/ viernes 23 de noviembre de 2018

¡Con Cristo!

SU MUERTE ES PERFECTA!





DIOS EL PADRE ETERNO en Mateo 27:57-66 de la Biblia, nos narra los momentos posteriores a la Muerte Perfecta de Cristo en la cruz del Calvario, y refiere que, al llegar la noche de ese viernes terrorífico, José de Arimatea solicito a Pilato la entrega del cuerpo de Jesús, y que al serle concedida, envolvió el cuerpo en una sábana y lo llevó a un sepulcro donde lo depositó, cerrando luego su entrada con una gran piedra.

Pilato, al día siguiente, a petición de los principales judíos y fariseos puso guardias en el sepulcro para evitar que hurtaran el cuerpo los discípulos de Jesús, y para que luego éstos no dijeran que Cristo “había resucitado de entre los muertos, al tercer día”, como ya este Señor lo había anunciado.

Hablamos de esta Muerte Preciosa de Cristo, a propósito de la reciente y grandiosa Fiesta de Muertos, y hacemos énfasis de lo que además Dios nos sigue narrando en Mateo 28:1-7, cuando al amanecer del tercer día de su Muerte hubo un gran terremoto, llegando después al sepulcro un ángel descendido del Cielo, quien removió la piedra de entrada, y dijo a los guardias, a María Magdalena y a otra María, que ahí se encontraban: “No temáis, ved que Jesús el crucificado no está aquí, pues ha resucitado. Id pronto y decidlo a sus discípulos”.

Cristo, por lo tanto, había vencido a la muerte, recuperando su vida física íntegramente en su cuerpo, y de esta manera acudió luego a reunirse con sus discípulos en Galilea, para compartir con ellos todo el gozo de su resurrección, y alentarlos, consolarlos y hablarles de toda su Potestad Divina tanto en el Cielo como en la Tierra, conforme a Mateo 28:16-20.

Porque Cristo murió por nuestros pecados, fue sepultado, y resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras, según 1 Corintios 15:3-4.

Estimado Lector: eres muy distinguido y apreciado por Cristo, quien te llama para hacer tuya su Muerte Perfecta, que significa Vida Eterna, con sólo decirle: “Mi Señor Dios Cristo, ¡SALVAME!, me arrepiento ante Ti de mis pecados, perdóname y límpiame con tu Sangre Divina derramada en la cruz del Calvario, creo en Ti y te recibo como Unico, Suficiente y Perfecto Salvador Personal”.

Muchas gracias, que Dios los bendiga. A sus órdenes mi teléfono el 815-39-7.


SU MUERTE ES PERFECTA!





DIOS EL PADRE ETERNO en Mateo 27:57-66 de la Biblia, nos narra los momentos posteriores a la Muerte Perfecta de Cristo en la cruz del Calvario, y refiere que, al llegar la noche de ese viernes terrorífico, José de Arimatea solicito a Pilato la entrega del cuerpo de Jesús, y que al serle concedida, envolvió el cuerpo en una sábana y lo llevó a un sepulcro donde lo depositó, cerrando luego su entrada con una gran piedra.

Pilato, al día siguiente, a petición de los principales judíos y fariseos puso guardias en el sepulcro para evitar que hurtaran el cuerpo los discípulos de Jesús, y para que luego éstos no dijeran que Cristo “había resucitado de entre los muertos, al tercer día”, como ya este Señor lo había anunciado.

Hablamos de esta Muerte Preciosa de Cristo, a propósito de la reciente y grandiosa Fiesta de Muertos, y hacemos énfasis de lo que además Dios nos sigue narrando en Mateo 28:1-7, cuando al amanecer del tercer día de su Muerte hubo un gran terremoto, llegando después al sepulcro un ángel descendido del Cielo, quien removió la piedra de entrada, y dijo a los guardias, a María Magdalena y a otra María, que ahí se encontraban: “No temáis, ved que Jesús el crucificado no está aquí, pues ha resucitado. Id pronto y decidlo a sus discípulos”.

Cristo, por lo tanto, había vencido a la muerte, recuperando su vida física íntegramente en su cuerpo, y de esta manera acudió luego a reunirse con sus discípulos en Galilea, para compartir con ellos todo el gozo de su resurrección, y alentarlos, consolarlos y hablarles de toda su Potestad Divina tanto en el Cielo como en la Tierra, conforme a Mateo 28:16-20.

Porque Cristo murió por nuestros pecados, fue sepultado, y resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras, según 1 Corintios 15:3-4.

Estimado Lector: eres muy distinguido y apreciado por Cristo, quien te llama para hacer tuya su Muerte Perfecta, que significa Vida Eterna, con sólo decirle: “Mi Señor Dios Cristo, ¡SALVAME!, me arrepiento ante Ti de mis pecados, perdóname y límpiame con tu Sangre Divina derramada en la cruz del Calvario, creo en Ti y te recibo como Unico, Suficiente y Perfecto Salvador Personal”.

Muchas gracias, que Dios los bendiga. A sus órdenes mi teléfono el 815-39-7.


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