/ domingo 12 de agosto de 2018

La Última Generación

Todos las generaciones al pasar de los 50 ó 60 años queremos aportar algo a las nuevas y creemos que somos únicas, y así como el respirar nunca termina hasta que morimos, así, la evolución de los humanos no terminará hasta que el mundo acabe, sin embargo creo que con esta generación, la de quienes vamos de salida de este planeta, si se marcaron serias diferencias con las nuevas generaciones, diferencias que no podemos culpar o achacar a ellos, ya que nosotros en nuestro afán de ser ¨Cuates´ y no padres autoritarios les estamos dejando un legado nada conveniente, segura estoy que esta generación que se extingue será, probablemente, la última que escuchó a sus padres, abuelos y maestros con respeto, aunque habrá quien diga que el miedo no andaba a caballo y por eso respetábamos, pero de una u otra forma fuimos una generación caracterizada por las buenas maneras y lectura del manual de Carreño, para mis jóvenes lectores este manual se refería a cómo comportarse en una sociedad día con día; así que como nuestros jóvenes no lo leyeron y los papás fuimos suavecitos ignoran los buenos modales ahí transcritos y restregados por nuestros padres en la mesa, la misa, la escuela y a cada momento, aprendimos a cerrar la boca cuando debíamos y a abrirla sólo para para decir verdades que no ofendieran al prójimo, a escuchar música de moda y a bailar apretaditos sintiendo que existimos y no brincoteando como chapulines, aprendimos a conversar en la mesa familiar y con amigos y no a vivir en una comunidad ruidosa con silencios de ausencia donde la comunicación se transformó enseres pegados a un aparato para estar comunicados con un mundo inexistente olvidando lo esencial, el contacto humano, ese que estruja y estrecha, ese que a través de un abrazo no virtual reafirma nuestra existencia y nos hace sentir que estamos vivos, ese contacto que se da con la comunicación que permite la liberación de la voluntad y racionalización de sueños, que cumplidos o no, nos manifiestan nuestro existir sin convertirnos en adictos a no existir.

Somos la generación que se va recordando a los que partieron y que aún presentes están,somos la generación del hacer y ser aún sin tener, sin grandes pretensiones ni adicciones y sin embargo, somos adictos a hijos, amigos, nietos y familia, generación diferente a la actual donde lo impersonal prevalece; vivimos de manera que no nos dimos cuenta que el tiempo tiene una peculiaridad y nos agarró desprevenidos con el paso de los años y como somos la nueva generación de adultos con muchas ganas de vivir más años buscamos la intensidad de un ayer que se nos fue y un mañana que deseamos venga, por eso cuando vemos morir al amigo sabemos que la vida es un regalo que se nos da cada día, es un viaje en barco con timón y reconocemos que aunque nosotros controlamos el timón existe un poder superior que controla la máquina de nuestro tiempo, por eso hay que vivir y hacer vibrar el barco manteniéndolo a flote en tiempos de calma y tempestad, en días grises y soleados para establecer el equilibrio que nos permita continuar a flote.

En este momento la mayoría de nuestra generación desea vivir tranquilo y sin embargo seguimos viviendo por hijos y nietos y en ocasiones nos olvidamos de seguir viviendo para nosotros ya que creemos que vivir para los demás es una regla natural donde hay una sola religión, Dios; un solo lenguaje, el amor y una puerta llamada destino y cada persona tiene la llave para forjarlo.

Como generación de salida aprendimos que a veces la mejor manera de ayudar a otros es ayudándote a ti mismo dejando de ayudar a quien debe aprender por sí mismo para que el día que forme parte de la generación de salida pueda decir como nosotros, he cumplido y ahora es el turno de fluir como parte del universo para vivir. Hemos sido generación controladora y los hijos nos tachan de incorrectos, nos desespera ver cómo educan nuestros hijos a sus hijos olvidando que fuimos hijos y tal vez, no transmitimos el respeto que nuestros padres impusieron, o ¿tal vez?, los tiempos cambiaron y la perspectiva de éste también, por eso de nada sirve corregir a destiempo ya que aprendimos en la tersura envolvente de la nostalgia, la felicidad y la tristeza, aprendimos de los pegajosos recovecos de las dudas y las decepciones, aprendimos que la naturaleza tiene sus propios ritmos, tiempos y principios y no deben ser interrumpidos para desarrollarnos, por eso en este momento de vida seamos el rayo de luz que ilumine nuestra vida y la de otros hasta el día del adiós final, vivamos el hoy como día maravilloso con alegría que ofenda, reconociendo que nunca habrá una última generación, y si ésta llega, es porque el mundo partió también; asi que mientras usted vive su día maravilloso, yo espero en angeldesofia@yahoo.com.mx sus comentarios, agradeciéndolos.








Todos las generaciones al pasar de los 50 ó 60 años queremos aportar algo a las nuevas y creemos que somos únicas, y así como el respirar nunca termina hasta que morimos, así, la evolución de los humanos no terminará hasta que el mundo acabe, sin embargo creo que con esta generación, la de quienes vamos de salida de este planeta, si se marcaron serias diferencias con las nuevas generaciones, diferencias que no podemos culpar o achacar a ellos, ya que nosotros en nuestro afán de ser ¨Cuates´ y no padres autoritarios les estamos dejando un legado nada conveniente, segura estoy que esta generación que se extingue será, probablemente, la última que escuchó a sus padres, abuelos y maestros con respeto, aunque habrá quien diga que el miedo no andaba a caballo y por eso respetábamos, pero de una u otra forma fuimos una generación caracterizada por las buenas maneras y lectura del manual de Carreño, para mis jóvenes lectores este manual se refería a cómo comportarse en una sociedad día con día; así que como nuestros jóvenes no lo leyeron y los papás fuimos suavecitos ignoran los buenos modales ahí transcritos y restregados por nuestros padres en la mesa, la misa, la escuela y a cada momento, aprendimos a cerrar la boca cuando debíamos y a abrirla sólo para para decir verdades que no ofendieran al prójimo, a escuchar música de moda y a bailar apretaditos sintiendo que existimos y no brincoteando como chapulines, aprendimos a conversar en la mesa familiar y con amigos y no a vivir en una comunidad ruidosa con silencios de ausencia donde la comunicación se transformó enseres pegados a un aparato para estar comunicados con un mundo inexistente olvidando lo esencial, el contacto humano, ese que estruja y estrecha, ese que a través de un abrazo no virtual reafirma nuestra existencia y nos hace sentir que estamos vivos, ese contacto que se da con la comunicación que permite la liberación de la voluntad y racionalización de sueños, que cumplidos o no, nos manifiestan nuestro existir sin convertirnos en adictos a no existir.

Somos la generación que se va recordando a los que partieron y que aún presentes están,somos la generación del hacer y ser aún sin tener, sin grandes pretensiones ni adicciones y sin embargo, somos adictos a hijos, amigos, nietos y familia, generación diferente a la actual donde lo impersonal prevalece; vivimos de manera que no nos dimos cuenta que el tiempo tiene una peculiaridad y nos agarró desprevenidos con el paso de los años y como somos la nueva generación de adultos con muchas ganas de vivir más años buscamos la intensidad de un ayer que se nos fue y un mañana que deseamos venga, por eso cuando vemos morir al amigo sabemos que la vida es un regalo que se nos da cada día, es un viaje en barco con timón y reconocemos que aunque nosotros controlamos el timón existe un poder superior que controla la máquina de nuestro tiempo, por eso hay que vivir y hacer vibrar el barco manteniéndolo a flote en tiempos de calma y tempestad, en días grises y soleados para establecer el equilibrio que nos permita continuar a flote.

En este momento la mayoría de nuestra generación desea vivir tranquilo y sin embargo seguimos viviendo por hijos y nietos y en ocasiones nos olvidamos de seguir viviendo para nosotros ya que creemos que vivir para los demás es una regla natural donde hay una sola religión, Dios; un solo lenguaje, el amor y una puerta llamada destino y cada persona tiene la llave para forjarlo.

Como generación de salida aprendimos que a veces la mejor manera de ayudar a otros es ayudándote a ti mismo dejando de ayudar a quien debe aprender por sí mismo para que el día que forme parte de la generación de salida pueda decir como nosotros, he cumplido y ahora es el turno de fluir como parte del universo para vivir. Hemos sido generación controladora y los hijos nos tachan de incorrectos, nos desespera ver cómo educan nuestros hijos a sus hijos olvidando que fuimos hijos y tal vez, no transmitimos el respeto que nuestros padres impusieron, o ¿tal vez?, los tiempos cambiaron y la perspectiva de éste también, por eso de nada sirve corregir a destiempo ya que aprendimos en la tersura envolvente de la nostalgia, la felicidad y la tristeza, aprendimos de los pegajosos recovecos de las dudas y las decepciones, aprendimos que la naturaleza tiene sus propios ritmos, tiempos y principios y no deben ser interrumpidos para desarrollarnos, por eso en este momento de vida seamos el rayo de luz que ilumine nuestra vida y la de otros hasta el día del adiós final, vivamos el hoy como día maravilloso con alegría que ofenda, reconociendo que nunca habrá una última generación, y si ésta llega, es porque el mundo partió también; asi que mientras usted vive su día maravilloso, yo espero en angeldesofia@yahoo.com.mx sus comentarios, agradeciéndolos.