/ domingo 20 de febrero de 2022

Cuando mamá y papá se marchen...


Cuando una madre y un padre mueren, nada vuelve a ser igual.


Ya no somos ni volveremos hacer lo mismo de antes, porque también muere una parte de nosotros y es cuando cambiamos sin darnos cuenta.


Ya no nos sentiremos arropados por los abrazos de mamá y papá, nos hará mucha falta su cariño, sus besos, sus palabras de aliento, sobre todo sus consejos.


Sus frases favoritas son los que llevaremos presentes.


Hoy es cuando añoras tenerlos en tu regazo, porque cuando ya no los tienes a tu lado... es cuando la vida se nos vuelve más dura.


Cuando la madre y padre ya no están con nosotros, somos huérfanos y sin


importar la edad que tengas es muy doloroso, aunque tengas una familia creada.


La figura materna y paterna siempre está a lado de nosotros los hijos y es


creada por un vínculo tan intenso y un apego que solo se desarrolla entre una madre, padre e hijo.


De ella y el... nuestra primera caricia, nuestro primer amor y sobre todo nuestro primer ejemplo a seguir, es por eso y más que siempre los llevaremos presente.


Todas las personas, aunque seamos adultas, tenemos vivos en nuestro interior a ese niño que quiere estar protegido todo el tiempo por sus papás.


Porque ese amor, siempre nos será necesario y siempre nos hará mucha falta, ya que a su lado nos sentimos amados, protegidos y seguros.


Siempre que te sea necesario, ve al llamado de ese amor puro e


incondicional, por que cuando se haya marchado, es ahí cuando se lamenta y después... ya no hay un después... ya todo es imposible.


Por eso hay que querernos más nosotros mismos y les comparto el siguiente pensamiento escrito por Charles Chaplin:


Cuando me me amé de verdad, comprendí que en cualquier circunstancia, yo estaba en el lugar correcto y en el momento preciso. Y entonces, pude relajarme. Hoy sé que eso tiene nombre… autoestima.


Cuando me amé de verdad, pude percibir que mi angustia y mi sufrimiento emocional, no son sino señales de que voy contra mis propias verdades. Hoy sé que eso es… autenticidad.


Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera diferente, y comencé a ver que todo lo que acontece contribuye a mi crecimiento. Hoy sé que eso se llama… madurez.


Cuando me amé de verdad, comencé a comprender por qué es ofensivo tratar de forzar una situación o a una persona, solo para alcanzar aquello que deseo, aún sabiendo que no es el momento o que la persona (tal vez yo mismo) no está preparada. Hoy sé que el nombre de eso es… respeto.


Cuando me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable: personas y situaciones, todo y cualquier cosa que me empujara hacia abajo. Al principio, mi razón llamó egoísmo a esa actitud. Hoy sé que se llama… amor hacia uno mismo.


Cuando me amé de verdad, dejé de preocuparme por no tener tiempo libre y desistí de hacer grandes planes, abandoné los mega-proyectos de futuro. Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta, cuando quiero y a mi propio ritmo. Hoy sé, que eso es… simplicidad.


Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre la razón y, con eso, erré muchas menos veces. Así descubrí la… humildad.


Cuando me amé de verdad, desistí de quedar reviviendo el pasado y de preocuparme por el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que es donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez. Y eso se llama… plenitud.


Cuando me amé de verdad, comprendí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme. Pero cuando yo la coloco al servicio de mi corazón, es una valiosa aliada. Y esto es… saber vivir!


No debemos tener miedo de cuestionarnos… Hasta los planetas chocan y del caos nacen las estrellas. Charles Chaplin.


Me despido con la siguiente reflexión: : “Irse de algunos lugares, también es cuidarse, Alejarse de alguna gente también es protegerse, cerrar algunas puertas también es quererse”. Que tengan una excelente semana y les invito para que nos escriban a la siguiente dirección: anavaldez@prodigy.net.mx y en Facebook: Facebook.com/anamariavaldezcastrejon, en twitter @anacastrejon



Cuando una madre y un padre mueren, nada vuelve a ser igual.


Ya no somos ni volveremos hacer lo mismo de antes, porque también muere una parte de nosotros y es cuando cambiamos sin darnos cuenta.


Ya no nos sentiremos arropados por los abrazos de mamá y papá, nos hará mucha falta su cariño, sus besos, sus palabras de aliento, sobre todo sus consejos.


Sus frases favoritas son los que llevaremos presentes.


Hoy es cuando añoras tenerlos en tu regazo, porque cuando ya no los tienes a tu lado... es cuando la vida se nos vuelve más dura.


Cuando la madre y padre ya no están con nosotros, somos huérfanos y sin


importar la edad que tengas es muy doloroso, aunque tengas una familia creada.


La figura materna y paterna siempre está a lado de nosotros los hijos y es


creada por un vínculo tan intenso y un apego que solo se desarrolla entre una madre, padre e hijo.


De ella y el... nuestra primera caricia, nuestro primer amor y sobre todo nuestro primer ejemplo a seguir, es por eso y más que siempre los llevaremos presente.


Todas las personas, aunque seamos adultas, tenemos vivos en nuestro interior a ese niño que quiere estar protegido todo el tiempo por sus papás.


Porque ese amor, siempre nos será necesario y siempre nos hará mucha falta, ya que a su lado nos sentimos amados, protegidos y seguros.


Siempre que te sea necesario, ve al llamado de ese amor puro e


incondicional, por que cuando se haya marchado, es ahí cuando se lamenta y después... ya no hay un después... ya todo es imposible.


Por eso hay que querernos más nosotros mismos y les comparto el siguiente pensamiento escrito por Charles Chaplin:


Cuando me me amé de verdad, comprendí que en cualquier circunstancia, yo estaba en el lugar correcto y en el momento preciso. Y entonces, pude relajarme. Hoy sé que eso tiene nombre… autoestima.


Cuando me amé de verdad, pude percibir que mi angustia y mi sufrimiento emocional, no son sino señales de que voy contra mis propias verdades. Hoy sé que eso es… autenticidad.


Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera diferente, y comencé a ver que todo lo que acontece contribuye a mi crecimiento. Hoy sé que eso se llama… madurez.


Cuando me amé de verdad, comencé a comprender por qué es ofensivo tratar de forzar una situación o a una persona, solo para alcanzar aquello que deseo, aún sabiendo que no es el momento o que la persona (tal vez yo mismo) no está preparada. Hoy sé que el nombre de eso es… respeto.


Cuando me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable: personas y situaciones, todo y cualquier cosa que me empujara hacia abajo. Al principio, mi razón llamó egoísmo a esa actitud. Hoy sé que se llama… amor hacia uno mismo.


Cuando me amé de verdad, dejé de preocuparme por no tener tiempo libre y desistí de hacer grandes planes, abandoné los mega-proyectos de futuro. Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta, cuando quiero y a mi propio ritmo. Hoy sé, que eso es… simplicidad.


Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre la razón y, con eso, erré muchas menos veces. Así descubrí la… humildad.


Cuando me amé de verdad, desistí de quedar reviviendo el pasado y de preocuparme por el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que es donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez. Y eso se llama… plenitud.


Cuando me amé de verdad, comprendí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme. Pero cuando yo la coloco al servicio de mi corazón, es una valiosa aliada. Y esto es… saber vivir!


No debemos tener miedo de cuestionarnos… Hasta los planetas chocan y del caos nacen las estrellas. Charles Chaplin.


Me despido con la siguiente reflexión: : “Irse de algunos lugares, también es cuidarse, Alejarse de alguna gente también es protegerse, cerrar algunas puertas también es quererse”. Que tengan una excelente semana y les invito para que nos escriban a la siguiente dirección: anavaldez@prodigy.net.mx y en Facebook: Facebook.com/anamariavaldezcastrejon, en twitter @anacastrejon