice de Sócrates, que al observar a un hombre esbelto, le dijo: “Habla, para que te vea”. Y con esto, quiso afirmar, que para constatar la belleza de un hombre, es necesario escucharlo. Porque las palabras, son las que dan forma al rostro humano.

La Sagrada Escritura, también aconseja, no adelantarse a hacer juicios, sin antes haber escuchado. No hay que admirarse de la belleza, sin antes escuchar al que admiramos. Porque la belleza física, no aprueba la bondad del alma.

Y dice la Escritura: “Nunca alabes a nadie antes de que hable, porque ésta es la prueba del hombre”.(Sir.27).

La belleza, no consiste en lo que vemos, sino en aquello que decimos. Porque nuestras palabras, ponen de manifiesto la bondad, o maldad que guardamos dentro. Y la bondad del alma, nos hace ver un rostro bello.

La belleza física, es un don, es decir, un regalo del cielo; pero, la bondad del alma, depende de nuestra voluntad, y de aquello que llevamos dentro.

Por eso mismo, si quieres descubrir la belleza de alguien, escucha lo que dice; para que puedas descubrir su belleza. Las palabras que salen del corazón, son las que embellecen, o deterioran el rostro del hombre.

Se dice de Sócrates, que al observar a un hombre esbelto, le dijo: “Habla, para que te vea”. Y con esto, quiso afirmar, que para constatar la belleza de un hombre, es necesario escucharlo. Porque las palabras, son las que dan forma al rostro humano.

La Sagrada Escritura, también aconseja, no adelantarse a hacer juicios, sin antes haber escuchado. No hay que admirarse de la belleza, sin antes escuchar al que admiramos. Porque la belleza física, no aprueba la bondad del alma.

Y dice la Escritura: “Nunca alabes a nadie antes de que hable, porque ésta es la prueba del hombre”.(Sir.27).