/ jueves 26 de abril de 2018

¡Cristo es la Respuesta!

El Poder de las Palabras

Números 6:22 al 27


El pasaje de Números 6:22 al 27 en la Biblia, lleva como título “La bendición sacerdotal,” y ahí se nos dice que “Jehová habló a Moisés diciéndole: Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles: Jehová te bendiga y te guarde, Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz. Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré.”


Hace tiempo el pastor de nuestra iglesia, nos enseñaba, que una de las funciones más importantes como padres, es bendecir a nuestros hijos, especialmente con nuestras palabras, con lo que decimos, y nos daba como ejemplo precisamente la bendición dada por Dios, la cual Moisés expresa verbalmente a los sacerdotes que en aquel tiempo, eran Aarón y sus hijos. Todavía recuerdo cuando mi esposa y yo fuimos a dejar a nuestra hija mayor al Colegio Bíblico donde ella estudió; y la verdad, es que ciertamente, había temores, tristeza en parte; pero me acordé de esta bendición, y en el estacionamiento de la iglesia, le dije a mi hija, antes de despedirme de ella: “ Jehová te bendiga y te guarde, Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz”. Y después ore por ella, fue un momento muy emotivo, aun con lágrimas. Fueron cuatro años y medio el tiempo que duró en el Colegio, y aunque veíamos a nuestra hija en los veranos por causa de sus vacaciones, todavía la extrañamos. Pero lo que pude ver durante ese tiempo, fue la buena mano de Dios, su cuidado, su provisión, su gracia sobre la vida de mi hija; y todo comenzó con el hecho de que su papá le bendijo con palabras, que gracias a Dios, con el tiempo se convirtieron en realidad, porque sin duda, hay algo muy especial cuando uno bendice a otros con sus palabras.


Recuerdo siendo un adolescente y estando en la secundaria, una maestra que ni siquiera era de español, me escuchó leer, y su comentario fue: Que yo tenía buena voz, a partir de ese comentario, recuerdo que en los próximos años me inscribí en varios concursos de oratoria, lo cual sin duda, fue de provecho para mí en formar mi carácter, y creo que eso fue el medio que Dios usó para que yo en mi edad adulta, tenga el increíble privilegio de ya por años, enseñar y predicar la bendita Palabra de Dios; lo cual comenzó con un comentario amable que me hizo una maestra cuando yo era un jovencito. Creo que con lo que acabo de comentarle, debemos tener firme convicción de cuidar lo que decimos, de cuidar nuestras palabras, porque estas tienen efecto sobre las personas que a veces ni nos imaginamos.


Concluyo con esto. Siendo yo niño, recuerdo que de manera descuidada puse mis manos sobre un trabajo que un familiar había hecho, llegó y molesto me dijo: “Quita tus inmundas manos de allí”. Claro que esto ya lo perdoné, y está bajo la sangre de Cristo, pero no exagero en decir, que por años esas palabras calaron hondo en mi corazón, y no solo me lastimó a mí, sino mi relación con mi familiar, todo porque no tenemos en cuenta el poder de las palabras. Que el Señor nos permita ser una fuente de bendición para los demás con lo que decimos para la Gloria y Honra de su Nombre.


Iglesia Bíblica Bautista

Calle Nube 560, Colonia Garita de Jalisco. Tel. 841-5387 www.ibbslp.org.mx

El Poder de las Palabras

Números 6:22 al 27


El pasaje de Números 6:22 al 27 en la Biblia, lleva como título “La bendición sacerdotal,” y ahí se nos dice que “Jehová habló a Moisés diciéndole: Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles: Jehová te bendiga y te guarde, Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz. Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré.”


Hace tiempo el pastor de nuestra iglesia, nos enseñaba, que una de las funciones más importantes como padres, es bendecir a nuestros hijos, especialmente con nuestras palabras, con lo que decimos, y nos daba como ejemplo precisamente la bendición dada por Dios, la cual Moisés expresa verbalmente a los sacerdotes que en aquel tiempo, eran Aarón y sus hijos. Todavía recuerdo cuando mi esposa y yo fuimos a dejar a nuestra hija mayor al Colegio Bíblico donde ella estudió; y la verdad, es que ciertamente, había temores, tristeza en parte; pero me acordé de esta bendición, y en el estacionamiento de la iglesia, le dije a mi hija, antes de despedirme de ella: “ Jehová te bendiga y te guarde, Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz”. Y después ore por ella, fue un momento muy emotivo, aun con lágrimas. Fueron cuatro años y medio el tiempo que duró en el Colegio, y aunque veíamos a nuestra hija en los veranos por causa de sus vacaciones, todavía la extrañamos. Pero lo que pude ver durante ese tiempo, fue la buena mano de Dios, su cuidado, su provisión, su gracia sobre la vida de mi hija; y todo comenzó con el hecho de que su papá le bendijo con palabras, que gracias a Dios, con el tiempo se convirtieron en realidad, porque sin duda, hay algo muy especial cuando uno bendice a otros con sus palabras.


Recuerdo siendo un adolescente y estando en la secundaria, una maestra que ni siquiera era de español, me escuchó leer, y su comentario fue: Que yo tenía buena voz, a partir de ese comentario, recuerdo que en los próximos años me inscribí en varios concursos de oratoria, lo cual sin duda, fue de provecho para mí en formar mi carácter, y creo que eso fue el medio que Dios usó para que yo en mi edad adulta, tenga el increíble privilegio de ya por años, enseñar y predicar la bendita Palabra de Dios; lo cual comenzó con un comentario amable que me hizo una maestra cuando yo era un jovencito. Creo que con lo que acabo de comentarle, debemos tener firme convicción de cuidar lo que decimos, de cuidar nuestras palabras, porque estas tienen efecto sobre las personas que a veces ni nos imaginamos.


Concluyo con esto. Siendo yo niño, recuerdo que de manera descuidada puse mis manos sobre un trabajo que un familiar había hecho, llegó y molesto me dijo: “Quita tus inmundas manos de allí”. Claro que esto ya lo perdoné, y está bajo la sangre de Cristo, pero no exagero en decir, que por años esas palabras calaron hondo en mi corazón, y no solo me lastimó a mí, sino mi relación con mi familiar, todo porque no tenemos en cuenta el poder de las palabras. Que el Señor nos permita ser una fuente de bendición para los demás con lo que decimos para la Gloria y Honra de su Nombre.


Iglesia Bíblica Bautista

Calle Nube 560, Colonia Garita de Jalisco. Tel. 841-5387 www.ibbslp.org.mx

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