¡EL SALVADOR VIVE!
DIOS EL PADRE CELESTIAL en Lucas capítulos 23 y 24 de la Biblia nos habla de los pasajes llenos de tristeza y desolación, cuando Cristo habiendo muerto, luego de su crucifixión, y puesto que fue por José de Arimatea en el sepulcro abierto en una peña, no fue encontrado, al ser buscado al tercer día.
En efecto, María Magdalena, Juana y María madre de Jacobo vieron removida la piedra con la que se había cubierto la puerta de entrada del sepulcro donde había sido colocado Jesús, y entrando al mismo no encontraron su cuerpo, por lo que, estando perplejas por ello, de pronto se les aparecieron dos varones o ángeles con vestiduras resplandecientes, quienes les manifestaron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? ¡No está aquí, sino que ha resucitado!, según Lucas 24:6.
Cristo, por lo tanto, murió hace unos 2,000 años en su cuerpo divino precioso en la cruz del Calvario, en aquel viernes espeluznante, para hacer suyos, pagar, perdonar y limpiar de toda maldad a sus creyentes salvos de todos los tiempos.
Pero Cristo, para mostrarnos la verdad de la resurrección que instituyó también a favor de nosotros, recuperó su vida física al tercer día, porque venció a la muerte y restauró la vida en su cuerpo, a fin de hacernos recapacitar que sólo por su conducto podemos dejar atrás la muerte espiritual a causa de nuestros pecados, para resucitar y vivir como Él y con Él, naciendo de nuevo en lo espiritual, según Juan 3:3.
Porque, de modo que si nosotros estamos en Cristo resucitado, nuevas criaturas resucitadas de las muertes pecaminosas, somos por Él, porque las cosas viejas pecaminosas que nos acarreaban la muerte espiritual pasaron y ya no regresarán jamás a nosotros, porque Cristo hace en nosotros una vida totalmente nueva por siempre, según 2 Corintios 5:17.
Estimado Lector: eres muy distinguido y apreciado por Cristo quien te invita a buscarlo, porque Él ha resucitado para que resucites con Él de la muerte espiritual que te acarrea el pecado, con sólo decirle: “Mi Señor Dios Cristo, ¡SÁLVAME!, me arrepiento ante Tí de mis pecados, perdóname, y límpiame con tu Sangre Divina derramada en la cruz del Calvario, creo en Tí y te recibo como Único, Suficiente y Perfecto Salvador Personal”.
Dios los bendiga, y si Él permite continuaremos el viernes siguiente. Mi teléfono: 815-39-73.