/ viernes 12 de julio de 2019

Entorno empresarial

AUSTERIDAD Y ENTORNO INTERNACIONAL

Este martes 9 de julio, Carlos Urzúa presentó su renuncia al frente de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). Apenas unos minutos después de la renuncia, López Obrador anunciaba que el hasta ahora subsecretario de Hacienda y Crédito Público, Arturo Herrera, reemplazaría a Urzúa al frente de la SHCP.

En el fondo, las señales de estos cambios parecen claras. El presidente quiere mantener una fuerte injerencia en las decisiones sobre el origen y uso de los recursos públicos federales, independientemente de quién encabece la SHCP.

Así, poco parece importar la experiencia de quien ocupa el puesto, sino su capacidad para lograr operar de manera exitosa el mandato de austeridad republicana que pronto estará consolidado en su propia ley.

Estos cambios se dan en un momento político y económico complicado. Y se abre el debate económico mexicano y ante la incertidumbre se cuestionan las opciones de las autoridades económicas.

Y Es que los acontecimientos internacionales ponen de relieve la baja en algunos sectores de competitividad del sector productivo.

La pregunta es: ¿cómo puede protegerse la industria mexicana en este terrible escenario mundial? Sin afectar a las empresas y absorber o amplificar la crisis externa hacia la economía local.

Pero mientras el Gobierno Federal haya decidió apretarse el cinturón con un recorte de gasto fiscal en 2019, disminuye en forma importante la posibilidad que las expectativas de inflación requieran de ajustes monetarios como la tasa de interés para mantenerse controladas.

A su vez, el apretón fiscal ayuda a que la economía pase en 2019 sin excesos por lo que una débil demanda interna ayudaría a un frágil poder de precios de comerciantes y productores. Luego el efecto dólar en la inflación sería muy bajo.

Adicionalmente, si como apunta la lógica financiera global, hacia el segundo semestre de 2019 existen riesgos de una debilidad mundial del dólar, las presiones de depreciación del peso serán moderadas y transitorias.

En ese sentido, el apretón fiscal debe ir encaminado a construir algún tipo de ahorro que permita afrontar en los próximos años un peso fuerte y tendiente a apreciarse.

Esto es que se puedan volver a acumular grandes montos de reservas internacionales. Así se suavizaría el efecto global de una recesión.

AUSTERIDAD Y ENTORNO INTERNACIONAL

Este martes 9 de julio, Carlos Urzúa presentó su renuncia al frente de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). Apenas unos minutos después de la renuncia, López Obrador anunciaba que el hasta ahora subsecretario de Hacienda y Crédito Público, Arturo Herrera, reemplazaría a Urzúa al frente de la SHCP.

En el fondo, las señales de estos cambios parecen claras. El presidente quiere mantener una fuerte injerencia en las decisiones sobre el origen y uso de los recursos públicos federales, independientemente de quién encabece la SHCP.

Así, poco parece importar la experiencia de quien ocupa el puesto, sino su capacidad para lograr operar de manera exitosa el mandato de austeridad republicana que pronto estará consolidado en su propia ley.

Estos cambios se dan en un momento político y económico complicado. Y se abre el debate económico mexicano y ante la incertidumbre se cuestionan las opciones de las autoridades económicas.

Y Es que los acontecimientos internacionales ponen de relieve la baja en algunos sectores de competitividad del sector productivo.

La pregunta es: ¿cómo puede protegerse la industria mexicana en este terrible escenario mundial? Sin afectar a las empresas y absorber o amplificar la crisis externa hacia la economía local.

Pero mientras el Gobierno Federal haya decidió apretarse el cinturón con un recorte de gasto fiscal en 2019, disminuye en forma importante la posibilidad que las expectativas de inflación requieran de ajustes monetarios como la tasa de interés para mantenerse controladas.

A su vez, el apretón fiscal ayuda a que la economía pase en 2019 sin excesos por lo que una débil demanda interna ayudaría a un frágil poder de precios de comerciantes y productores. Luego el efecto dólar en la inflación sería muy bajo.

Adicionalmente, si como apunta la lógica financiera global, hacia el segundo semestre de 2019 existen riesgos de una debilidad mundial del dólar, las presiones de depreciación del peso serán moderadas y transitorias.

En ese sentido, el apretón fiscal debe ir encaminado a construir algún tipo de ahorro que permita afrontar en los próximos años un peso fuerte y tendiente a apreciarse.

Esto es que se puedan volver a acumular grandes montos de reservas internacionales. Así se suavizaría el efecto global de una recesión.