/ lunes 5 de octubre de 2020

Feminicidios en México: La otra pandemia

Jéssica, en Michoacán, Alondra, en Coahuila, Noemí, en Querétaro, Carmen, en Zacatecas, Lucero, en Baja California, Nayeli, en Chiapas, Marlene, en Puebla, son tan sólo algunas de las víctimas de feminicidio en México registrados en la última semana.

Y la cifra, conforme transcurre el año, se actualiza. De acuerdo con los más recientes datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, entre enero y agosto de 2020 se han registrado 626 víctimas de feminicidio en México. En lo que respecta a nuestra entidad, y en una situación sumamente alarmante, la ciudad de San Luis Potosí ocupa el cuarto lugar nacional como la ciudad con mayor índice de feminicidios en México, empatada con Monterrey y sólo por detrás de Tijuana, Ciudad Juárez y Culiacán.

El proceso de confinamiento que se decretó desde marzo en gran parte del país, ha tenido como consecuencia que las mujeres, sin la posibilidad de salir a trabajar, tengan que convivir en casa con su agresor, lo que ha generado reacciones adversas, como es el alto índice de violencia doméstica, y en muchos casos se ha presentado la máxima expresión de la violencia de género: el feminicidio. El primer argumento que acude a quienes tratan de minimizar los asesinatos de mujeres por razón de género, es que se presentan más homicidios contra hombres, cierto, sólo que, tanto a hombres como a mujeres, y está comprobado estadísticamente también, lo están matando otros hombres. Las mujeres no están ni se sienten seguras en su propia casa.

Y ante este panorama desalentador, nos encontramos con la disminución de recursos a los refugios para mujeres víctimas de violencia, a donde podían acudir, con sus hijas e hijos, a resguardarse de sus agresores. Las madres de las víctimas, acompañadas por grupos feministas, han alzado la voz ante las autoridades que no dan una respuesta a su exigencia de justicia. En días recientes se conoció de la toma de instalaciones de la CNDH por grupos de mujeres y familiares de víctimas, argumentando que dicho espacio servirá para la atención a mujeres violentadas y sus familias, pero tanto la presidenta de la CNDH, como el titular del Poder Ejecutivo Federal, han reaccionado ante estos actos denunciando los daños a instalaciones y pinturas al óleo, sin un mínimo de sensibilidad ante las madres que no encuentran a sus hijas o quienes las han encontrado asesinadas y ultrajadas. ¿Tú qué harías si no encuentras a tu hija o ha aparecido asesinada? ¿Te sentarías a esperar justicia sin más?

La violencia feminicida en México es una pandemia que no ha aplanado la curva, sino todo lo contrario. La reciente y lamentable muerte de la jueza estadounidense Ruth Bader, un referente de la lucha por la igualdad de género, nos permite recordar cuando decía que “El pedestal sobre el cual han sido colocadas las mujeres, con frecuencia ha demostrado ser, más que un pedestal, una jaula”. El grito de nosotras, las mujeres, es una lucha constante para romper los barrotes que históricamente nos han limitado y poder encontrar, en todos los sentidos y en

Jéssica, en Michoacán, Alondra, en Coahuila, Noemí, en Querétaro, Carmen, en Zacatecas, Lucero, en Baja California, Nayeli, en Chiapas, Marlene, en Puebla, son tan sólo algunas de las víctimas de feminicidio en México registrados en la última semana.

Y la cifra, conforme transcurre el año, se actualiza. De acuerdo con los más recientes datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, entre enero y agosto de 2020 se han registrado 626 víctimas de feminicidio en México. En lo que respecta a nuestra entidad, y en una situación sumamente alarmante, la ciudad de San Luis Potosí ocupa el cuarto lugar nacional como la ciudad con mayor índice de feminicidios en México, empatada con Monterrey y sólo por detrás de Tijuana, Ciudad Juárez y Culiacán.

El proceso de confinamiento que se decretó desde marzo en gran parte del país, ha tenido como consecuencia que las mujeres, sin la posibilidad de salir a trabajar, tengan que convivir en casa con su agresor, lo que ha generado reacciones adversas, como es el alto índice de violencia doméstica, y en muchos casos se ha presentado la máxima expresión de la violencia de género: el feminicidio. El primer argumento que acude a quienes tratan de minimizar los asesinatos de mujeres por razón de género, es que se presentan más homicidios contra hombres, cierto, sólo que, tanto a hombres como a mujeres, y está comprobado estadísticamente también, lo están matando otros hombres. Las mujeres no están ni se sienten seguras en su propia casa.

Y ante este panorama desalentador, nos encontramos con la disminución de recursos a los refugios para mujeres víctimas de violencia, a donde podían acudir, con sus hijas e hijos, a resguardarse de sus agresores. Las madres de las víctimas, acompañadas por grupos feministas, han alzado la voz ante las autoridades que no dan una respuesta a su exigencia de justicia. En días recientes se conoció de la toma de instalaciones de la CNDH por grupos de mujeres y familiares de víctimas, argumentando que dicho espacio servirá para la atención a mujeres violentadas y sus familias, pero tanto la presidenta de la CNDH, como el titular del Poder Ejecutivo Federal, han reaccionado ante estos actos denunciando los daños a instalaciones y pinturas al óleo, sin un mínimo de sensibilidad ante las madres que no encuentran a sus hijas o quienes las han encontrado asesinadas y ultrajadas. ¿Tú qué harías si no encuentras a tu hija o ha aparecido asesinada? ¿Te sentarías a esperar justicia sin más?

La violencia feminicida en México es una pandemia que no ha aplanado la curva, sino todo lo contrario. La reciente y lamentable muerte de la jueza estadounidense Ruth Bader, un referente de la lucha por la igualdad de género, nos permite recordar cuando decía que “El pedestal sobre el cual han sido colocadas las mujeres, con frecuencia ha demostrado ser, más que un pedestal, una jaula”. El grito de nosotras, las mujeres, es una lucha constante para romper los barrotes que históricamente nos han limitado y poder encontrar, en todos los sentidos y en