/ domingo 10 de noviembre de 2019

Hablemos de Cine

Polvo (2019), José María Yazpik

Ficha técnica: Director: José María Yazpik, Guión: José María Yazpik y Alejandro Ricaño, Fotografía: Tonatiuh Martínez, Música: Sergio Acosta y andrés Sánchez Malher, Género: Comedia negra, País: México, 2019.

Intérpretes: José María Yazpik (el Chato), Mariana Treviño (Jacinta), Joaquín Cosío, Jesús Ochoa (jefe de narcos), Adrián Vázquez (alguacil), Angélica Aragón (mamá de el Chato), Carlos Valencia (Fisher)

POLVO es la ópera prima de José María Yazpik y no lo hace nada mal, además de haber colaborado en el guión, que tiene algunos rasgos de sus vivencias de niñez, participa como actor, al darle vida a el Chato, el personaje principal del filme dentro del género de la comedia.

Todo sucede en el año de 1982 en un pueblo apartado llamado San Ignacio en el estado de Baja California Sur; en aquel pueblo olvidado, del que partió un día el Chato para irse a Hollywood a intentar ser actor de cine, una avioneta de procedencia colombiana, a punto de caer, suelta su carga justo encima del pueblo, provocando la confusión y el caos entre la comunidad.

Nadie sabe que está pasando pero la llegada de el Chato pone las cosas en su lugar, el Chato les dice que ese polvo blanco es como una medicina, como la aspirina, pero más chingona, y hay algo más, le dará 100 dólares a todo aquel que le lleve paquetes de polvo que están dispersos por todo el pueblo.

La ingenuidad de todos es tal que no se dan cuenta que ese polvo es droga y que el Chato es enviado por el jefe de narcotraficantes para que lo recupere bajo la amenaza de muerte en caso de no hacerlo.

La tranquilidad de ese pueblo rabón se trastoca cuando todos se ponen a recolectar los paquetes a cambio de dinero y que provocan el despertar de sentimientos ocultos en ellos como la codicia, la vanidad y las envidias así como la ambición de tener bienes electrónicos y ropa ostentosa, entre otras cosas, que antes les eran tan ajenas. Esa es la primicia de esta historia con la que José María Yazpik hace su debut como director, una historia que tardo muchos años en darle forma, según relata, y cuya trama la ubica en el pueblo originario de sus padres, utilizando, incluso, los sitios en los que él convivía en su niñez y que le son muy significativos.

El personaje de el Chato, que interpreta el propio José María, es una especie de antihéroe, hombre fracasado, cuyo anhelo de ser actor en la industria de cine norteamericana, pronto se desvanece, y tiene que moverse en otros ámbitos muy diferentes para salir adelante, y uno de ellos, es ser miembro de una banda delictiva dedicada al narcotráfico.

Su regreso al pueblo sorprende a todos, pero el más sorprendido es él mismo cuando ve que todo permanece en su sitio en el pueblo aunque sus amigos son más viejos y su novia Jacinta de ha casado con su mejor amigo; en ese momento, comprende muchas cosas, entre otras, el haber abandonado aquel lugar donde pudo haber sido muy feliz.

Se sorprende también cuando es testigo de la transformación de la gente al verse con dinero, su poder de compra despierta en ellos necesidades nuevas y pronto, la ingenuidad que tenían, se perturba dando píe a esos atisbos de corrupción que florecen por todo el país.

Y es que esa abundancia pasajera que ofrece la oferta de el Chato, quiebra de tajo la inocencia de sus habitantes y a partir de ahí, ya nada será igual, ellos han sido tocados por la ambición, vista como el germen de muchas cosas que conllevan a las desgracias.

La película toca temas torales como son el narcotráfico y la pobreza, pero lo hace sin dramas, dejando de la lado la moraleja para verlo en un tono de comedia, transpirando humor en cada escena, un humor negro, con ironía, mientras nos muestra lo cotidiano de un pueblo donde todos se conocen y conviven.

La simpleza de la historia se sostiene por su elenco, destacando Mariana Treviño, que deja atrás a personajes sofisticados y urbanos, para darle vida a Jacinta, la antigua novia del Chato, que sin pelos en la lengua le reprocha a éste su larga ausencia.

Sean bienvenidos todos a San Ignacio, reflejo del México antiguo, pintoresco, ingenuo, ese México que ya no existe y que Yazpik utiliza para hacer una reflexión crítica de un fenómeno social en un tono de comedia que resulta muy disfrutable.

Cuando usted salga de la función, notará que empieza a hablar como los habitantes de Mulegé, ese tono norteño tan peculiar y pegajoso tan característico de la región, un acierto más de un filme que evoca con sentido nostálgico ese México costumbrista que se va perdiendo con el paso del tiempo.

ernestorobledo@hotmail.com

Polvo (2019), José María Yazpik

Ficha técnica: Director: José María Yazpik, Guión: José María Yazpik y Alejandro Ricaño, Fotografía: Tonatiuh Martínez, Música: Sergio Acosta y andrés Sánchez Malher, Género: Comedia negra, País: México, 2019.

Intérpretes: José María Yazpik (el Chato), Mariana Treviño (Jacinta), Joaquín Cosío, Jesús Ochoa (jefe de narcos), Adrián Vázquez (alguacil), Angélica Aragón (mamá de el Chato), Carlos Valencia (Fisher)

POLVO es la ópera prima de José María Yazpik y no lo hace nada mal, además de haber colaborado en el guión, que tiene algunos rasgos de sus vivencias de niñez, participa como actor, al darle vida a el Chato, el personaje principal del filme dentro del género de la comedia.

Todo sucede en el año de 1982 en un pueblo apartado llamado San Ignacio en el estado de Baja California Sur; en aquel pueblo olvidado, del que partió un día el Chato para irse a Hollywood a intentar ser actor de cine, una avioneta de procedencia colombiana, a punto de caer, suelta su carga justo encima del pueblo, provocando la confusión y el caos entre la comunidad.

Nadie sabe que está pasando pero la llegada de el Chato pone las cosas en su lugar, el Chato les dice que ese polvo blanco es como una medicina, como la aspirina, pero más chingona, y hay algo más, le dará 100 dólares a todo aquel que le lleve paquetes de polvo que están dispersos por todo el pueblo.

La ingenuidad de todos es tal que no se dan cuenta que ese polvo es droga y que el Chato es enviado por el jefe de narcotraficantes para que lo recupere bajo la amenaza de muerte en caso de no hacerlo.

La tranquilidad de ese pueblo rabón se trastoca cuando todos se ponen a recolectar los paquetes a cambio de dinero y que provocan el despertar de sentimientos ocultos en ellos como la codicia, la vanidad y las envidias así como la ambición de tener bienes electrónicos y ropa ostentosa, entre otras cosas, que antes les eran tan ajenas. Esa es la primicia de esta historia con la que José María Yazpik hace su debut como director, una historia que tardo muchos años en darle forma, según relata, y cuya trama la ubica en el pueblo originario de sus padres, utilizando, incluso, los sitios en los que él convivía en su niñez y que le son muy significativos.

El personaje de el Chato, que interpreta el propio José María, es una especie de antihéroe, hombre fracasado, cuyo anhelo de ser actor en la industria de cine norteamericana, pronto se desvanece, y tiene que moverse en otros ámbitos muy diferentes para salir adelante, y uno de ellos, es ser miembro de una banda delictiva dedicada al narcotráfico.

Su regreso al pueblo sorprende a todos, pero el más sorprendido es él mismo cuando ve que todo permanece en su sitio en el pueblo aunque sus amigos son más viejos y su novia Jacinta de ha casado con su mejor amigo; en ese momento, comprende muchas cosas, entre otras, el haber abandonado aquel lugar donde pudo haber sido muy feliz.

Se sorprende también cuando es testigo de la transformación de la gente al verse con dinero, su poder de compra despierta en ellos necesidades nuevas y pronto, la ingenuidad que tenían, se perturba dando píe a esos atisbos de corrupción que florecen por todo el país.

Y es que esa abundancia pasajera que ofrece la oferta de el Chato, quiebra de tajo la inocencia de sus habitantes y a partir de ahí, ya nada será igual, ellos han sido tocados por la ambición, vista como el germen de muchas cosas que conllevan a las desgracias.

La película toca temas torales como son el narcotráfico y la pobreza, pero lo hace sin dramas, dejando de la lado la moraleja para verlo en un tono de comedia, transpirando humor en cada escena, un humor negro, con ironía, mientras nos muestra lo cotidiano de un pueblo donde todos se conocen y conviven.

La simpleza de la historia se sostiene por su elenco, destacando Mariana Treviño, que deja atrás a personajes sofisticados y urbanos, para darle vida a Jacinta, la antigua novia del Chato, que sin pelos en la lengua le reprocha a éste su larga ausencia.

Sean bienvenidos todos a San Ignacio, reflejo del México antiguo, pintoresco, ingenuo, ese México que ya no existe y que Yazpik utiliza para hacer una reflexión crítica de un fenómeno social en un tono de comedia que resulta muy disfrutable.

Cuando usted salga de la función, notará que empieza a hablar como los habitantes de Mulegé, ese tono norteño tan peculiar y pegajoso tan característico de la región, un acierto más de un filme que evoca con sentido nostálgico ese México costumbrista que se va perdiendo con el paso del tiempo.

ernestorobledo@hotmail.com

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