Hasta Luego Excelencia

Dije: -Dios, me duele. Y Dios dijo: -Lo sé.

Dije: -Dios, he llorado tanto. Y Dios dijo: -Para eso te di lágrimas.

Dije: -Dios, estoy deprimido: Y Dios dijo: -Por eso es que te di el brillo del Sol.

Dije: -Dios, la vida es dura. Y Dios dijo: -Por eso es que te di a seres queridos.

Dije: -Dios, mi ser más querido murió. Y Dios dijo: -El mío también.

Dije: Dios es una pérdida tan grande. Y Dios dijo: -Vi al mío clavado en una Cruz.

Dije: Dios, pero tu Ser más querido vive. Y Dios dijo: -El tuyo también.

Dije: -Dios, duele. Y Dios dijo: -Lo sé.

Con esta hermosa reflexión que hoy entrega “El Sol de San Luis” a sus fieles lectores, la cual forma parte de las compilaciones del padre Fernando Castro Villanueva, se une a la penade la familia y del rebaño de su Excelencia Monseñor Arturo Antonio Szymanski Ramírez por su reciente partida al más allá y por el nacimiento de su amado Pastor a la Vida Eterna con Cristo Jesús.

Cuando la Altilla, recibió la noticia, pensó que era una broma pero cuando le dijeron lo contrario, es fecha que no puede asimilar el hecho de no convivir más con Monseñor, quien en vida decía que no era Ángel, pero para quienes lo amaban sí, y ahora Diosito lo convirtió en uno de ellos.

Durante su fructífera vida, se condujo con sapiencia y gustaba revisar cada mañana todos los periódicos que recibía muy temprano en su hogar, y leer cada página, entre ellos a los columnistas, y por lógica se enteraba del diario acontecer, por ello nadie lo podía, ni lo pudo pillar fuera de contexto.

En tanto la columna de la Altilla, aunque no se especializa en temas políticos, sino de chile, sal y manteca, así le gustaba leerla, -más que nada decía- por los chistillos, columna que si no se pasaba de tueste, se la prestaba a las madres que siempre lo acompañaban para que la leyeran y si no pasaba la aduana, no había de piña; y cada vez que se encontraban en algún desayuno le contaba a la Alta el chiste que había aparecido ese día en la columna Hechos y Citas, y la susodicha se quedaba muda porque no se acordaba cual había puesto. ¡Para Ripley!

Así las cosas, y como broma señalaba que era el lector número uno de la Alta, y la Alta se lo creía y andaba bien esponjosa que nadie la aguantaba. Gracias su Excelencia por haber sido un Pastor que sin distinción alguna admitía, y trataba a todas sus ovejas, las que hoy lo extrañan, pero dan gracias a Nuestro Padre Celestial, por haberlo enviado a la Tierra de la Tuna y el Nopal: San Luis Potosí, en donde dejó profunda huella con su sabiduría y como escribió la compañera Angélica Maldonado en su nota del viernes primero de junio en “El Sol de San Luis”: “Fue un hombre que no solo supo gobernar a su Iglesia Potosina, a sus Sacerdotes y fieles, sino a todo tipo de personas nos corregía con amor, prudencia y benevolencia, pues era todo amor y bondad en su proceder”. ¡Hasta Pronto Monseñor!

Comentarios: altagracia_155@hotmail.com