¡Mis ovejas!
Dios Cristo Jesús en el Evangelio de San Juan 10:27-28 de la Biblia
Muchas gracias, que Dios los bendiga. Mi teléfono es el 444-815-39-73.
Refiere lo siguiente: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen, y yo les doy Vida Eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano”.
Cristo menciona lo anterior respecto de sus creyentes conversos y salvos en El, quienes en el momento espiritual más convincente e importante de sus vidas, cuando este Jesús llamó a las puertas de sus corazones espirituales, abrieron e invitaron a Cristo para que entrara totalmente en cada uno y les diera la vida celestial y gozosa que nunca termina, según Apocalipsis 3:20.
Porque de tal manera ama Dios a sus criaturas los seres humanos, que les regala a Cristo para que perdone sus pecados, mediante su sacrificio del Calvario, siempre y cuando, arrepentidos ante El de toda maldad, crean y acepten a este Jesús como único Salvador personal, porque con ello, Dios los libra de caer en el castigo del infierno, según Juan 3:16.
El mensaje expuesto, dado que la Palabra de Dios permanece para siempre, según 1 Pedro 1:25, está vigente aquí ahora, para toda persona que quiera también recibir la buena voluntad de Dios, haciendo suya la manifestación de Jesús, cuando llama a todas las personas, para que lo tengan como su “Buen Pastor que su vida da por sus ovejas”, conforme a Juan 10:11.
Entonces, no podemos pasar por alto que este Señor Jesús, conforme al Salmo 23, quiere constituirse en nuestro Dios y Pastor, para que nada nos falte como sus ovejas, para invitarnos a descansar en sus delicados pastos, para pastorearnos junto a aguas de reposo, confortando nuestras almas, guiándonos por sendas de justicia por amor de su Nombre.
Lector muy distinguido y apreciado: Dios Cristo te llama con todo su amor para que lo elijas como tu Pastor, siendo tú su Oveja Santa, y con ello, no caigas en la condenación del fuego eterno del infierno, sino que arrebates con toda valentía su Redil Gozoso y Feliz del Cielo por siempre, con sólo decirle: “Mi Señor Dios Cristo, SALVAME, me arrepiento ante Ti de mis pecados, perdóname, y límpiame con tu Sangre Divina derramada en la cruz del Calvario, creo en Ti y te recibo como Único, Suficiente y Perfecto Salvador Personal”.