/ viernes 28 de junio de 2019

Entorno Empresarial

ECONOMÍA MUNDIAL EN RIESGO DE RECESIÓN

La guerra comercial con China, Unión Europea y México, entre otros, que lanzó el año pasado el presidente estadounidense Donald Trump está afectando los flujos de comercio y el desempeño de la economía mundial.

Así lo confirmó la Organización Mundial del Comercio (OMC), cuyas previsiones son preocupantes: el comercio mundial de mercancías crecerá este año 2,6% en volumen, lo que implica una desaceleración frente a la cifra del año pasado, cuando aumentó 3%.

México, al igual que América Latina, se convirtió en un espectador ansioso de la guerra comercial entre Estados Unidos y China que impacta de forma despareja en la región: muchos ya la sufren, algunos la aprovechan.

Las señales de que la escalada arancelaria entre los dos gigantes de la economía mundial se extenderá en el tiempo son cada vez más claras. De hecho, el Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió que el pulso entre ambos países puede "poner en peligro la recuperación" del crecimiento económico global para este año.

Pero la perspectiva de una pugna comercial prolongada que disminuya el crecimiento mundial ha traído otras consecuencias menos auspiciosas para América Latina. Esto se ha traducido, por ejemplo, en la caída en varias bolsas de la región, así como en un debilitamiento de monedas latinoamericanas frente al dólar.

Los efectos de las escaramuzas comerciales entre Estados Unidos y China, Corea, Canadá, México y la Unión Europea parecen todavía de bajas proporciones, a pesar de que las hostilidades se expanden cada vez más.

El efecto sobre la actividad económica podría ser de una mayor magnitud, si la incertidumbre, a medida que las escaramuzas se convierten en una guerra de grandes proporciones, genera un descenso pronunciado de la confianza de los inversionistas y los consumidores en las grandes economías envueltas. En ese caso, el consumo y la inversión se replegarían, lo cual podría llevarlas a una recesión.

La recesión de esas economías se transmitiría al resto del mundo a través de un descenso del comercio, una caída de los precios de las materias primas y una reducción de los flujos de capital. Esperemos que las negociaciones entre los países eviten sanciones drásticas que afecten el resto de las economias.

ECONOMÍA MUNDIAL EN RIESGO DE RECESIÓN

La guerra comercial con China, Unión Europea y México, entre otros, que lanzó el año pasado el presidente estadounidense Donald Trump está afectando los flujos de comercio y el desempeño de la economía mundial.

Así lo confirmó la Organización Mundial del Comercio (OMC), cuyas previsiones son preocupantes: el comercio mundial de mercancías crecerá este año 2,6% en volumen, lo que implica una desaceleración frente a la cifra del año pasado, cuando aumentó 3%.

México, al igual que América Latina, se convirtió en un espectador ansioso de la guerra comercial entre Estados Unidos y China que impacta de forma despareja en la región: muchos ya la sufren, algunos la aprovechan.

Las señales de que la escalada arancelaria entre los dos gigantes de la economía mundial se extenderá en el tiempo son cada vez más claras. De hecho, el Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió que el pulso entre ambos países puede "poner en peligro la recuperación" del crecimiento económico global para este año.

Pero la perspectiva de una pugna comercial prolongada que disminuya el crecimiento mundial ha traído otras consecuencias menos auspiciosas para América Latina. Esto se ha traducido, por ejemplo, en la caída en varias bolsas de la región, así como en un debilitamiento de monedas latinoamericanas frente al dólar.

Los efectos de las escaramuzas comerciales entre Estados Unidos y China, Corea, Canadá, México y la Unión Europea parecen todavía de bajas proporciones, a pesar de que las hostilidades se expanden cada vez más.

El efecto sobre la actividad económica podría ser de una mayor magnitud, si la incertidumbre, a medida que las escaramuzas se convierten en una guerra de grandes proporciones, genera un descenso pronunciado de la confianza de los inversionistas y los consumidores en las grandes economías envueltas. En ese caso, el consumo y la inversión se replegarían, lo cual podría llevarlas a una recesión.

La recesión de esas economías se transmitiría al resto del mundo a través de un descenso del comercio, una caída de los precios de las materias primas y una reducción de los flujos de capital. Esperemos que las negociaciones entre los países eviten sanciones drásticas que afecten el resto de las economias.