/ viernes 26 de febrero de 2021

Entorno Empresarial

El estatismo una estrategia fallida

Cuando el gobierno se hace cargo, interviene o controla empresas estratégicas, se le llama estatismo económico.

En el caso de los proyectos energéticos detenidos en este sexenio, el gobierno busca beneficiar a una de las empresas que controla, la intención es que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) vuelva a tener fuerza, convertirla, de manera un tanto forzada, en una empresa competitiva.

Pero, ¿Es una buena estrategia? Donde no hay inversión privada, aumentara el costo de la luz entre otras causas.

Lo que está ocurriendo es que el gobierno sigue siendo dueño de empresas estratégicas, y al buscar su crecimiento forzado, que afecta la libertad de otras empresas del mismo rubro.

El gobierno federal tiene detenidos más de 10,000 millones de dólares en inversiones de proyectos de energías renovables y gas natural, por lo cual vale la pena preguntarse si estamos ante el regreso de un estatismo económico en México. El México que le gustó a López Obrador es el México de Echeverría, donde Pemex y CFE funcionaba de otra forma. El estatismo no solo es una estrategia fallida, es una utopía regresiva, es un intento de restauración del viejo régimen en lugar de una transformación.

México no puede seguir ni una trayectoria ni la otra por varias razones. La más importante es que el país es una economía abierta regulada por doce tratados de libre comercio, incluido el T-MEC, así como por su pertenencia a la Organización Mundial de Comercio (OMC).

Tras décadas de apertura, la economía nacional está fuertemente integrada con la de Estados Unidos y, por su complejidad, no puede ser dirigida desde la presidencia como se intentó en el pasado.

Cerrarla sería apagar el motor de crecimiento más importante del país, las exportaciones, que son el origen del mayor crecimiento promedio de los estados del norte y centro-occidente.

No hay condiciones para un ciclo duradero de alto crecimiento y expansión del gasto público, principalmente por la falta de mecanismos para financiarlo y porque cualquier señal de heterodoxia se pagará rápidamente con una salida de capitales y tasas de interés más altas.

Entre más errores se cometan en política económica y más se ahuyente a la inversión privada, más políticas pro mercado se tienen que hacer después para atraerla de regreso –en eso consistió la política económica de Miguel de la Madrid en adelante.

El estatismo una estrategia fallida

Cuando el gobierno se hace cargo, interviene o controla empresas estratégicas, se le llama estatismo económico.

En el caso de los proyectos energéticos detenidos en este sexenio, el gobierno busca beneficiar a una de las empresas que controla, la intención es que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) vuelva a tener fuerza, convertirla, de manera un tanto forzada, en una empresa competitiva.

Pero, ¿Es una buena estrategia? Donde no hay inversión privada, aumentara el costo de la luz entre otras causas.

Lo que está ocurriendo es que el gobierno sigue siendo dueño de empresas estratégicas, y al buscar su crecimiento forzado, que afecta la libertad de otras empresas del mismo rubro.

El gobierno federal tiene detenidos más de 10,000 millones de dólares en inversiones de proyectos de energías renovables y gas natural, por lo cual vale la pena preguntarse si estamos ante el regreso de un estatismo económico en México. El México que le gustó a López Obrador es el México de Echeverría, donde Pemex y CFE funcionaba de otra forma. El estatismo no solo es una estrategia fallida, es una utopía regresiva, es un intento de restauración del viejo régimen en lugar de una transformación.

México no puede seguir ni una trayectoria ni la otra por varias razones. La más importante es que el país es una economía abierta regulada por doce tratados de libre comercio, incluido el T-MEC, así como por su pertenencia a la Organización Mundial de Comercio (OMC).

Tras décadas de apertura, la economía nacional está fuertemente integrada con la de Estados Unidos y, por su complejidad, no puede ser dirigida desde la presidencia como se intentó en el pasado.

Cerrarla sería apagar el motor de crecimiento más importante del país, las exportaciones, que son el origen del mayor crecimiento promedio de los estados del norte y centro-occidente.

No hay condiciones para un ciclo duradero de alto crecimiento y expansión del gasto público, principalmente por la falta de mecanismos para financiarlo y porque cualquier señal de heterodoxia se pagará rápidamente con una salida de capitales y tasas de interés más altas.

Entre más errores se cometan en política económica y más se ahuyente a la inversión privada, más políticas pro mercado se tienen que hacer después para atraerla de regreso –en eso consistió la política económica de Miguel de la Madrid en adelante.