/ domingo 28 de julio de 2019

¿Gracias, gracias?

Aún sin saber lo que me depara el infinito destino doy gracias al laberinto de causas y efectos por los incontables dones que la vida me ha prodigado.

Este 12 de abril cumplí un año más que renueva mis oportunidades de reconocer haber nacido en una familia poco común, donde mi madre era tampiqueña y mi padre de origen francés, con un abuelo veracruzano de quien fui su buen querer y una abuela que hablar de ella me lleva a escribir otro artículo, personajes que tal vez, adivinando lo que venía al mundo, decidieron acompañarme por un largo trayecto otorgándome el don del amor, la hermandad, la amistad y la maternidad prolongada en el hecho de ser abuela, aunado a que, no en mis años mozos, sino en los de una buena adultez, la vida me concedió el regalo de un bello compañero, generoso y lleno de dones y amor, que aun adivinando el caos de una compañera casi casi insana mentalmente por sus diferencias y preferencias en creer que la vida es bella a pesar de que muchos no lo creen, decidió correr la aventura de mi mano hasta que la muerte nos separe, en compañía mutua.

Por eso, este año decidí dar gracias a Dios en público por los parques de mi infancia; por las monjas que mucho se esforzaron por educarme, quizá sin mucho fruto; por la música de Bach y Mozart que aun deleitan mis oídos al escucharlas tanto, como mis cumbias y huapachosas que alegran mis mañanas de ejercicio, doy gracias porque aún me gusta comer helados y pregonar alegrías, por los rumores y sueños de antaño que aparecen en mi mente al escuchar a los Panchos, al oler las flores o checar fotos del San Luis antiguo, ese que se fue dejando paso a una modernidad poco deseada que ha cambiado la infinita algarabía de aromas y colores que es mi ciudad y mi país por nuevos conceptos de aromas a comida fast food y supermercados que en nada se asemejan a nuestros mercados de venta de nopalitos y ratas del campo donde con mi pequeña manita atrapada en la de mi madre los reconocía inventando mil historias.

Doy Gracias por mi afán de leer porque en cada libroleídoaprendí del mundo y sus menesteres y porque aun a estas alturas de edad, percibo que me falta tanto por leer, tanto como me falta por pintar, aprender, escribir y soñar, doy gracias por la palabra que para que se vuelva mágica tiene que ser verdadera.

Doy gracias por el insomnio que adquirí desde la infancia en ese afán de leer y saber, por mis maestros y amigos, por la maestra Sabido de quien aprendí apicultura y las delicias de la miel y sus sabores, por Chela, amiga de siempre, compañera y psicóloga, por Vitito hermano del que aprendí la vida es bella por donde se le vea y por Luis Ernesto fiel hermano y compañero a quien la honestidad y congruencia son sus adjetivos calificativos, serque mira por su familia y amigos sin detenimiento,por mis hermanas, por mi hijo y mi hija, por mis nietos , todos iguales y tan diferentes viviendo en un lugar secreto de mi alma.

Doy gracias por la gente maravillosa que he descubierto en estas colaboraciones, desconocidos que se volvieron amigos y parte de miser, quienes con sus comentarios enriquecen mi existir.

Doy gracias a Dios por su creación perfecta, por esa luna y ese sol que iluminan mis noches y días y que aún en su obscuridad me permiten reconocer que siempre hay un nuevo amanecer.

Doy gracias por quienes han pasado por mi vida y me permitieron escribir, edificar, esculpir con risas y llanto, bailando y gozando con inmenso orgullo en lo que me he convertido, porque soy mujer de carne y hueso, con historia, con pasado y presente y un futuro por escribir que aún no termina hasta que esté ausente, doy gracias por los hechos y los deshechos, por florecer y morir en más de una ocasión.

angeldesofia@yahoo.com.mx agradeciendo sus recientes comentarios.

Aún sin saber lo que me depara el infinito destino doy gracias al laberinto de causas y efectos por los incontables dones que la vida me ha prodigado.

Este 12 de abril cumplí un año más que renueva mis oportunidades de reconocer haber nacido en una familia poco común, donde mi madre era tampiqueña y mi padre de origen francés, con un abuelo veracruzano de quien fui su buen querer y una abuela que hablar de ella me lleva a escribir otro artículo, personajes que tal vez, adivinando lo que venía al mundo, decidieron acompañarme por un largo trayecto otorgándome el don del amor, la hermandad, la amistad y la maternidad prolongada en el hecho de ser abuela, aunado a que, no en mis años mozos, sino en los de una buena adultez, la vida me concedió el regalo de un bello compañero, generoso y lleno de dones y amor, que aun adivinando el caos de una compañera casi casi insana mentalmente por sus diferencias y preferencias en creer que la vida es bella a pesar de que muchos no lo creen, decidió correr la aventura de mi mano hasta que la muerte nos separe, en compañía mutua.

Por eso, este año decidí dar gracias a Dios en público por los parques de mi infancia; por las monjas que mucho se esforzaron por educarme, quizá sin mucho fruto; por la música de Bach y Mozart que aun deleitan mis oídos al escucharlas tanto, como mis cumbias y huapachosas que alegran mis mañanas de ejercicio, doy gracias porque aún me gusta comer helados y pregonar alegrías, por los rumores y sueños de antaño que aparecen en mi mente al escuchar a los Panchos, al oler las flores o checar fotos del San Luis antiguo, ese que se fue dejando paso a una modernidad poco deseada que ha cambiado la infinita algarabía de aromas y colores que es mi ciudad y mi país por nuevos conceptos de aromas a comida fast food y supermercados que en nada se asemejan a nuestros mercados de venta de nopalitos y ratas del campo donde con mi pequeña manita atrapada en la de mi madre los reconocía inventando mil historias.

Doy Gracias por mi afán de leer porque en cada libroleídoaprendí del mundo y sus menesteres y porque aun a estas alturas de edad, percibo que me falta tanto por leer, tanto como me falta por pintar, aprender, escribir y soñar, doy gracias por la palabra que para que se vuelva mágica tiene que ser verdadera.

Doy gracias por el insomnio que adquirí desde la infancia en ese afán de leer y saber, por mis maestros y amigos, por la maestra Sabido de quien aprendí apicultura y las delicias de la miel y sus sabores, por Chela, amiga de siempre, compañera y psicóloga, por Vitito hermano del que aprendí la vida es bella por donde se le vea y por Luis Ernesto fiel hermano y compañero a quien la honestidad y congruencia son sus adjetivos calificativos, serque mira por su familia y amigos sin detenimiento,por mis hermanas, por mi hijo y mi hija, por mis nietos , todos iguales y tan diferentes viviendo en un lugar secreto de mi alma.

Doy gracias por la gente maravillosa que he descubierto en estas colaboraciones, desconocidos que se volvieron amigos y parte de miser, quienes con sus comentarios enriquecen mi existir.

Doy gracias a Dios por su creación perfecta, por esa luna y ese sol que iluminan mis noches y días y que aún en su obscuridad me permiten reconocer que siempre hay un nuevo amanecer.

Doy gracias por quienes han pasado por mi vida y me permitieron escribir, edificar, esculpir con risas y llanto, bailando y gozando con inmenso orgullo en lo que me he convertido, porque soy mujer de carne y hueso, con historia, con pasado y presente y un futuro por escribir que aún no termina hasta que esté ausente, doy gracias por los hechos y los deshechos, por florecer y morir en más de una ocasión.

angeldesofia@yahoo.com.mx agradeciendo sus recientes comentarios.