El dirigente del Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana, Francisco Hernández Juárez, está a punto de perder la oportunidad de coincidir en el poder con un décimo presidente, o en este caso presidenta, pues, aunque se proclamó a sí mismo vencedor de su décimo segundo proceso de elección interna, el pasado 15 de julio, las autoridades se niegan a entregarle su Toma de Nota, por incumplir con diversos requisitos de la convocatoria y de la normatividad laboral.
Hernández Juárez compitió como cabeza de una única planilla, la planilla verde, para encabezar por cuatro años más el organismo sindical que nació ligado a las operaciones de Telmex, la otrora empresa del Estado. Él mismo se encargó con la estructura del sindicato de descalificar a la disidencia, por lo que la reelección estaba asegurada, para que el líder rebasara un periodo de medio siglo en el cargo y llegara hasta el 2028 con un récord como dirigente de 52 años.
El personaje identificado como “salinista” en realidad llegó a la dirigencia del STPRM en la administración de Luis Echeverría Álvarez, en 1976; por tanto, también convivió con los gobiernos corporativistas de José López Portillo, Miguel de la Madrid Hurtado y, después de Carlos Salinas de Gortari, fue tolerado por Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa. Finalmente, su pleno poder político regresó con el gobierno de Enrique Peña Nieto y, extrañamente, con el de Andrés Manuel López Obrador.
Debido a esos aires de “continuidad” que corren por el segundo piso de la 4T, el que construirá Claudia Sheinbaum Pardo, el eterno líder de los telefonistas proyectó trascender a un nuevo sexenio; pero, a cuatro días de que por primera vez una mujer tome las riendas del Poder Ejecutivo, Francisco Hernández Juárez sigue sin amarrar su permanencia, y todo parece indicar que ni la ya muy próxima presidenta ni su grupo de funcionarios tienen intenciones de que se mantenga en el cargo.
Los argumentos que las autoridades han esgrimido para negar la Toma de Nota a Hernández Juárez se centran en que no se cumplió con el requisito de cuota de equidad de género en la integración del Comité Ejecutivo Nacional y del Comité Nacional de Vigilancia, por lo que el dirigente busca de forma desesperada influir en su Comisión Nacional Electoral para recomponer el proceso de selección; esto mediante una convocatoria que, según los disidentes, está plagada de anomalías y carece de firmas.
Enfrente, los integrantes de la llamada Alianza Nacional Telefonista buscan el apoyo de las autoridades para que, ante una necesaria renovación del proceso, se les permita participar con una planilla opositora, lo que aseguraría la elección de un dirigente mediante un acto verdaderamente democrático, como lo establece la legislación laboral y los tratados comerciales internacionales. En ese escenario Hernández Juárez tendría todas las de perder, pues en la elección en la que participó como único candidato, registró la votación más baja de la historia.