/ viernes 15 de noviembre de 2019

¡Con Cristo!

¡VIDA PARA NO MORIR!

DIOS EL PADRE CELESTIAL, en Génesis 2:16-17 de la Biblia, habló por vez primera al género humano acerca de la muerte, por conducto de Adán, a quien recién había formado con vida, instalándolo en el huerto Edén, el día sexto de la creación, advirtiéndole que: “De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”.

Dios habló así claramente a Adán, para que no se le ocurriera comer del fruto de ese árbol, porque si así lo hiciera, su desobediencia le causaría la muerte, física y espiritualmente.

Hablamos de muerte, en el mes dedicado humanamente al recuerdo de los llamados Fieles Difuntos con múltiples festejos y prácticas de tradiciones.

Al respecto del relato bíblico sabemos que, tanto Adán, como Eva comieron del fruto de ese árbol prohibido, engañados por la serpiente o diablo, quien los invitó a comerlo, diciéndoles: “No moriréis, pues seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal”; generando así Adán y Eva el primer pecado o de desobediencia a Dios y la pérdida de sus vidas físicas y espirituales que en perfección Dios les había proporcionado.

Pero nosotros, aquí ahora, y las generaciones pasadas y futuras no somos excepción respecto al pecado que nos causa la muerte física y espiritual de la vida con la que Dios nos dota desde el vientre de nuestra madre, conforme a Génesis 8:21, lo cual Dios ratifica también en Romanos 3:10 y 23, porque a partir de la juventud: “No hay justo, ni aún uno; por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios”.

Sin embargo, Dios, desde el Huerto Edén, en Génesis 3:14-15, nos anuncia a la Simiente o Jesús Salvador, quien mediante su sacrificio del Calvario nos hace justos con su Gracia que es Amor Perfecto, según Romanos 3:24.

Estimado Lector: eres muy distinguido y apreciado por Cristo quien te regala su Vida Divina, si con toda paz y buena voluntad, valentía y reflexión le dices sinceramente: “Jesús, Señor mío y Dios mío, ¡SALVAME!, me arrepiento ante Ti de mis pecados, perdóname, y límpiame con tu sangre divina derramada en la cruz del Calvario, creo en Ti y te recibo como Unico, Suficiente y Perfecto Salvador Personal”.

Muchas gracias. Que Dios los bendiga. Mi teléfono es el 815-39-73


¡VIDA PARA NO MORIR!

DIOS EL PADRE CELESTIAL, en Génesis 2:16-17 de la Biblia, habló por vez primera al género humano acerca de la muerte, por conducto de Adán, a quien recién había formado con vida, instalándolo en el huerto Edén, el día sexto de la creación, advirtiéndole que: “De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”.

Dios habló así claramente a Adán, para que no se le ocurriera comer del fruto de ese árbol, porque si así lo hiciera, su desobediencia le causaría la muerte, física y espiritualmente.

Hablamos de muerte, en el mes dedicado humanamente al recuerdo de los llamados Fieles Difuntos con múltiples festejos y prácticas de tradiciones.

Al respecto del relato bíblico sabemos que, tanto Adán, como Eva comieron del fruto de ese árbol prohibido, engañados por la serpiente o diablo, quien los invitó a comerlo, diciéndoles: “No moriréis, pues seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal”; generando así Adán y Eva el primer pecado o de desobediencia a Dios y la pérdida de sus vidas físicas y espirituales que en perfección Dios les había proporcionado.

Pero nosotros, aquí ahora, y las generaciones pasadas y futuras no somos excepción respecto al pecado que nos causa la muerte física y espiritual de la vida con la que Dios nos dota desde el vientre de nuestra madre, conforme a Génesis 8:21, lo cual Dios ratifica también en Romanos 3:10 y 23, porque a partir de la juventud: “No hay justo, ni aún uno; por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios”.

Sin embargo, Dios, desde el Huerto Edén, en Génesis 3:14-15, nos anuncia a la Simiente o Jesús Salvador, quien mediante su sacrificio del Calvario nos hace justos con su Gracia que es Amor Perfecto, según Romanos 3:24.

Estimado Lector: eres muy distinguido y apreciado por Cristo quien te regala su Vida Divina, si con toda paz y buena voluntad, valentía y reflexión le dices sinceramente: “Jesús, Señor mío y Dios mío, ¡SALVAME!, me arrepiento ante Ti de mis pecados, perdóname, y límpiame con tu sangre divina derramada en la cruz del Calvario, creo en Ti y te recibo como Unico, Suficiente y Perfecto Salvador Personal”.

Muchas gracias. Que Dios los bendiga. Mi teléfono es el 815-39-73


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