¡LA CARRERA TRIUNFAL SUPREMA!
DIOS EL PADRE CELESTIAL en Hebreos capítulo 12 de la Biblia, nos llama a despojarnos de todo peso de maldad y de pecado a fin de participar con toda paciencia en la Carrera que El organiza con Cristo al frente para llevarnos a todos a la Feliz Vida Eterna.
En efecto, Dios nos llama aquí ahora, según 2 Corintios 6:2, a creer en Jesús como Salvador, arrepentidos ante El de todo pecado, poniendo en El nuestros ojos, teniéndolo como el Corredor Divino, triunfal, supremo, autor y consumador de nuestra fe, quien por el gozo de la Salvación de sus creyentes sufre el castigo de la cruz para vencer la condenación eterna que a estos pecadores correspondía, para luego resucitar e ir al Cielo a preparar un lugar a los suyos.
Dios, por lo tanto, nos pregunta si estamos listos para empezar a correr en el presente año juntamente con el Atleta Supremo Jesús la Ruta del Calvario con sólo atesorar su mensaje más importante de nuestra existencia física, que se refiere a la Vida Espiritual Eterna, transitando por el Camino Angosto, Cristo, ajenos al pecado.
Dios, por ende, nos impulsa en esta Carrera hacia sus Mansiones Eternas, por medio del Triunfador Perfecto Jesús, que es provechosa y optima en sus máximas expresiones, dotándonos de toda santidad y disciplina para producir sus frutos apacibles de justicia, siempre y cuando corramos espiritualmente en forma constante levantando las manos y accionando las rodillas por sendas derechas, sin salir de ellas, para estar al amparo saludable divino en esta Carrera Cristiana, según Hechos 20:24.
Pero esta Triunfal Ruta de los Creyentes de Jesús también tiene la meta de acabar la Carrera Divina peleando la Buena Batalla de propagar el Evangelio a toda criatura, conforme a 2 Timoteo 4:7.
Estimado Lector: eres muy distinguido y apreciado por Cristo, quien quiere que corras con El su Carrera Triunfal Suprema para entrar por su Puerta Estrecha a sus Mansiones Celestiales para obtener su Vida Gozosa Eterna, si sólo le dices: “Mi Señor Dios Cristo, ¡SALVAME!, me arrepiento ante Ti de mis pecados, perdóname, y límpiame con tu Sangre Divina derramada en la cruz del Calvario, creo en Ti y te recibo como Unico, Suficiente y Perfecto Salvador personal”.
Muchas gracias. Dios los bendiga ricamente, y si El permite continuaremos el viernes siguiente. A sus órdenes mi teléfono: 815-39-73.