/ viernes 10 de septiembre de 2021

Entorno Empresarial

El desmantelamiento atenta contra la seguridad y el bienestar

Este cambio de régimen se ha concentrado mucho en el desmantelamiento de instituciones, la cancelación de obras o programas, los recortes burocráticos, la austeridad presupuestal, en fin, en la labor de demoler al México del pasado inmediato. ¿Pero cuál es el país, entonces, que está edificando? ¿De qué se trata su idea del mañana? ¿Existe? ¿Cuál es su agenda? ¿Cuáles son sus objetivos e instrumentos?

Es como si en la acción gubernamental no existieran más que dos tiempos.

Por un lado, el pasado que se busca destruir; por el otro, el presente que se autoafirma en esa furiosa voluntad de destrucción. El futuro, como proyecto, no existe.

Los desastres naturales ocurridos en el país, muestran que el gobierno federal no tiene elaborada la normatividad para atenderlos, lo cual ocurre después de que el presidente decide desaparecer el fideicomiso del Fondo de Desastres Naturales FONDEN.

Todo por cumplir su dicho de “al diablo con sus instituciones” y poner las suyas, cuando pudo haber simplificado las cosas tan sólo reformando la normatividad del FONDEN.

Ahora, no hay forma de gestionar de manera eficaz la ayuda para la población en caso de desastres; todas las dependencias tienen que improvisar su forma de actuar, sólo intuyendo como deberían de hacerlo.

Hoy, expertos en el tema dicen que fue un error desaparecer el FONDEN, opinan que fue un grave error que genera problemas graves, pues éste permitía reunir recursos presupuestales año con año, sin tener que regresarlos a la federación si no se ejercían cada ejercicio fiscal.

Dependerá de cuál sea su gestión política y no a reglas claras de cómo usar los recursos. Por ello, se considera que, con la desaparición del Fonden, retrocedimos como unos 15 años.

Regresamos a los tiempos del PRI viejo, en los que el presidente en turno, cuando ocurría un desastre de grandes dimensiones, buscaba dinero de donde fuera para hacer frente a la emergencia. Cuando hay un desastre muy fuerte, el hecho de no tener dinero multiplica la tragedia y los tiempos de recuperación.

No hay que caer en la falacia de que sin FONDEN no se puede hacer nada en caso de siniestros.

Creo que ilustra un problema, porque se necesitan instrumentos como los Fondos de emergencia que tienen que tener una lógica administrativa distinta a la presupuestal, para atender estos siniestros.

El desmantelamiento atenta contra la seguridad y el bienestar

Este cambio de régimen se ha concentrado mucho en el desmantelamiento de instituciones, la cancelación de obras o programas, los recortes burocráticos, la austeridad presupuestal, en fin, en la labor de demoler al México del pasado inmediato. ¿Pero cuál es el país, entonces, que está edificando? ¿De qué se trata su idea del mañana? ¿Existe? ¿Cuál es su agenda? ¿Cuáles son sus objetivos e instrumentos?

Es como si en la acción gubernamental no existieran más que dos tiempos.

Por un lado, el pasado que se busca destruir; por el otro, el presente que se autoafirma en esa furiosa voluntad de destrucción. El futuro, como proyecto, no existe.

Los desastres naturales ocurridos en el país, muestran que el gobierno federal no tiene elaborada la normatividad para atenderlos, lo cual ocurre después de que el presidente decide desaparecer el fideicomiso del Fondo de Desastres Naturales FONDEN.

Todo por cumplir su dicho de “al diablo con sus instituciones” y poner las suyas, cuando pudo haber simplificado las cosas tan sólo reformando la normatividad del FONDEN.

Ahora, no hay forma de gestionar de manera eficaz la ayuda para la población en caso de desastres; todas las dependencias tienen que improvisar su forma de actuar, sólo intuyendo como deberían de hacerlo.

Hoy, expertos en el tema dicen que fue un error desaparecer el FONDEN, opinan que fue un grave error que genera problemas graves, pues éste permitía reunir recursos presupuestales año con año, sin tener que regresarlos a la federación si no se ejercían cada ejercicio fiscal.

Dependerá de cuál sea su gestión política y no a reglas claras de cómo usar los recursos. Por ello, se considera que, con la desaparición del Fonden, retrocedimos como unos 15 años.

Regresamos a los tiempos del PRI viejo, en los que el presidente en turno, cuando ocurría un desastre de grandes dimensiones, buscaba dinero de donde fuera para hacer frente a la emergencia. Cuando hay un desastre muy fuerte, el hecho de no tener dinero multiplica la tragedia y los tiempos de recuperación.

No hay que caer en la falacia de que sin FONDEN no se puede hacer nada en caso de siniestros.

Creo que ilustra un problema, porque se necesitan instrumentos como los Fondos de emergencia que tienen que tener una lógica administrativa distinta a la presupuestal, para atender estos siniestros.