/ viernes 21 de enero de 2022

Entorno empresarial

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Fase recesiva o baja de la tasa de crecimiento

El rezago habitual con el que conocemos el PIB dificulta la toma de decisiones. El PIB pretende capturar la información de toda la producción del país lo que implica un alto grado de complejidad.

Es por eso que el Inegi produce el IGAE, el Indicador Global de la Actividad Económica, que permite dar una perspectiva, quizás menos completa (considerando prácticamente 95% de la actividad económica), pero más oportuna.

Y la tendencia que muestra es que el Producto Interno Bruto (PIB) presentaría una menor tasa de crecimiento a la esperada por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador en el 2021.

Ya sabíamos que había una desaceleración en la segunda mitad del año, pero ahora preocupa que esto se mantenga en el 2022. Las cifras apuntan a que la economía de nuestro país ha entrado en una dinámica recesiva dentro del ciclo recesivo mayor ocasionado por el surgimiento inicial del Covid-19, lo que podría deteriorar el marco para la recuperación y sesgar a la baja los pronósticos de crecimiento para el 2022.

Para el 2022 el reto será mayor al anticipado ante factores como los problemas de suministro, aumentos en los precios al consumidor así como la incertidumbre de la pandemia, lo cual tienen un peso importante en el dinamismo económico.

De acuerdo con la SHCP, este año la economía mostraría un crecimiento de 4.1%, así como una inflación de 3.4%; sin embargo, el panorama apunta a otro camino. En las últimas semanas, diferentes organismos e instituciones han modificado a la baja su proyección de crecimiento para este año, mientras que para la inflación se espera que continúe por encima del objetivo de Banxico.

Las incertidumbres actuales, como la inflación y los problemas de las cadenas de suministros, contrarrestan el impulso económico del levantamiento gradual de las medidas de contención por la pandemia.

Esto afecta al empleo, al consumo, a la recaudación y no tenemos motores en la economía que nos apuntalen y la falta de incentivos a la inversión privada nos esta saliendo caro, además de la incertidumbre que genera la reforma energética.

Este notable empeoramiento de las previsiones de crecimiento supone una muy mala noticia para la economía nacional. Las debilidades que nuestro PIB ya presenta, como la baja productividad, se podrían ver exacerbadas por el deterioro del impulso económico a nivel global.

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Fase recesiva o baja de la tasa de crecimiento

El rezago habitual con el que conocemos el PIB dificulta la toma de decisiones. El PIB pretende capturar la información de toda la producción del país lo que implica un alto grado de complejidad.

Es por eso que el Inegi produce el IGAE, el Indicador Global de la Actividad Económica, que permite dar una perspectiva, quizás menos completa (considerando prácticamente 95% de la actividad económica), pero más oportuna.

Y la tendencia que muestra es que el Producto Interno Bruto (PIB) presentaría una menor tasa de crecimiento a la esperada por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador en el 2021.

Ya sabíamos que había una desaceleración en la segunda mitad del año, pero ahora preocupa que esto se mantenga en el 2022. Las cifras apuntan a que la economía de nuestro país ha entrado en una dinámica recesiva dentro del ciclo recesivo mayor ocasionado por el surgimiento inicial del Covid-19, lo que podría deteriorar el marco para la recuperación y sesgar a la baja los pronósticos de crecimiento para el 2022.

Para el 2022 el reto será mayor al anticipado ante factores como los problemas de suministro, aumentos en los precios al consumidor así como la incertidumbre de la pandemia, lo cual tienen un peso importante en el dinamismo económico.

De acuerdo con la SHCP, este año la economía mostraría un crecimiento de 4.1%, así como una inflación de 3.4%; sin embargo, el panorama apunta a otro camino. En las últimas semanas, diferentes organismos e instituciones han modificado a la baja su proyección de crecimiento para este año, mientras que para la inflación se espera que continúe por encima del objetivo de Banxico.

Las incertidumbres actuales, como la inflación y los problemas de las cadenas de suministros, contrarrestan el impulso económico del levantamiento gradual de las medidas de contención por la pandemia.

Esto afecta al empleo, al consumo, a la recaudación y no tenemos motores en la economía que nos apuntalen y la falta de incentivos a la inversión privada nos esta saliendo caro, además de la incertidumbre que genera la reforma energética.

Este notable empeoramiento de las previsiones de crecimiento supone una muy mala noticia para la economía nacional. Las debilidades que nuestro PIB ya presenta, como la baja productividad, se podrían ver exacerbadas por el deterioro del impulso económico a nivel global.