/ viernes 13 de agosto de 2021

Entorno Empresarial

La inflación afecta el poder adquisitivo

La inflación es un mal que aqueja a la mayoría de los países, y más aún en las condiciones actuales de la pandemia en la que el aislamiento, produce condiciones de desaceleración.

La inflación se compone de varios aspectos que van dando un peso específico a su desarrollo duración y gravedad, tal es el caso de la inflación externa, muy relacionada con México al ser gran importador, de esta manera al incrementarse materias primas y commodities empuja al alza. La manera más conocida de mantener controlada a la inflación es subiendo las tasas de interés, situación que en nuestro caso el Banco de México realiza para garantizar las metas de inflación que se ha propuesto.

Este incremento no es una buena noticia.

No será el único y se pronostica una serie de aumentos posteriores para la contención de la inflación. Sin embargo analistas consideran que estos incrementos son un error del Banco siendo que otras economías han optado por tener una política económica expansiva en la cual se bajan las tasas para incentivar el crecimiento económico. Lo cierto es que la inflación es altamente regresiva, el Índice de Precios y Cotizaciones se moderó ligeramente en julio, a 5.81 por ciento, mientras que el índice de precios de la canasta de consumo mínimo se elevó 6.8% anual. Traduciendo lo anterior es que ya no alcanza el dinero en los hogares. El repunte de la inflación en México en este año ha tenido un impacto negativo sobre el poder adquisitivo del ingreso de los trabajadores. Hay dos preocupaciones fundamentales en este caso, una es que el banco durante este sexenio se ha fijado metas de inflación que no ha cumplido, ósea que no ha podido controlar la inflación y la segunda es la inflación subyacente, que es el componente interno y no externo más nocivo. Las presiones para la inflación siguen en el índice subyacente, que se aceleró a 4.66 por ciento, su octavo mes con alza consecutiva y su mayor nivel desde 2017. En tanto, el índice no subyacente aumentó en 9.39 por ciento, anual, que implicó una desaceleración respecto a junio. Las expectativas de inflación son, posiblemente, el elemento más importante a considerar para la conducción de la política monetaria. Una vez que se contaminan las expectativas de inflación y que ésta se mantiene elevada, llevarla de nuevo a niveles bajos es muy costoso, principalmente en términos de crecimiento económico. La política monetaria debe ser firme y preventiva.

La inflación afecta el poder adquisitivo

La inflación es un mal que aqueja a la mayoría de los países, y más aún en las condiciones actuales de la pandemia en la que el aislamiento, produce condiciones de desaceleración.

La inflación se compone de varios aspectos que van dando un peso específico a su desarrollo duración y gravedad, tal es el caso de la inflación externa, muy relacionada con México al ser gran importador, de esta manera al incrementarse materias primas y commodities empuja al alza. La manera más conocida de mantener controlada a la inflación es subiendo las tasas de interés, situación que en nuestro caso el Banco de México realiza para garantizar las metas de inflación que se ha propuesto.

Este incremento no es una buena noticia.

No será el único y se pronostica una serie de aumentos posteriores para la contención de la inflación. Sin embargo analistas consideran que estos incrementos son un error del Banco siendo que otras economías han optado por tener una política económica expansiva en la cual se bajan las tasas para incentivar el crecimiento económico. Lo cierto es que la inflación es altamente regresiva, el Índice de Precios y Cotizaciones se moderó ligeramente en julio, a 5.81 por ciento, mientras que el índice de precios de la canasta de consumo mínimo se elevó 6.8% anual. Traduciendo lo anterior es que ya no alcanza el dinero en los hogares. El repunte de la inflación en México en este año ha tenido un impacto negativo sobre el poder adquisitivo del ingreso de los trabajadores. Hay dos preocupaciones fundamentales en este caso, una es que el banco durante este sexenio se ha fijado metas de inflación que no ha cumplido, ósea que no ha podido controlar la inflación y la segunda es la inflación subyacente, que es el componente interno y no externo más nocivo. Las presiones para la inflación siguen en el índice subyacente, que se aceleró a 4.66 por ciento, su octavo mes con alza consecutiva y su mayor nivel desde 2017. En tanto, el índice no subyacente aumentó en 9.39 por ciento, anual, que implicó una desaceleración respecto a junio. Las expectativas de inflación son, posiblemente, el elemento más importante a considerar para la conducción de la política monetaria. Una vez que se contaminan las expectativas de inflación y que ésta se mantiene elevada, llevarla de nuevo a niveles bajos es muy costoso, principalmente en términos de crecimiento económico. La política monetaria debe ser firme y preventiva.