/ domingo 30 de junio de 2019

Hablemos de Cine

CHICUAROTES, de Gael García Bernal

Para los que no conocen bien Xochimilco, les diremos que es una alcaldía de la CdMX ubicada en el sur, más allá del Estadio Azteca y a donde acuden los turistas atraídos por sus típicos canales donde las trajineras ofrecen paseos que son de enorme atractivo para los visitantes.

Dentro de la alcaldía de Xochimilco existe un poblado llamado San Gregorio Atlapulco (que significa Tierras fangosas), que está tan alejado del centro de la propia alcaldía que realmente nadie lo conoce y sus habitantes lo saben bien, se sienten aislados de todos, incluyendo a sus propios gobernantes que muy poco hacen por ellos.

Hasta ese lugar hurgó Gael García Bernal, y junto con su guionista Augusto Mendoza, armó una historia que refleja la terrible descomposición social donde el hartazgo de la gente está a flor de piel entre el abandono en un entorno donde no encuentra otra salida que acudir a la violencia para obtener algo de la vida.

La trama se centra en dos jóvenes del lugar, el “Cagalera”, cuya familia vive en un caótico desorden plagado de violencia interfamiliar, y el “Moloteco”, que anda sin rumbo fijo y que se une al “Cagalera” para obtener un poco de lo que no tiene, algo de amistad y tal vez de afecto, sentimientos que no ha recibido de nadie.

Los dos jóvenes viven al día arreglándose como pueden, intuyen que está muy cabrón salir del abandono y de la pobreza y se refugian en la informalidad como payasitos que se suben a las micros para hacer su show a cambio de unas cuantas monedas, o como sucede en la mayoría de las veces, a cambio de nada.

En esa etapa de frustración se encuentran cuando un conocido les asegura que pueden conseguir una plaza de trabajo dentro del sindicato de electricistas (aviadores) a cambio de 20 mil pesos, lo que les garantizaría una plaza segura por no hacer nada y que los sacaría del fango en que están metidos, pero, hay un enorme problema, de dónde sacar esa lana que no tienen ni en sueños.

Eso los lleva a iniciarse en el delito, primero con los propios usuarios del transporte público, para después entrarle a cosas mayores, incluyendo el secuestro, todo para conseguir el dinero que necesitan para esa plaza que les servirá para ser alguien, tener algo, según ellos.

Al entrarle a estos menesteres delictivos la torpeza del “Cagalera” y el “Moloteco” es más que evidente, así como su ingenuidad y exceso de confianza lo que los lleva a meterse en otros problemas aún más graves de los que ya tenían con resultados desastrosos.

CHICUAROTES, de Gael García Bernal

Para los que no conocen bien Xochimilco, les diremos que es una alcaldía de la CdMX ubicada en el sur, más allá del Estadio Azteca y a donde acuden los turistas atraídos por sus típicos canales donde las trajineras ofrecen paseos que son de enorme atractivo para los visitantes.

Dentro de la alcaldía de Xochimilco existe un poblado llamado San Gregorio Atlapulco (que significa Tierras fangosas), que está tan alejado del centro de la propia alcaldía que realmente nadie lo conoce y sus habitantes lo saben bien, se sienten aislados de todos, incluyendo a sus propios gobernantes que muy poco hacen por ellos.

Hasta ese lugar hurgó Gael García Bernal, y junto con su guionista Augusto Mendoza, armó una historia que refleja la terrible descomposición social donde el hartazgo de la gente está a flor de piel entre el abandono en un entorno donde no encuentra otra salida que acudir a la violencia para obtener algo de la vida.

La trama se centra en dos jóvenes del lugar, el “Cagalera”, cuya familia vive en un caótico desorden plagado de violencia interfamiliar, y el “Moloteco”, que anda sin rumbo fijo y que se une al “Cagalera” para obtener un poco de lo que no tiene, algo de amistad y tal vez de afecto, sentimientos que no ha recibido de nadie.

Los dos jóvenes viven al día arreglándose como pueden, intuyen que está muy cabrón salir del abandono y de la pobreza y se refugian en la informalidad como payasitos que se suben a las micros para hacer su show a cambio de unas cuantas monedas, o como sucede en la mayoría de las veces, a cambio de nada.

En esa etapa de frustración se encuentran cuando un conocido les asegura que pueden conseguir una plaza de trabajo dentro del sindicato de electricistas (aviadores) a cambio de 20 mil pesos, lo que les garantizaría una plaza segura por no hacer nada y que los sacaría del fango en que están metidos, pero, hay un enorme problema, de dónde sacar esa lana que no tienen ni en sueños.

Eso los lleva a iniciarse en el delito, primero con los propios usuarios del transporte público, para después entrarle a cosas mayores, incluyendo el secuestro, todo para conseguir el dinero que necesitan para esa plaza que les servirá para ser alguien, tener algo, según ellos.

Al entrarle a estos menesteres delictivos la torpeza del “Cagalera” y el “Moloteco” es más que evidente, así como su ingenuidad y exceso de confianza lo que los lleva a meterse en otros problemas aún más graves de los que ya tenían con resultados desastrosos.

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