/ domingo 24 de marzo de 2019

El dolor de cabeza

Es indudable que la seguridad pública es el dolor de cabeza de los gobernadores en todos los estados de la Federación, sin embargo, justo es reconocer que a pesar de que aquí, en esta ciudad hay algunos brotes inusuales violentos, que lastiman a la sociedad en general, crímenes perpetrados en forma bestial, pero que, por sus orígenes, no pueden ser considerados como feminicidios, o bien que nos sitúen a la par de otras entidades circunvecina

Tenemos vecinos que hay que padecer, compartimos sus fronteras, pero no sus costumbres. Fumigan allá y las cucarachas vienen a hacer de las suyas aquí, en un efecto que es muy difícil de prevenir, sin embargo, luego de un somero análisis, San Luis Potosí tiene un problema de más fondo que difícilmente alguien analizó y que incide muy directamente en los brotes de hechos criminales que padecemos.

La industrialización que provoca la llegada de las grandes empresas armadoras automotrices, trae consigo también una gran emigración de cerebros, mano de obra calificada y para todo tipo de puestos de trabajos que se establecen en barrios y colonias y que sin embargo, a pesar de ser tan semejantes, somos tan diferentes en nuestra idiosincrasia.

A nosotros a veces nos provoca cierta incomodidad su llegada, ellos no se pueden acostumbrar a su nuevo estatus y ello provoca desestabilización emocional. Transitamos en medio de un gran choque cultural que tarde o temprano se traduce en mayor inseguridad, en un nuevo elemento que los programas de prevención de delitos no han contemplado todavía.

Ya no somos el San Luis Potosí de hace 40 ó 50 años, cuando éramos 100 mil habitantes y todos nos conocíamos. El San Luis Potosí antiguo se acababa en la colonia del Valle, en la colonia San Luis. Transitábamos “mordiendo calzón” por la colonia Centenario porque los Corsarios eran bravos, ni se diga ir a la Industrial Aviación porque ahí estaban los muertos.

Ahora todo es diferente, la industrialización, la llegada de innumerables empresas también hizo que casi el 50 por ciento del millón de personas que habitamos aquí, en la capital, ya no seamos potosinos.

Se preguntó usted, acaso, ¿cuántas de esas personas que conforman el nuevo San Luis tiene antecedentes penales?, ¿alguna viene huyendo?, ¿se esconde?, ¿de qué?.

Son todas interrogantes válidas que nos deben de llamar a la reflexión porque si bien es cierto que la industria aún se niega a pagar lo que con justicia emana de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, esto es, un salario suficiente, digno y familiar, hay otras alternativas para acortar caminos, para hacerse de un patrimonio con menos esfuerzo.

El resultado ya lo conocemos, lo leemos en los diarios, en las planas rojas y nos escandalizamos; le echamos la culpa al Gobierno por cada muerto, por cada descabezado o por cada descuartizado que aparece, sin embargo, no debe de darnos rubor reconocer que los malos pasos, el camino malo lo escogemos nosotros, no la autoridad.

Definitivamente las redes sociales se han convertido en un gran aliado de los ciudadanos en materia de seguridad, pues apenas desaparece un coche, un perro o una bicicleta, el caso se viraliza y en pocas horas se sabe el paradero del objeto o se tienen indicios de quien se lo llevó y donde podría estar.

Sin embargo, cuando se trata de la desaparición o no localización de una persona, la situación es muy diferente. Hay “medios” de comunicación que tienen su mercado en la web y hacen del escándalo un negocio, se han vuelto expertos y especialistas en generar show a como de lugar.

Y así fue el pasado viernes cuando se reportó la “no localización “ de una joven en la zona poniente de la capital. Fueron las redes las que hablaban de un feminicidio más, de la “grave inseguridad” que se vive y resulta que horas después la chica fue localizada bebiendo un blody marry en conocido club deportivo.

Contribuir al escándalo, a la zozobra y a la psicosis es tarea de algunos que encontraron en las redes sociales un negocio redituable, no importa que sera a costa de la tranquilidad de los ciudadanos.

Twitter @lozano_ray

Es indudable que la seguridad pública es el dolor de cabeza de los gobernadores en todos los estados de la Federación, sin embargo, justo es reconocer que a pesar de que aquí, en esta ciudad hay algunos brotes inusuales violentos, que lastiman a la sociedad en general, crímenes perpetrados en forma bestial, pero que, por sus orígenes, no pueden ser considerados como feminicidios, o bien que nos sitúen a la par de otras entidades circunvecina

Tenemos vecinos que hay que padecer, compartimos sus fronteras, pero no sus costumbres. Fumigan allá y las cucarachas vienen a hacer de las suyas aquí, en un efecto que es muy difícil de prevenir, sin embargo, luego de un somero análisis, San Luis Potosí tiene un problema de más fondo que difícilmente alguien analizó y que incide muy directamente en los brotes de hechos criminales que padecemos.

La industrialización que provoca la llegada de las grandes empresas armadoras automotrices, trae consigo también una gran emigración de cerebros, mano de obra calificada y para todo tipo de puestos de trabajos que se establecen en barrios y colonias y que sin embargo, a pesar de ser tan semejantes, somos tan diferentes en nuestra idiosincrasia.

A nosotros a veces nos provoca cierta incomodidad su llegada, ellos no se pueden acostumbrar a su nuevo estatus y ello provoca desestabilización emocional. Transitamos en medio de un gran choque cultural que tarde o temprano se traduce en mayor inseguridad, en un nuevo elemento que los programas de prevención de delitos no han contemplado todavía.

Ya no somos el San Luis Potosí de hace 40 ó 50 años, cuando éramos 100 mil habitantes y todos nos conocíamos. El San Luis Potosí antiguo se acababa en la colonia del Valle, en la colonia San Luis. Transitábamos “mordiendo calzón” por la colonia Centenario porque los Corsarios eran bravos, ni se diga ir a la Industrial Aviación porque ahí estaban los muertos.

Ahora todo es diferente, la industrialización, la llegada de innumerables empresas también hizo que casi el 50 por ciento del millón de personas que habitamos aquí, en la capital, ya no seamos potosinos.

Se preguntó usted, acaso, ¿cuántas de esas personas que conforman el nuevo San Luis tiene antecedentes penales?, ¿alguna viene huyendo?, ¿se esconde?, ¿de qué?.

Son todas interrogantes válidas que nos deben de llamar a la reflexión porque si bien es cierto que la industria aún se niega a pagar lo que con justicia emana de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, esto es, un salario suficiente, digno y familiar, hay otras alternativas para acortar caminos, para hacerse de un patrimonio con menos esfuerzo.

El resultado ya lo conocemos, lo leemos en los diarios, en las planas rojas y nos escandalizamos; le echamos la culpa al Gobierno por cada muerto, por cada descabezado o por cada descuartizado que aparece, sin embargo, no debe de darnos rubor reconocer que los malos pasos, el camino malo lo escogemos nosotros, no la autoridad.

Definitivamente las redes sociales se han convertido en un gran aliado de los ciudadanos en materia de seguridad, pues apenas desaparece un coche, un perro o una bicicleta, el caso se viraliza y en pocas horas se sabe el paradero del objeto o se tienen indicios de quien se lo llevó y donde podría estar.

Sin embargo, cuando se trata de la desaparición o no localización de una persona, la situación es muy diferente. Hay “medios” de comunicación que tienen su mercado en la web y hacen del escándalo un negocio, se han vuelto expertos y especialistas en generar show a como de lugar.

Y así fue el pasado viernes cuando se reportó la “no localización “ de una joven en la zona poniente de la capital. Fueron las redes las que hablaban de un feminicidio más, de la “grave inseguridad” que se vive y resulta que horas después la chica fue localizada bebiendo un blody marry en conocido club deportivo.

Contribuir al escándalo, a la zozobra y a la psicosis es tarea de algunos que encontraron en las redes sociales un negocio redituable, no importa que sera a costa de la tranquilidad de los ciudadanos.

Twitter @lozano_ray