/ lunes 6 de julio de 2020

El otro no es más importante que tú

El otro no es más que tú. Y todos somos importantes; porque no hay dos personas, que sean completamente iguales, cada quien es único, y por tanto insustituible.

Esa, es la razón por la que cada persona merece respeto. Y se utiliza el término persona, para hacer notar, qué cada uno de nosotros es un personaje en el escenario de la vida; a cada uno le toca desempeñar un papel muy peculiar. Y ahí, es donde radica su importancia, ya que somos insustituibles.

Y aunque todos valemos lo mismo, cada uno es distinto. Por eso no hay que menospreciar a nadie.

Hay quienes son importantes para algunos asuntos, y otros, lo serán para otros; pero todos tenemos importancia.

Y por eso, nadie es más, ni menos importante que tú.

Ya lo dice el Señor: que hay que amar al prójimo como a uno mismo. Es decir, el amor al otro, se mide por el amor a uno mismo.

No hay que amar más de lo que nos amamos a nosotros ; porque el otro no vale más que tú.

Y al único a quien le debemos todo el amor, es a Dios. Por eso, cuando alguien te pregunté, si lo amas, podrás responderle: no te amo más que a Dios, ni más de los que me amo a mi.

No vale la pena sacrificar la vida por otro, ni adorarle como si fuera Dios. Porque al único a quien le debemos la adoración, es al Señor. Por él, si vale la pena sacrificarlo todo; porque lo que se pierde por él, con él será recuperado.

Hay que amar al prójimo como a uno mismo. Es decir, el amor al otro, se mide por el amor a uno mismo.

El otro no es más que tú. Y todos somos importantes; porque no hay dos personas, que sean completamente iguales, cada quien es único, y por tanto insustituible.

Esa, es la razón por la que cada persona merece respeto. Y se utiliza el término persona, para hacer notar, qué cada uno de nosotros es un personaje en el escenario de la vida; a cada uno le toca desempeñar un papel muy peculiar. Y ahí, es donde radica su importancia, ya que somos insustituibles.

Y aunque todos valemos lo mismo, cada uno es distinto. Por eso no hay que menospreciar a nadie.

Hay quienes son importantes para algunos asuntos, y otros, lo serán para otros; pero todos tenemos importancia.

Y por eso, nadie es más, ni menos importante que tú.

Ya lo dice el Señor: que hay que amar al prójimo como a uno mismo. Es decir, el amor al otro, se mide por el amor a uno mismo.

No hay que amar más de lo que nos amamos a nosotros ; porque el otro no vale más que tú.

Y al único a quien le debemos todo el amor, es a Dios. Por eso, cuando alguien te pregunté, si lo amas, podrás responderle: no te amo más que a Dios, ni más de los que me amo a mi.

No vale la pena sacrificar la vida por otro, ni adorarle como si fuera Dios. Porque al único a quien le debemos la adoración, es al Señor. Por él, si vale la pena sacrificarlo todo; porque lo que se pierde por él, con él será recuperado.

Hay que amar al prójimo como a uno mismo. Es decir, el amor al otro, se mide por el amor a uno mismo.