/ domingo 26 de agosto de 2018

¿Carrera Loca?

Vivimos una carrera loca en y por la vida, donde nuestra voz interna nos maneja con dos frases: Puedes y Debes, vivimos siendo hijos, padres, esposos, hermanos, y amigos sin hacer una pausa para verificar qué significa cada uno de estos roles, eternamente nos sentimos responsables del centro del Universo y nos convertimos poco a poco en una casta de hombres y mujeres de hierro, aunque no somos todos los que estamos ni los que vivimos, no quiero segregar este grupo por su esfuerzo o por géneros o generaciones sino por ser un grupo caracterizado por hacer las cosas por propia elección y aunque cada uno carga con sus propias cuitas y experiencias, con sus propias frustraciones y anhelos sabiendo de antemano que no podemos ni debemos fallar aunque en ocasiones quisiéramos no existir y aunque para algunas personas hemos sido buenas personas, para otras no lo fuimos, por eso, en esta carrera loca de la vida de repente debemos hacer un alto para preguntarnos qué somos, qué hemos sido y qué debemos ser hoy para detener el paso de esta locura y tal vez iniciar una vida loca sin tantas carreras aunque la voz interna nos diga tienes que seguir y no debes fallar.

Vemos a hijos y nietos como nuestra responsabilidad y nos llega la formalidad de ser y hacer convirtiéndonos nuevamente y por decisión propia en proveedores del universo, de nuestro universo, seguros que no esperamos aplausos ni reconocimientos, y aparecen nuestros padres, los presentes y ausentes, a quienes con devoción amamos y cuidamos por pertenecer a esa generación de oro que se va y difícil será repetir y no esperamos tampoco agradecimientos, esperamos la simpleza del roce de una mano, del beso o la llamada de los hijos y nietos, esperamos las simplezas del compañero de vida, de ese que la rutina ha convertido en eso, rutina y no apasionamiento, esperamos la alegría de una mañana y la paz del silencio de la noche; hemos sido muchos títulos buscando acumular o merecer, dando sin dar lo mejor de nosotros mismos a quien debemos, a nosotros mismos, porque siempre damos a todos en el afán de cumplir en esa loca carrera donde el debes de y tienes que se convierten en prioridades y olvidamos ser felices porque esperamos las eternas recompensas del agradecimiento.

Vivimos esperando algo que los demás perciben como gratuito y obligatorio porque así debe ser, nosotros elegimos el rol de hombres y mujeres de hierro y quien nos conoce no imagina una lágrima o dolor en nosotros.

Por eso, hoy decidí hacer un alto y aunque sé que tal vez no es la primera vez que usted como yo nos hemos preguntado ocasionalmente y con vehemencia: ¿Qué soy? Y ¿Quién soy? El análisis me hace enfrentar la realidad que me dice: por elección me convertí en proveedor de los míos sin saber en qué momento dejé de ser mi centro, por eso ahora cuando veo que el teatro se queda vacío y sola estoy frente al espejo, yo, como tú, nos damos cuenta que no hay mas personas, ni cosas, ni riquezas, ni pobreza que alcancen para comprender el por qué lo vivido lo elegí de tal manera y, aunque tal vez, el destino me puso en circunstancias extrañas he sido yo, el dueño y protagonista de la historia y percibo como en un sueño que he sido novia, esposa y exesposa, hija y hermana, madre y amiga y al hacer el camino encuentro que qué suerte he tenido de nacer para cantar y arrullar la cuna, para aprender a escuchar y hablar con prudencia, para cuidar y devolver un poco de aquello que mis padres y hermanos me dieron y si, por haber nacido hoy me digo que soy una suertuda porque en este loco caminar por la vida tuve la fortuna de nacer para tener hijos y nietos y disfrutar el placer de un compañero en la etapa final de vida y amigos y enemigos que al final del camino comprendimos que probablemente no valió la pena las luchas y desgastes y mucho menos romper esa amistad.

Y ante esta suerte de nacer, supe que la vida nos da personas para crear relaciones correctas aun cuando éstas no siempre sean las personas adecuadas y no importan los principios tanto como los finales ya que somos nosotros quienes construimos muros que nos detienen y aíslan o tendemos puentes que nos permitan avanzar para llegar al final donde solo sea la gracia de DIOS la que nos mantenga vivos y mientras esto llega los invito a agradecer la suerte de haber nacido enviándome sus comentarios en angeldesofia@yahoo.com.mx
agradeciendo los recibidos.



Vivimos una carrera loca en y por la vida, donde nuestra voz interna nos maneja con dos frases: Puedes y Debes, vivimos siendo hijos, padres, esposos, hermanos, y amigos sin hacer una pausa para verificar qué significa cada uno de estos roles, eternamente nos sentimos responsables del centro del Universo y nos convertimos poco a poco en una casta de hombres y mujeres de hierro, aunque no somos todos los que estamos ni los que vivimos, no quiero segregar este grupo por su esfuerzo o por géneros o generaciones sino por ser un grupo caracterizado por hacer las cosas por propia elección y aunque cada uno carga con sus propias cuitas y experiencias, con sus propias frustraciones y anhelos sabiendo de antemano que no podemos ni debemos fallar aunque en ocasiones quisiéramos no existir y aunque para algunas personas hemos sido buenas personas, para otras no lo fuimos, por eso, en esta carrera loca de la vida de repente debemos hacer un alto para preguntarnos qué somos, qué hemos sido y qué debemos ser hoy para detener el paso de esta locura y tal vez iniciar una vida loca sin tantas carreras aunque la voz interna nos diga tienes que seguir y no debes fallar.

Vemos a hijos y nietos como nuestra responsabilidad y nos llega la formalidad de ser y hacer convirtiéndonos nuevamente y por decisión propia en proveedores del universo, de nuestro universo, seguros que no esperamos aplausos ni reconocimientos, y aparecen nuestros padres, los presentes y ausentes, a quienes con devoción amamos y cuidamos por pertenecer a esa generación de oro que se va y difícil será repetir y no esperamos tampoco agradecimientos, esperamos la simpleza del roce de una mano, del beso o la llamada de los hijos y nietos, esperamos las simplezas del compañero de vida, de ese que la rutina ha convertido en eso, rutina y no apasionamiento, esperamos la alegría de una mañana y la paz del silencio de la noche; hemos sido muchos títulos buscando acumular o merecer, dando sin dar lo mejor de nosotros mismos a quien debemos, a nosotros mismos, porque siempre damos a todos en el afán de cumplir en esa loca carrera donde el debes de y tienes que se convierten en prioridades y olvidamos ser felices porque esperamos las eternas recompensas del agradecimiento.

Vivimos esperando algo que los demás perciben como gratuito y obligatorio porque así debe ser, nosotros elegimos el rol de hombres y mujeres de hierro y quien nos conoce no imagina una lágrima o dolor en nosotros.

Por eso, hoy decidí hacer un alto y aunque sé que tal vez no es la primera vez que usted como yo nos hemos preguntado ocasionalmente y con vehemencia: ¿Qué soy? Y ¿Quién soy? El análisis me hace enfrentar la realidad que me dice: por elección me convertí en proveedor de los míos sin saber en qué momento dejé de ser mi centro, por eso ahora cuando veo que el teatro se queda vacío y sola estoy frente al espejo, yo, como tú, nos damos cuenta que no hay mas personas, ni cosas, ni riquezas, ni pobreza que alcancen para comprender el por qué lo vivido lo elegí de tal manera y, aunque tal vez, el destino me puso en circunstancias extrañas he sido yo, el dueño y protagonista de la historia y percibo como en un sueño que he sido novia, esposa y exesposa, hija y hermana, madre y amiga y al hacer el camino encuentro que qué suerte he tenido de nacer para cantar y arrullar la cuna, para aprender a escuchar y hablar con prudencia, para cuidar y devolver un poco de aquello que mis padres y hermanos me dieron y si, por haber nacido hoy me digo que soy una suertuda porque en este loco caminar por la vida tuve la fortuna de nacer para tener hijos y nietos y disfrutar el placer de un compañero en la etapa final de vida y amigos y enemigos que al final del camino comprendimos que probablemente no valió la pena las luchas y desgastes y mucho menos romper esa amistad.

Y ante esta suerte de nacer, supe que la vida nos da personas para crear relaciones correctas aun cuando éstas no siempre sean las personas adecuadas y no importan los principios tanto como los finales ya que somos nosotros quienes construimos muros que nos detienen y aíslan o tendemos puentes que nos permitan avanzar para llegar al final donde solo sea la gracia de DIOS la que nos mantenga vivos y mientras esto llega los invito a agradecer la suerte de haber nacido enviándome sus comentarios en angeldesofia@yahoo.com.mx
agradeciendo los recibidos.