/ jueves 3 de septiembre de 2020

Iglesia Bautista

Ni yo te condeno (El propósito de Cristo) Juan 8: 1 al 11

Quizá uno de los pasajes más conocidos es el que habla acerca de la mujer sorprendida en adulterio la cual los escribas y fariseos llevaron a Jesús, y estos le dijeron: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio, y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres, tú, pues, ¿Qué dices? Mas esto decían tentándole, para poder acusarle.”

Y en medio de esta situación, el Señor Jesucristo primeramente da una tremenda lección acerca de la condición del ser humano que no es otra, que el hecho de saber que todos, absolutamente todos somos pecadores, a lo cual Jesús les responde: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.” E inclinándose de nuevo hacia el suelo siguió escribiendo en tierra. Pero ellos acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros. Y quedó solo Jesús y la mujer que estaba en medio; enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer le dijo: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condeno? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete y no peques más.” Aquí vemos cómo los hombres acusados por su conciencia, uno a uno se retiraron, pues entendían que ellos al ser pecadores no tenían la libertad de condenar y por lo tanto apedrear a esta mujer; más sin embargo, había un solo hombre que tenía esa autoridad para poder hacerlo, y ese era el Señor Jesucristo, pues la Biblia nos enseña que Él no hizo pecado y no se halló pecado en su boca, (1Pedro 2:22); pero sus palabras fueron: “Ni yo no te condeno, vete, y no peques más.”

En esta ocasión deseo destacar el hecho de que la Biblia nos enseña que Jesús efectivamente no vino a condenar, aun cuando tiene toda la autoridad para hacerlo. En Juan 3: 17 el mismo Cristo dice: “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.” Ahora, Jesús no nos condena, pero Él vino para que podamos ser salvos por medio de Él; es necesario entender que nuestro pecado nos impide condenar a los demás, al considerar que también nosotros de una u otra forma hemos cometido pecado; pero también es esa misma condición que nos impide ir al cielo, ningún ser humano puede por sus propias obras, por sus propios méritos conseguir la salvación, el perdón de pecados, la vida eterna, es por eso que EL Padre decide enviar a su Hijo, el cual no nos condena, y por medio de Él, Dios nos da la salvación, Juan 3:16 lo resume de una manera maravillosa y dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para todo aquél que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Así de sencillo y profundo, la única forma de tener vida eterna, de que nuestra alma no se pierda en el infierno por la eternidad, es creyendo en Jesús, su Persona y su obra.

Concluyo diciendo que aun teniendo a Cristo como nuestro único y suficiente salvador, mientras estemos en esta vida vamos a batallar con pecado, y claro que es una gran bendición el saber que Jesús no nos condena, sino que al igual que hizo con aquella mujer, nos pide que ya no pequemos más y busquemos de todo corazón vivir en la voluntad de Dios.

Iglesia Bíblica Bautista

Calle Nube 560, Colonia Garita de Jalisco.

Tel. 841-5387 www.ibbslp.org.mx

Horario. Domingo 10:00 A.M. y 12:00 P.M. 6:00 PM;

Miércoles 7:00 P.M.

Jueves 7:00 P.M.

Ni yo te condeno (El propósito de Cristo) Juan 8: 1 al 11

Quizá uno de los pasajes más conocidos es el que habla acerca de la mujer sorprendida en adulterio la cual los escribas y fariseos llevaron a Jesús, y estos le dijeron: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio, y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres, tú, pues, ¿Qué dices? Mas esto decían tentándole, para poder acusarle.”

Y en medio de esta situación, el Señor Jesucristo primeramente da una tremenda lección acerca de la condición del ser humano que no es otra, que el hecho de saber que todos, absolutamente todos somos pecadores, a lo cual Jesús les responde: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.” E inclinándose de nuevo hacia el suelo siguió escribiendo en tierra. Pero ellos acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros. Y quedó solo Jesús y la mujer que estaba en medio; enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer le dijo: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condeno? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete y no peques más.” Aquí vemos cómo los hombres acusados por su conciencia, uno a uno se retiraron, pues entendían que ellos al ser pecadores no tenían la libertad de condenar y por lo tanto apedrear a esta mujer; más sin embargo, había un solo hombre que tenía esa autoridad para poder hacerlo, y ese era el Señor Jesucristo, pues la Biblia nos enseña que Él no hizo pecado y no se halló pecado en su boca, (1Pedro 2:22); pero sus palabras fueron: “Ni yo no te condeno, vete, y no peques más.”

En esta ocasión deseo destacar el hecho de que la Biblia nos enseña que Jesús efectivamente no vino a condenar, aun cuando tiene toda la autoridad para hacerlo. En Juan 3: 17 el mismo Cristo dice: “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.” Ahora, Jesús no nos condena, pero Él vino para que podamos ser salvos por medio de Él; es necesario entender que nuestro pecado nos impide condenar a los demás, al considerar que también nosotros de una u otra forma hemos cometido pecado; pero también es esa misma condición que nos impide ir al cielo, ningún ser humano puede por sus propias obras, por sus propios méritos conseguir la salvación, el perdón de pecados, la vida eterna, es por eso que EL Padre decide enviar a su Hijo, el cual no nos condena, y por medio de Él, Dios nos da la salvación, Juan 3:16 lo resume de una manera maravillosa y dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para todo aquél que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Así de sencillo y profundo, la única forma de tener vida eterna, de que nuestra alma no se pierda en el infierno por la eternidad, es creyendo en Jesús, su Persona y su obra.

Concluyo diciendo que aun teniendo a Cristo como nuestro único y suficiente salvador, mientras estemos en esta vida vamos a batallar con pecado, y claro que es una gran bendición el saber que Jesús no nos condena, sino que al igual que hizo con aquella mujer, nos pide que ya no pequemos más y busquemos de todo corazón vivir en la voluntad de Dios.

Iglesia Bíblica Bautista

Calle Nube 560, Colonia Garita de Jalisco.

Tel. 841-5387 www.ibbslp.org.mx

Horario. Domingo 10:00 A.M. y 12:00 P.M. 6:00 PM;

Miércoles 7:00 P.M.

Jueves 7:00 P.M.