¡APOCALIPSIS Y SALVACIÓN!
Dios el Padre Celestial en Apocalipsis capítulo 20:1-3 de la Biblia nos llama a considerar cómo un ángel suyo captura al final de este mundo y del universo mismo a Satanás, llamado también Diablo, Dragón o Serpiente Antigua y lo ata con una gran cadena por mil años y mediante una llave el ángel abre el pozo o abismo del infierno arrojando y encerrando ahí al Demonio a quien pone su sello para que no siga engañando más a los seres humanos.
Al respecto, Dios Cristo, previamente había derrotado con su sola presencia en la Batalla de Armagedón al propio Diablo, al Anticristo, a las bestias de éste, a los ángeles caídos y a los seres humanos que se habían aliado a estos engendros malignos al ser marcados con el número 666.
Por lo tanto, encerrado Satanás pierde el poder con el que había dominado con su maldad a sus seguidores de este planeta y ya no tiene facultad para transmitir sus abominaciones.
Dios, entonces, en lugar de este planeta permite la instalación de su Nueva Jerusalén Celestial bajada del Cielo cuyo gobierno ejercerá total e íntegramente el Señor Jesús como Dueño, Amo y Señor, Presidente y Administrador en esta Nueva Jerusalén Celestial, haciendo desaparecer toda injusticia, impunidad, explotación y corrupción, permitiendo a los habitantes de esta máxima ciudad bajada del Cielo no tener ninguna inducción o influencia maligna porque el Diablo estará atado y encadenado, y mediante esta privilegiada situación en esta Nación Divina Especial sus habitantes poseerán bienestar absoluto porque será algo parecido al Huerto del Edén en cuyo disfrute estuvieron Adán y Eva antes de caer en pecado.
En esta Nueva Nación Celestial es evidente que Dios transmitirá su Gracia o Amor Perfecto a sus creyentes conversos y salvos en Jesús, para amarle y servirle, antes de ingresarlos a su Cielo definitivamente.
Estimado Lector: eres muy distinguido y apreciado por Cristo, quien también te llama en Apocalipsis a ser salvo eternamente, si sólo le dices: “Mi Señor Dios Cristo, ¡SALVAME!, me arrepiento ante Ti de mis pecados, perdóname y límpiame con tu Sangre Divina derramada en la cruz del Calvario, creo en Ti y te recibo como Unico, Suficiente y Perfecto Salvador Personal”.
Muchas gracias, que Dios los bendiga ricamente, y si El permite continuaremos el viernes siguiente. Mi teléfono, es el 815-39-73.