¡Imagen y semejanza!
DIOS Trino y Uno dio vida al género humano el día sexto de la creación del universo según Génesis 1:26 de la Biblia.
En efecto, Dios en su Trinidad Santa -Padre, Hijo y Espíritu Santo- creo a los primeros seres humanos al pronunciar lo siguiente: “Hagamos al hombre, a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”; porque varón y hembra los creó, con cuerpos físicos, formados del polvo de la tierra; pero Dios también los dotó de su esencia divina con alma espiritual, y los llamó, Adán al hombre y Eva a la mujer, entregándoles el dominio de este mundo, en sus reinos animal, vegetal y mineral, dentro del hermoso huerto Edén, donde también se encontraba el árbol de la vida de su unión con Dios.
Dios creó a Adán y Eva, siendo puros, benditos, santos y unidos a El, por tener su imagen y semejanza espiritual, pero advirtiéndoles que morirían en lo espiritual, y desligados de El, si llegaran a comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, que también existía en el huerto, dominado por Satanás, para morir finalmente en su cuerpo físico y volver al polvo de la tierra.
Adán y Eva, como nos informa el relato de Génesis, comieron del fruto del árbol prohibido, desobedeciendo a Dios, lo cual les acarreó la muerte espiritual, ante Dios, y al final la muerte corporal; iniciándose con ello la historia humana en la cual todos nosotros estamos involucrados “porque como pecadores estamos destituidos de la gloria de Dios”, según Romanos 3:23.
Pero Dios, en Génesis 3:15, proclamando el sacrificio de Cristo en la cruz del Calvario, instituyó la Salvación para Adán y Eva y los creyentes de Jesús de todos los tiempos, según Romanos 3:24, porque Cristo venció entonces la eternidad de condenación que les correspondía, rescatándolos del dominio del diablo, a quien aplastó la cabeza, restaurando por amor que es gracia divina la salvación de sus seguidores, según Efesios 2:8-9.
Estimado Lector: Jesús te invita a tener su Imagen y Semejanza Espiritual, para ser salvo en El, con sólo decirle: “Mi Señor Dios Cristo, ¡SALVAME!, me arrepiento ante Ti de mis pecados, perdóname y límpiame con tu sangre divina derramada en la cruz del Calvario, creo en Ti y te recibo como único, suficiente y perfecto salvador personal”.
Si Dios permite continuaremos el viernes siguiente. Mi teléfono: 444- 815-39-73.