/ viernes 22 de marzo de 2019

Entorno Empresarial

DICOTOMÍA ENTRE LA INNOVACIÓN Y LA OPERACIÓN

Cuantas veces en la pequeña y mediana empresa es confuso saber que camino tomar cuando se siente la necesidad de innovar para progresar pero también hay desconfianza al cambio y se opta por operar igual.

Así, los que desean innovar piensan que si no se cambia van a la quiebra, mientras los de la operación podrían pensar que se toman muchos riesgos y por eso es mejor seguir haciendo lo mismo, pero, ¿quién está en lo cierto?

La verdad, ninguno de los dos. Pues en tiempos cambiantes y altamente demandantes, el no innovar sí puede potencialmente llevar a una empresa a la quiebra, pero si no se continúa operando y sirviendo a los clientes, también se conduce a la quiebra.

Por tanto, ambos aspectos se vuelven igual de prioritarios.

No podemos olvidar que toda innovación conduce eventualmente a procesos de estandarización, pues se debe adoptar aquella novedad con el objetivo de fortalecer el negocio.

Por tanto, toda innovación termina convirtiéndose en un eslabón más de la operación.

Además, si esto no sucede, no podría ni siquiera llegar a hablarse de innovación, pues la adopción de los cambios que ésta propone requiere indiscutiblemente de la aceptación de la misma en un entorno específico, tema que sin tener una operación detallada y minuciosa jamás se podrá lograr.

Pero así mismo, requiere de un pensamiento flexible que nos permita movernos con facilidad en medio de la operación, de las limitantes y de las dificultades del negocio; pues es claro que en el proceso tendremos que dar muchas batallas, promover un cambio de mentalidad y ser visionarios para tomar riesgos en medio de lo desconocido.

Por tanto aunque existan procesos de innovación que guían nuestro pensamiento y forma de actuar, nos veremos obligados a pensar de maneras diferentes y a movernos en tiempos variables.

Por eso, no podemos copiar y pegar un modelo ya usado, sino que debemos estar abiertos a rediseñar los procesos basados en la necesidad y características propias.

En conclusión, la solución a la dicotomía entre la innovación y la operación, no se resuelve en una competencia entre las dos, sino construyendo puentes que permitan apalancar los procesos creativos de la innovación con la ejecución operativa que aterriza las ideas.

Es simplemente un balance entre divergencia y convergencia; entre pensamiento creativo y pensamiento crítico.

DICOTOMÍA ENTRE LA INNOVACIÓN Y LA OPERACIÓN

Cuantas veces en la pequeña y mediana empresa es confuso saber que camino tomar cuando se siente la necesidad de innovar para progresar pero también hay desconfianza al cambio y se opta por operar igual.

Así, los que desean innovar piensan que si no se cambia van a la quiebra, mientras los de la operación podrían pensar que se toman muchos riesgos y por eso es mejor seguir haciendo lo mismo, pero, ¿quién está en lo cierto?

La verdad, ninguno de los dos. Pues en tiempos cambiantes y altamente demandantes, el no innovar sí puede potencialmente llevar a una empresa a la quiebra, pero si no se continúa operando y sirviendo a los clientes, también se conduce a la quiebra.

Por tanto, ambos aspectos se vuelven igual de prioritarios.

No podemos olvidar que toda innovación conduce eventualmente a procesos de estandarización, pues se debe adoptar aquella novedad con el objetivo de fortalecer el negocio.

Por tanto, toda innovación termina convirtiéndose en un eslabón más de la operación.

Además, si esto no sucede, no podría ni siquiera llegar a hablarse de innovación, pues la adopción de los cambios que ésta propone requiere indiscutiblemente de la aceptación de la misma en un entorno específico, tema que sin tener una operación detallada y minuciosa jamás se podrá lograr.

Pero así mismo, requiere de un pensamiento flexible que nos permita movernos con facilidad en medio de la operación, de las limitantes y de las dificultades del negocio; pues es claro que en el proceso tendremos que dar muchas batallas, promover un cambio de mentalidad y ser visionarios para tomar riesgos en medio de lo desconocido.

Por tanto aunque existan procesos de innovación que guían nuestro pensamiento y forma de actuar, nos veremos obligados a pensar de maneras diferentes y a movernos en tiempos variables.

Por eso, no podemos copiar y pegar un modelo ya usado, sino que debemos estar abiertos a rediseñar los procesos basados en la necesidad y características propias.

En conclusión, la solución a la dicotomía entre la innovación y la operación, no se resuelve en una competencia entre las dos, sino construyendo puentes que permitan apalancar los procesos creativos de la innovación con la ejecución operativa que aterriza las ideas.

Es simplemente un balance entre divergencia y convergencia; entre pensamiento creativo y pensamiento crítico.