/ viernes 28 de agosto de 2020

¡Con Cristo!

¡Para morir y vivir!

DIOS El PADRE CELESTIAL nos invita en Romanos 6:11 de la Biblia, como sigue: “Consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús Señor Nuestro”.

Pero, además, Dios, desde los versos 8 y 9 del mismo capítulo, nos hace saber que si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él, porque Cristo muere para pagar por los pecados de cada persona que ante él se arrepiente, para darle nueva vida espiritual según Juan 3:3.

Esto es así, porque a partir de la juventud nos separamos espiritualmente de Dios, según Génesis 8:21, al pecar en forma voluntaria, y por ello Cristo nos invita a nacer de nuevo espiritualmente en él.

Además, Cristo, por ser Dios, habiendo resucitado de entre los muertos al tercer día, ya no vuelve a morir en su cuerpo, y para Dios vive eternamente, y para hacer perfectos eternamente a sus creyentes, que también son sus santificados según Hebreos 10:14.

Por lo tanto, nuestra muerte al pecado viene cuando arrepentidos recibimos a Jesús como salvador, según Juan 3:16, dándonos él de inmediato vida que es salvación gozosa por siempre a su lado, por la gracia de Dios que es amor y regalo perfectos para los creyentes de Jesús, ya que ninguna manera las obras humanas pueden salvarnos ni darnos gloria ante Dios, según Efesios 2:8-9. porque sólo Cristo nos transforma de la muerte a la vida con él como instrumentos de su Justicia, según Romanos 6:12-13.

Así teniendo la salvación de Dios Cristo, ya no seremos esclavos del pecado, sino obedientes hijos de Dios llenos de su amor perfecto —Gracia—, para ser sus siervos y santificados justos, como regalo Divino, con la finalidad de tener nuestra vida eterna con él en las mansiones celestiales, según Romanos 6:17-22

Estimado lector: Cristo quiere que creas en él, para que mueras al pecado y te salve del castigo eterno, y vivas con él por siempre con gozo y felicidad plenos, si con toda valentía y reflexión le dices: “mi señor Dios Cristo, ¡sálvame!, me arrepiento ante ti de mis pecados, perdóname y límpiame con tu sangre divina derramada en la cruz del calvario, creo en ti y te recibo como único, suficiente y perfecto salvador personal”.

Dios los bendiga ricamente y si él permite continuaremos el viernes siguiente.

¡Para morir y vivir!

DIOS El PADRE CELESTIAL nos invita en Romanos 6:11 de la Biblia, como sigue: “Consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús Señor Nuestro”.

Pero, además, Dios, desde los versos 8 y 9 del mismo capítulo, nos hace saber que si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él, porque Cristo muere para pagar por los pecados de cada persona que ante él se arrepiente, para darle nueva vida espiritual según Juan 3:3.

Esto es así, porque a partir de la juventud nos separamos espiritualmente de Dios, según Génesis 8:21, al pecar en forma voluntaria, y por ello Cristo nos invita a nacer de nuevo espiritualmente en él.

Además, Cristo, por ser Dios, habiendo resucitado de entre los muertos al tercer día, ya no vuelve a morir en su cuerpo, y para Dios vive eternamente, y para hacer perfectos eternamente a sus creyentes, que también son sus santificados según Hebreos 10:14.

Por lo tanto, nuestra muerte al pecado viene cuando arrepentidos recibimos a Jesús como salvador, según Juan 3:16, dándonos él de inmediato vida que es salvación gozosa por siempre a su lado, por la gracia de Dios que es amor y regalo perfectos para los creyentes de Jesús, ya que ninguna manera las obras humanas pueden salvarnos ni darnos gloria ante Dios, según Efesios 2:8-9. porque sólo Cristo nos transforma de la muerte a la vida con él como instrumentos de su Justicia, según Romanos 6:12-13.

Así teniendo la salvación de Dios Cristo, ya no seremos esclavos del pecado, sino obedientes hijos de Dios llenos de su amor perfecto —Gracia—, para ser sus siervos y santificados justos, como regalo Divino, con la finalidad de tener nuestra vida eterna con él en las mansiones celestiales, según Romanos 6:17-22

Estimado lector: Cristo quiere que creas en él, para que mueras al pecado y te salve del castigo eterno, y vivas con él por siempre con gozo y felicidad plenos, si con toda valentía y reflexión le dices: “mi señor Dios Cristo, ¡sálvame!, me arrepiento ante ti de mis pecados, perdóname y límpiame con tu sangre divina derramada en la cruz del calvario, creo en ti y te recibo como único, suficiente y perfecto salvador personal”.

Dios los bendiga ricamente y si él permite continuaremos el viernes siguiente.

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