Te presto mis zapatos
Ven, te presto mis zapatos,
para que te sumerjas a jugar
un rato, en las mismas aguas
donde yo me ahogué...
Ven, te presto mis zapatos,
para que camines la vereda
de mi vida y tal vez
puedas comprender...
Ven, te presto mis zapatos,
vive lo que yo he vivido,
y dime si aún te molesta
mi proceder...
Ven, ponte mis zapatos,
siéntete como me he sentido,
y entonces me cuentas
si aún puedes ser tan cruel.
Sólo sabes una parte de la
historia y juzgas desde
lo que puedes ver.
¿Quieres tener el panorama
completo?...
Ven, ponte mis zapatos,
camina mi trayecto
y luego dime si te duelen los pies.
No es fácil envejecer,
te tienes que acostumbrar
a caminar más despacio,
a despedirte de quien eras
y saludar a quien te has convertido.
Es difícil esto de cumplir años,
hay que saber aceptar tu nuevo rostro
y pasear con orgullo tu nuevo cuerpo
y desprenderse de vergüenzas,
de prejuicios y del miedo que dan los años,
y dejar que pase lo que tenga que pasar,
y dejar que se vaya quien se tenga que ir,
y dejar que se quede el que se quiera quedar.
No, no es fácil esto de hacerse viejo,
hay que aprender a no esperar nada de nadie,
a caminar solo, a despertar solo
y a que no te atrape cada mañana
el tipo que ves frente al espejo,
y aceptar que todo se acaba
y la vida también,
y saber despedirse de los que se van
y recordar a los que ya se fueron,
y llorar hasta vaciarse
hasta secarse por dentro,
para que crezcan nuevas sonrisas,
otras ilusiones y nuevos anhelos.
Texto: Fernando García
Alejandro Jodorowsky, artista, cineasta y escritor chileno, nacionalizado francés.
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