/ viernes 10 de junio de 2022

Entorno empresarial

La inversión un detonante necesario

La baja inversión que hay en México y todas las consecuencias que esto tiene son actualmente uno de los principales obstáculos para el desarrollo.

La falta de inversión tiene una cadena causal: baja inversión, falta de creación de empleos producto de ella, lo que genera presiones para la migración, abre una ventana de oportunidad al crimen organizado y se genera este círculo vicioso en el que una variable macro que suena etérea realmente está afectando la creación de oportunidades.

La baja inversión se da tanto en el sector privado como en el público. Pero las inversiones deben hacerse con inteligencia, pensando en su potencial multiplicador.

Sobre todo en lo que respecta a la inversión pública, por ejemplo, en infraestructura, debe priorizarse aquella que es catalizadora de más inversiones, y no focalizada en megaproyectos.

La falta de apoyo del Gobierno al sector productivo es grave, por lo que es inaplazable echar a andar apoyos directos y fomento de la inversión, con el fin de reanimar la actividad productiva, generar nuevos empleos y volver a crecer.

Las entidades federativas tienen poco margen para compensar con recursos propios la falta de interés de la Federación, o de cambiar su estrategia de inversión por una más amplia.

Las transferencias de gasto federalizado, a través de las Participaciones, los fondos del Ramo 33 y hasta los fondos discrecionales del Ramo 23 destinados al desarrollo regional han ido disminuyendo, por lo que no serán un instrumento que permita compensar la falta de inversión del Gobierno federal e inversión privada en el desarrollo regional.

Para ampliar y sostener el crecimiento económico deben promover la inversión privada y atraer recursos privados en la inversión pública, a través de los esquemas de asociación público privada.

Es evidente que las políticas económicas del Gobierno actual no promueven la inversión privada ni ayudan a atraer recursos privados, lo que merma la certidumbre y por ende la confianza, elementos intangibles pero necesarios para atraerla.

También afecta el bienestar social, porque ese tipo de inversión se destina al desarrollo de obras como escuelas, hospitales, centros de readaptación social y deportivos, etc.

Promover la inversión en resiliencia, equilibrar el estímulo entre la infraestructura y la industria, y abordar los desafíos de implementación de los planes de recuperación requiere un enfoque de política coherente.

La inversión un detonante necesario

La baja inversión que hay en México y todas las consecuencias que esto tiene son actualmente uno de los principales obstáculos para el desarrollo.

La falta de inversión tiene una cadena causal: baja inversión, falta de creación de empleos producto de ella, lo que genera presiones para la migración, abre una ventana de oportunidad al crimen organizado y se genera este círculo vicioso en el que una variable macro que suena etérea realmente está afectando la creación de oportunidades.

La baja inversión se da tanto en el sector privado como en el público. Pero las inversiones deben hacerse con inteligencia, pensando en su potencial multiplicador.

Sobre todo en lo que respecta a la inversión pública, por ejemplo, en infraestructura, debe priorizarse aquella que es catalizadora de más inversiones, y no focalizada en megaproyectos.

La falta de apoyo del Gobierno al sector productivo es grave, por lo que es inaplazable echar a andar apoyos directos y fomento de la inversión, con el fin de reanimar la actividad productiva, generar nuevos empleos y volver a crecer.

Las entidades federativas tienen poco margen para compensar con recursos propios la falta de interés de la Federación, o de cambiar su estrategia de inversión por una más amplia.

Las transferencias de gasto federalizado, a través de las Participaciones, los fondos del Ramo 33 y hasta los fondos discrecionales del Ramo 23 destinados al desarrollo regional han ido disminuyendo, por lo que no serán un instrumento que permita compensar la falta de inversión del Gobierno federal e inversión privada en el desarrollo regional.

Para ampliar y sostener el crecimiento económico deben promover la inversión privada y atraer recursos privados en la inversión pública, a través de los esquemas de asociación público privada.

Es evidente que las políticas económicas del Gobierno actual no promueven la inversión privada ni ayudan a atraer recursos privados, lo que merma la certidumbre y por ende la confianza, elementos intangibles pero necesarios para atraerla.

También afecta el bienestar social, porque ese tipo de inversión se destina al desarrollo de obras como escuelas, hospitales, centros de readaptación social y deportivos, etc.

Promover la inversión en resiliencia, equilibrar el estímulo entre la infraestructura y la industria, y abordar los desafíos de implementación de los planes de recuperación requiere un enfoque de política coherente.