/ lunes 27 de septiembre de 2021

Cuando no se sufre por amor...

...el dolor se vuelve un suplicio

No suframos, tratando de esquivar el dolor. Porque éste, es inevitable. Ya que hay momentos, en que las penas nos asaltan. Y el sufrimiento, también forma parte de la existencia humana.

Y como el dolor no se puede evitar, entonces, se necesita aprender a sufrir; para que las penas, no se vuelvan un tormento.

Jesús para salvarnos, tuvo que padecer; pero no vino a suprimir el dolor. Ya que éste, también está incluido en el proceso de salvación; y nosotros, necesitamos colaborar en nuestra propia salvación.

Cristo sufre por amor. Y es así, como nos enseña la manera de padecer, para que el sufrimiento, no se vuelva un suplicio.

El dolor es dulce, cuando es por amor. Hay quienes están dispuestos a sufrir, con tal de obtener lo que tanto anhelan.

Y por salvar al amado, se pierde el miedo al dolor. Ya que por amor, estamos dispuestos a todo; con tal de no perder lo más preciado.

Fue así, como Jesús se dispuso a sufrir; porque Él murió por alguien, lo hizo por amor a nosotros.

Por eso, ante el sufrimiento inevitable, no hay que desesperar. Porque el dolor puede ser llevadero, cuando éste, nos lleva a lograr algo bueno.

Para los que no saben amar, el dolor se vuelve una tortura; y por eso mismo, buscan librarse del sufrimiento a cómo de lugar.

Sufrir sin amor, es un tormento. Pero, al padecer por amor, se va endulzando el sufrimiento. Porque el amor, todo lo puede.

...el dolor se vuelve un suplicio

No suframos, tratando de esquivar el dolor. Porque éste, es inevitable. Ya que hay momentos, en que las penas nos asaltan. Y el sufrimiento, también forma parte de la existencia humana.

Y como el dolor no se puede evitar, entonces, se necesita aprender a sufrir; para que las penas, no se vuelvan un tormento.

Jesús para salvarnos, tuvo que padecer; pero no vino a suprimir el dolor. Ya que éste, también está incluido en el proceso de salvación; y nosotros, necesitamos colaborar en nuestra propia salvación.

Cristo sufre por amor. Y es así, como nos enseña la manera de padecer, para que el sufrimiento, no se vuelva un suplicio.

El dolor es dulce, cuando es por amor. Hay quienes están dispuestos a sufrir, con tal de obtener lo que tanto anhelan.

Y por salvar al amado, se pierde el miedo al dolor. Ya que por amor, estamos dispuestos a todo; con tal de no perder lo más preciado.

Fue así, como Jesús se dispuso a sufrir; porque Él murió por alguien, lo hizo por amor a nosotros.

Por eso, ante el sufrimiento inevitable, no hay que desesperar. Porque el dolor puede ser llevadero, cuando éste, nos lleva a lograr algo bueno.

Para los que no saben amar, el dolor se vuelve una tortura; y por eso mismo, buscan librarse del sufrimiento a cómo de lugar.

Sufrir sin amor, es un tormento. Pero, al padecer por amor, se va endulzando el sufrimiento. Porque el amor, todo lo puede.