/ viernes 29 de junio de 2018

¡El Planeta nos pide a gritos! ¿Biodegradable?

Por: Cristopher Miranda, Greenpeace SLP

Mucho antes de la era en que nos encontramos, no existía el plástico en nuestras vidas, lo cual dista mucho de la actualidad, ya que basta con voltear la mirada hacia nuestro alrededor. Cerramos el mes de junio, en el que conmemoramos el Medio Ambiente y es pertinente hacer ciertas reflexiones.

Anteriormente, el ser humano obtenía los recursos de la naturaleza, de donde se encontraban los primeros polímeros, el ambar y la goma laca; entre muchos otros que representaban la posibilidad de crear y moldear cosas que la madera o la roca no podrían.

Con el paso del tiempo la necesidad de un material resistente nos llevó a innovar, siendo hasta en 1786 cuando se tiene registro de los primeros pasos de un material precursor del estireno: el Estorax, material aún creado a base de bálsamos naturales, el cual creó una revolución de incesante evolución hasta 1909 cuando se hizo el primer polímero sintético, llamado Bakelita en honor a su creador Leo Baekland, y desde aquí el plástico se viralizó, siendo aún muy temprano para saber que su daño en el futuro sería casi irreversible.

Hasta 2015, según reporta la Universidad de Georgia, EEUU, se han generado 8,300 millones de toneladas de plástico de los cuales en su mayoría terminan en el medio ambiente; y es que encontrar dicho material en productos desechables es lo más común hoy en día. México se encuentra en el lugar 12 de consumo de plásticos, una cifra elevada que tenemos que balancear para estar más en contacto con lo que ¡el Planeta nos pide a gritos!

Ante esta situación, han surgido muchas alternativas, siendo las más notables hasta ahora los bioplásticos y el plástico biodegradable, la diferencia entre estos, radica en su composición. Los bioplásticos están hechos de compuestos naturales como el almidón de maíz o caña de azúcar, los plásticos biodegradables están hechos a base de materias no renovables, a lo que se agrega un aditivo que ayuda a su degradación; podemos agregar también los compostales, que se convierten en material que nutre la tierra tras cierto tiempo.

Estas alternativas suenan bastante bien, pero no pueden ser perfectas, pues la biodegradabilidad de estos sigue estando sujeta a condiciones específicas, además de tener una reciclabilidad mínima y como punto final no establecen (según informes de las Naciones Unidas), una baja considerable en la contaminación de los océanos, por lo cual no son una solución determinante a la problemática ambiental.

No queda más que que reducir nuestro consumo personal, tomar conciencia y estar bien informados para tomar una buena decisión como consumidores, una que sea de provecho para nuestro planeta y haga el cambio que todos estamos buscando.


Columnista en Jefe: Ariadna Rincón Méndez.


Por: Cristopher Miranda, Greenpeace SLP

Mucho antes de la era en que nos encontramos, no existía el plástico en nuestras vidas, lo cual dista mucho de la actualidad, ya que basta con voltear la mirada hacia nuestro alrededor. Cerramos el mes de junio, en el que conmemoramos el Medio Ambiente y es pertinente hacer ciertas reflexiones.

Anteriormente, el ser humano obtenía los recursos de la naturaleza, de donde se encontraban los primeros polímeros, el ambar y la goma laca; entre muchos otros que representaban la posibilidad de crear y moldear cosas que la madera o la roca no podrían.

Con el paso del tiempo la necesidad de un material resistente nos llevó a innovar, siendo hasta en 1786 cuando se tiene registro de los primeros pasos de un material precursor del estireno: el Estorax, material aún creado a base de bálsamos naturales, el cual creó una revolución de incesante evolución hasta 1909 cuando se hizo el primer polímero sintético, llamado Bakelita en honor a su creador Leo Baekland, y desde aquí el plástico se viralizó, siendo aún muy temprano para saber que su daño en el futuro sería casi irreversible.

Hasta 2015, según reporta la Universidad de Georgia, EEUU, se han generado 8,300 millones de toneladas de plástico de los cuales en su mayoría terminan en el medio ambiente; y es que encontrar dicho material en productos desechables es lo más común hoy en día. México se encuentra en el lugar 12 de consumo de plásticos, una cifra elevada que tenemos que balancear para estar más en contacto con lo que ¡el Planeta nos pide a gritos!

Ante esta situación, han surgido muchas alternativas, siendo las más notables hasta ahora los bioplásticos y el plástico biodegradable, la diferencia entre estos, radica en su composición. Los bioplásticos están hechos de compuestos naturales como el almidón de maíz o caña de azúcar, los plásticos biodegradables están hechos a base de materias no renovables, a lo que se agrega un aditivo que ayuda a su degradación; podemos agregar también los compostales, que se convierten en material que nutre la tierra tras cierto tiempo.

Estas alternativas suenan bastante bien, pero no pueden ser perfectas, pues la biodegradabilidad de estos sigue estando sujeta a condiciones específicas, además de tener una reciclabilidad mínima y como punto final no establecen (según informes de las Naciones Unidas), una baja considerable en la contaminación de los océanos, por lo cual no son una solución determinante a la problemática ambiental.

No queda más que que reducir nuestro consumo personal, tomar conciencia y estar bien informados para tomar una buena decisión como consumidores, una que sea de provecho para nuestro planeta y haga el cambio que todos estamos buscando.


Columnista en Jefe: Ariadna Rincón Méndez.


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