/ lunes 14 de septiembre de 2020

Espacio de Reflexión

Dice el dicho popular pobre de México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos. Frase atribuida a Porfirio Díaz, pero en realidad escrita por el intelectual Nemesio Garcia Naranjo.

No cabe duda que los tiempos cambian y los dichos populares van acoplándose a la nueva realidad que se va viviendo. Hoy de quienes deberíamos estar muy lejos es de la podrida política de algunos corruptos ladrones en el servicio público, que con todo el descaro volverán a querer vernos la cara de inocentes por decir lo menos.

Las baterías electorales y también, electoreras, se abastecen para una vez más, atacar con promesas y amenaza increíbles, como aquello de “los vigilaré desde mi satélite para que voten por mi”.

Desde luego que ha cambiado mucho aquella frase que se hizo popular y, se ha repetido tantas veces que se pierde la cuenta en el presente, cuando vemos que aún con el enorme desprestigio de los que ejercen el poder de cualquier nivel y forma, se dedican ya, hacer sus acomodos y brincan de un lugar a otro tratando de conseguir el próximo puesto, aunque sea de ínfima categoría, con tal de estar en la jugada a donde se querrán anclar para seguir viviendo del dinero público y desde luego los jugosos negocios que se hacen, aún, desde su nicho de comodidad.

Así, podríamos decir: pobres de nosotros los mexicanos, tan lejos de Dios y tan cerca de la traición populista de quienes, en su deseos, lo que nos pertenece a todos, quieren que les pertenezca a una persona o, a unos cuantos.

Nada está claro y, conforme pasa el tiempo menos. La nata de corrupción, con olor fétido como ácido sulfidrico, y acusaciones de lo mismo, empezarán a salir inundando cualquier espacio, pero además arteramente, contaminando nuestro medio intelectual. Confrontar a la sociedad y dividir con esquiroles desde la misma convivencia y, por dinero, tratarán de dividirnos, como lo han hecho.

El colmo será, que cualquier acusación, será negada, aún, cuando sea probada, y cuando la realidad los ponga contra la pared, lo seguirán negando. Los agravios no se detendrán.

La pandemia, junto con nuestra salud y las muertes que se acumulan cada día; igualmente la economía, con el desastre que ha ocasionado y el cierre de muchos negocios pequeño y medianos principalmente, pero de igual manera, la inseguridad, con las miles de muertes violentas que se han acumulado, no importarán más, primero está ganar la elección que asegure el ingreso cómodo del dinero público. Igualmente el poder omnímodo de Mexico.

Una vez, quien gana cualquier postulación, que no la elección, en cual quiera de las representaciones populares, quienes lo logran, se van olvidando de los males superlativos que nos lastiman, para entrar en la efervescencia de los temas electorales. Promesas en cuantías enormes. Prometer no empobrece, dar es lo que aniquila; y desde luego que ha sido la historia de quienes se hacen de dinero público, pensando que les pertenece .

Esta ya pronto el inicio de campañas electorales para el 2021, todo bajo promesas, será un México diferente, próspero en el espejismo del triunfo, justo en la palabra que se esfuma y que no se cumple pero, igualmente, salpicados de mucha descalificación y si me apuran de inmundicia vertida a los enemigos y que, los mexicanos no merecemos.

La avaricia del poder y dinero público, la envidia del porqué tu si y, yo no, las ganas de tener más aunque sea robado, hará a un lado el interés social aún cuando la pandemia, la muerte y, el desastre económico, ronde a quienes mantenemos a este gran País nuestro.

Las democracias del mundo, tienen que cambiar y volcarse en beneficios a la población palpables y redituables, so pena de no hacerlo, el 99% que no gobierna ningún país, estado o municipio, podré volcarse y generar violencia, como ya lo hemos visto en la anarquía que se puede generar desde la sociedad.

Basta de abusos.

Dice el dicho popular pobre de México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos. Frase atribuida a Porfirio Díaz, pero en realidad escrita por el intelectual Nemesio Garcia Naranjo.

No cabe duda que los tiempos cambian y los dichos populares van acoplándose a la nueva realidad que se va viviendo. Hoy de quienes deberíamos estar muy lejos es de la podrida política de algunos corruptos ladrones en el servicio público, que con todo el descaro volverán a querer vernos la cara de inocentes por decir lo menos.

Las baterías electorales y también, electoreras, se abastecen para una vez más, atacar con promesas y amenaza increíbles, como aquello de “los vigilaré desde mi satélite para que voten por mi”.

Desde luego que ha cambiado mucho aquella frase que se hizo popular y, se ha repetido tantas veces que se pierde la cuenta en el presente, cuando vemos que aún con el enorme desprestigio de los que ejercen el poder de cualquier nivel y forma, se dedican ya, hacer sus acomodos y brincan de un lugar a otro tratando de conseguir el próximo puesto, aunque sea de ínfima categoría, con tal de estar en la jugada a donde se querrán anclar para seguir viviendo del dinero público y desde luego los jugosos negocios que se hacen, aún, desde su nicho de comodidad.

Así, podríamos decir: pobres de nosotros los mexicanos, tan lejos de Dios y tan cerca de la traición populista de quienes, en su deseos, lo que nos pertenece a todos, quieren que les pertenezca a una persona o, a unos cuantos.

Nada está claro y, conforme pasa el tiempo menos. La nata de corrupción, con olor fétido como ácido sulfidrico, y acusaciones de lo mismo, empezarán a salir inundando cualquier espacio, pero además arteramente, contaminando nuestro medio intelectual. Confrontar a la sociedad y dividir con esquiroles desde la misma convivencia y, por dinero, tratarán de dividirnos, como lo han hecho.

El colmo será, que cualquier acusación, será negada, aún, cuando sea probada, y cuando la realidad los ponga contra la pared, lo seguirán negando. Los agravios no se detendrán.

La pandemia, junto con nuestra salud y las muertes que se acumulan cada día; igualmente la economía, con el desastre que ha ocasionado y el cierre de muchos negocios pequeño y medianos principalmente, pero de igual manera, la inseguridad, con las miles de muertes violentas que se han acumulado, no importarán más, primero está ganar la elección que asegure el ingreso cómodo del dinero público. Igualmente el poder omnímodo de Mexico.

Una vez, quien gana cualquier postulación, que no la elección, en cual quiera de las representaciones populares, quienes lo logran, se van olvidando de los males superlativos que nos lastiman, para entrar en la efervescencia de los temas electorales. Promesas en cuantías enormes. Prometer no empobrece, dar es lo que aniquila; y desde luego que ha sido la historia de quienes se hacen de dinero público, pensando que les pertenece .

Esta ya pronto el inicio de campañas electorales para el 2021, todo bajo promesas, será un México diferente, próspero en el espejismo del triunfo, justo en la palabra que se esfuma y que no se cumple pero, igualmente, salpicados de mucha descalificación y si me apuran de inmundicia vertida a los enemigos y que, los mexicanos no merecemos.

La avaricia del poder y dinero público, la envidia del porqué tu si y, yo no, las ganas de tener más aunque sea robado, hará a un lado el interés social aún cuando la pandemia, la muerte y, el desastre económico, ronde a quienes mantenemos a este gran País nuestro.

Las democracias del mundo, tienen que cambiar y volcarse en beneficios a la población palpables y redituables, so pena de no hacerlo, el 99% que no gobierna ningún país, estado o municipio, podré volcarse y generar violencia, como ya lo hemos visto en la anarquía que se puede generar desde la sociedad.

Basta de abusos.

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