/ martes 14 de diciembre de 2021

Cuida de ti mismo

No hay peor enemigo, que aquél que guardamos dentro. Aunque nosotros pensamos, que el enemigo es el de enfrente; y no advertimos, que el enemigo más peligroso, se oculta en el interior de nosotros mismos.

Un mal pensamiento, puede hacernos mucho daño. Es por eso, que siempre estamos expuestos, a la traición de nosotros mismos.

Ya sabemos, que no podemos vivir, sino vivimos luchando. Porque esta vida, es una lucha constante.

Por eso mismo, hay que revisar, constantemente el pensamiento. Porque la mente, nos hace crear fantasmas; que aún siendo fantasías, no dejan de hacernos daño.

Y para salvarnos de nosotros mismos, necesitamos invocar al Espíritu Divino, ya que nosotros, no podemos solos. Porque en Dios, está la luz, que puede detectar al enemigo que se esconde adentro.

Hay que pedir la ayuda del Espíritu Santo; para que ilumine las ideas, y nos ofrezca un pensar positivo.

El Espíritu de Dios, nos conoce mucho más, de lo que nos conocemos a nosotros mismos; Él, sabe lo que llevamos dentro, y detecta lo que guardamos en el corazón.

Aunque también nosotros, tenemos que ayudarnos: cuidando de nosotros; porque podemos llegar a convertirnos, en nuestro peor enemigo.

No hay que olvidar, lo importante que es el diálogo con Dios, para que Él venga, e ilumine nuestra oscuridad. Y así, podamos tener pensamientos positivos, que nos liberen del mal.

Pbro. Lic. Salvador Glez. Vásquez.

No hay peor enemigo, que aquél que guardamos dentro. Aunque nosotros pensamos, que el enemigo es el de enfrente; y no advertimos, que el enemigo más peligroso, se oculta en el interior de nosotros mismos.

Un mal pensamiento, puede hacernos mucho daño. Es por eso, que siempre estamos expuestos, a la traición de nosotros mismos.

Ya sabemos, que no podemos vivir, sino vivimos luchando. Porque esta vida, es una lucha constante.

Por eso mismo, hay que revisar, constantemente el pensamiento. Porque la mente, nos hace crear fantasmas; que aún siendo fantasías, no dejan de hacernos daño.

Y para salvarnos de nosotros mismos, necesitamos invocar al Espíritu Divino, ya que nosotros, no podemos solos. Porque en Dios, está la luz, que puede detectar al enemigo que se esconde adentro.

Hay que pedir la ayuda del Espíritu Santo; para que ilumine las ideas, y nos ofrezca un pensar positivo.

El Espíritu de Dios, nos conoce mucho más, de lo que nos conocemos a nosotros mismos; Él, sabe lo que llevamos dentro, y detecta lo que guardamos en el corazón.

Aunque también nosotros, tenemos que ayudarnos: cuidando de nosotros; porque podemos llegar a convertirnos, en nuestro peor enemigo.

No hay que olvidar, lo importante que es el diálogo con Dios, para que Él venga, e ilumine nuestra oscuridad. Y así, podamos tener pensamientos positivos, que nos liberen del mal.

Pbro. Lic. Salvador Glez. Vásquez.