...el dolor se vuelve un suplicio
No suframos, tratando de esquivar el dolor. Porque éste, es inevitable. Ya que hay momentos, en que las penas nos asaltan. Y el sufrimiento, también forma parte de la existencia humana.
Y como el dolor no se puede evitar, entonces, se necesita aprender a sufrir; para que las penas, no se vuelvan un tormento.
Jesús para salvarnos, tuvo que padecer; pero no vino a suprimir el dolor. Ya que éste, también está incluido en el proceso de salvación; y nosotros, necesitamos colaborar en nuestra propia salvación.
Cristo sufre por amor. Y es así, como nos enseña la manera de padecer, para que el sufrimiento, no se vuelva un suplicio.
El dolor es dulce, cuando es por amor. Hay quienes están dispuestos a sufrir, con tal de obtener lo que tanto anhelan.
Y por salvar al amado, se pierde el miedo al dolor. Ya que por amor, estamos dispuestos a todo; con tal de no perder lo más preciado.
Fue así, como Jesús se dispuso a sufrir; porque Él murió por alguien, lo hizo por amor a nosotros.
Por eso, ante el sufrimiento inevitable, no hay que desesperar. Porque el dolor puede ser llevadero, cuando éste, nos lleva a lograr algo bueno.
Para los que no saben amar, el dolor se vuelve una tortura; y por eso mismo, buscan librarse del sufrimiento a cómo de lugar.
Sufrir sin amor, es un tormento. Pero, al padecer por amor, se va endulzando el sufrimiento. Porque el amor, todo lo puede.