/ domingo 21 de julio de 2019

Hablemos de cine

Esta semana se estrenó El Rey León en medio de una publicidad apabullante que anuncia lo mejor, aunque para algunos que ya la vieron, la película no cumple las expectativas de un remake del que se esperaba mucho más; sin embargo, es una primera lectura que nos llevará a revisarla a detalle más adelante. Las películas de la saga de Toy Story son otra cosa, representa tal vez una de las cúspides del cine de animación que, además de hacernos divertir como poseídos, tiene la virtud de provocar la reflexión sobre nuestra propia vida, la nostalgia sobre esas pequeñas cosas con las que convivimos a diario, acaso sin darnos cuenta nunca de su trascendencia en nuestra existencia. La lectura de la saga de Toy Story es genial, resulta que los juguetes tienen vida y sentimientos, tan es así que los juguetes se encariñan con sus pequeños humanos y sufren cuando estos crecen y se olvidan de ellos pasándolos al diván de los recuerdos, en el mejor de los casos, o perdidos para deambular en otro lado.

En esta cuarta entrega de la saga se da un paso más, ocurre cuando el vaquero Woody se rebela ante las injusticias y el desdén de los niños y decide irse de casa y más aún, lo hace acompañado de una linda damita que ve en él el cúmulo de sus sueños y anhelos, órale, suena exagerado pero en manos del talento de su director y guionistas, la trama fluye, se hace creíble para el espectador, en especial los niños, que no perderán detalle de las aventuras y desventuras de estos héroes. Y es que la cinta plantea también cuando las generaciones de humanos pasan y los juguetes preferidos van de mano en mano aunque cada vez más los niños pierden ese acercamiento que los juguetes buscan y necesitan de los niños con los que les tocó convivir.

La historia nos presenta ahora a una pequeña niña introvertida que de pronto hace de una cuchara su juguete preferido; por supuesto, la maravillosa cucharita tendrá vida propia y manías que pondrán de cabeza a los demás juguetes, en especial a Woody, que tendrá que lidiar con ella y sacarla de los apuros en que se mete.

Y es precisamente la cuchara Forky en quien gira buena parte de la trama ya que ella se resiste a ser un juguete y Woody está empeñado en demostrarle lo importante que significa ser el artefacto preferido de una niña.

Las cosas toman otro derrotero cuando Forty salta de la camioneta y Woody va tras ella, es entonces cuando el vaquero se dará cuenta de lo enorme que puede ser el mundo para un juguete y a partir de ahí, Woody empezará a cambiar su destino, no sin antes vivir mil aventuras con sus compañeros.

Esta semana se estrenó El Rey León en medio de una publicidad apabullante que anuncia lo mejor, aunque para algunos que ya la vieron, la película no cumple las expectativas de un remake del que se esperaba mucho más; sin embargo, es una primera lectura que nos llevará a revisarla a detalle más adelante. Las películas de la saga de Toy Story son otra cosa, representa tal vez una de las cúspides del cine de animación que, además de hacernos divertir como poseídos, tiene la virtud de provocar la reflexión sobre nuestra propia vida, la nostalgia sobre esas pequeñas cosas con las que convivimos a diario, acaso sin darnos cuenta nunca de su trascendencia en nuestra existencia. La lectura de la saga de Toy Story es genial, resulta que los juguetes tienen vida y sentimientos, tan es así que los juguetes se encariñan con sus pequeños humanos y sufren cuando estos crecen y se olvidan de ellos pasándolos al diván de los recuerdos, en el mejor de los casos, o perdidos para deambular en otro lado.

En esta cuarta entrega de la saga se da un paso más, ocurre cuando el vaquero Woody se rebela ante las injusticias y el desdén de los niños y decide irse de casa y más aún, lo hace acompañado de una linda damita que ve en él el cúmulo de sus sueños y anhelos, órale, suena exagerado pero en manos del talento de su director y guionistas, la trama fluye, se hace creíble para el espectador, en especial los niños, que no perderán detalle de las aventuras y desventuras de estos héroes. Y es que la cinta plantea también cuando las generaciones de humanos pasan y los juguetes preferidos van de mano en mano aunque cada vez más los niños pierden ese acercamiento que los juguetes buscan y necesitan de los niños con los que les tocó convivir.

La historia nos presenta ahora a una pequeña niña introvertida que de pronto hace de una cuchara su juguete preferido; por supuesto, la maravillosa cucharita tendrá vida propia y manías que pondrán de cabeza a los demás juguetes, en especial a Woody, que tendrá que lidiar con ella y sacarla de los apuros en que se mete.

Y es precisamente la cuchara Forky en quien gira buena parte de la trama ya que ella se resiste a ser un juguete y Woody está empeñado en demostrarle lo importante que significa ser el artefacto preferido de una niña.

Las cosas toman otro derrotero cuando Forty salta de la camioneta y Woody va tras ella, es entonces cuando el vaquero se dará cuenta de lo enorme que puede ser el mundo para un juguete y a partir de ahí, Woody empezará a cambiar su destino, no sin antes vivir mil aventuras con sus compañeros.

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