/ lunes 2 de abril de 2018

Educación y sindicalismo

La historia que en sus aliños bebió sangre de los niños

PARA LOS ALBORES del segundo siglo y del segundo milenio del cristianismo, más de las dos terceras partes del mundo estaba en manos de los poderes europeos bajo la garra de los emperadores y la mano del Papa Romano. Para el 1200 ya las llamadas Cruzadas habían llevado sus campañas militares hasta las tierras de Jerusalén bajo el pretexto de "rescatar los Santos Lugares" o bajo la realidad de abrir caminos al comercio con el Oriente sin el obstáculo de los turcos o los árabes que cerraban las rutas hacia Catay y Cipango.

A PRINCIPIOS DEL año de 1212 llego a Borgoña un peregrino procedente de Tierra Santa gritando a los cuatro vientos que el Santo Sepulcro se estaba perdiendo para la cristiandad; palabras más, palabras menos, el caso es que sus gritos provocaron reacciones positivas sobre todo en los niños a los que pedía que substituyeran a los adultos bajo la "bendición de Dios", siendo así como Stefano, un muchacho de trece años, pastor y leñador borgoñés, dio comienzo a otra aventura.

STEFANO DE BORGOÑA se llegó al rey de Francia y al Papa para pedir su apoyo y bendición, ambos le pidieron que regresara a su hogar con los miles de niños que había logrado juntar; no hicieron caso y más de cincuenta mil niños (algunos historiadores señalan 30) avanzan de Coyes (Vendome, París) hacia el Sur camino de Marsella entonando cantos, pidiendo de comer, saqueando aldeas o de plano robando para subsistir.

SANGRIENTA SI, PERO no en la lucha militar sino en las muertes de aquellos que sucumbieron en las cordilleras o serranías del camino de Alemania o Francia hacia las costas, o de aquellos que murieron ahogados en él Mediterráneo al zozobrar la casi totalidad de las ¡siete! galeras; de más de veinte mil niños que salieron de Alemania, solo la tercera parte había llegado a Génova, los demás habían muerto al cruzar los Alpes, de hambre y frío, mientras otros tantos que se habían juntado con los franceses cayeron en manos de "bandidos , perros, vagabundos, fieras, etc.", capturados por los sarracenos y vendidos como esclavos, prostituidos, asesinados en bacanales, o simplemente desaparecidos entre las propiedades de los "infieles". Así termino está Cruzada de los Niños a la que la historia a llamado con justificada razón, tal y como lo repitió Inocencio III: "Una muestra de fanatismo religioso".

TODO POR AQUEL cuya muerte en el Gólgota se volvió a repetir la semana pasada. ¿Eso es la fe?

La historia que en sus aliños bebió sangre de los niños

PARA LOS ALBORES del segundo siglo y del segundo milenio del cristianismo, más de las dos terceras partes del mundo estaba en manos de los poderes europeos bajo la garra de los emperadores y la mano del Papa Romano. Para el 1200 ya las llamadas Cruzadas habían llevado sus campañas militares hasta las tierras de Jerusalén bajo el pretexto de "rescatar los Santos Lugares" o bajo la realidad de abrir caminos al comercio con el Oriente sin el obstáculo de los turcos o los árabes que cerraban las rutas hacia Catay y Cipango.

A PRINCIPIOS DEL año de 1212 llego a Borgoña un peregrino procedente de Tierra Santa gritando a los cuatro vientos que el Santo Sepulcro se estaba perdiendo para la cristiandad; palabras más, palabras menos, el caso es que sus gritos provocaron reacciones positivas sobre todo en los niños a los que pedía que substituyeran a los adultos bajo la "bendición de Dios", siendo así como Stefano, un muchacho de trece años, pastor y leñador borgoñés, dio comienzo a otra aventura.

STEFANO DE BORGOÑA se llegó al rey de Francia y al Papa para pedir su apoyo y bendición, ambos le pidieron que regresara a su hogar con los miles de niños que había logrado juntar; no hicieron caso y más de cincuenta mil niños (algunos historiadores señalan 30) avanzan de Coyes (Vendome, París) hacia el Sur camino de Marsella entonando cantos, pidiendo de comer, saqueando aldeas o de plano robando para subsistir.

SANGRIENTA SI, PERO no en la lucha militar sino en las muertes de aquellos que sucumbieron en las cordilleras o serranías del camino de Alemania o Francia hacia las costas, o de aquellos que murieron ahogados en él Mediterráneo al zozobrar la casi totalidad de las ¡siete! galeras; de más de veinte mil niños que salieron de Alemania, solo la tercera parte había llegado a Génova, los demás habían muerto al cruzar los Alpes, de hambre y frío, mientras otros tantos que se habían juntado con los franceses cayeron en manos de "bandidos , perros, vagabundos, fieras, etc.", capturados por los sarracenos y vendidos como esclavos, prostituidos, asesinados en bacanales, o simplemente desaparecidos entre las propiedades de los "infieles". Así termino está Cruzada de los Niños a la que la historia a llamado con justificada razón, tal y como lo repitió Inocencio III: "Una muestra de fanatismo religioso".

TODO POR AQUEL cuya muerte en el Gólgota se volvió a repetir la semana pasada. ¿Eso es la fe?