/ domingo 18 de agosto de 2019

Artículo Dominical

EXISTE LA PERFECCIÓN, PERO NO LOS HOMBRES PERFECTOS

Los hombres, anhelamos encontrar a un ser perfecto. Porque siempre buscamos lo mejor. Y por eso, alguien definió al hombre, como el eterno insatisfecho.

Por esa razón, hay hombres decepcionados, que se pasaron la vida buscando entre los hombres, a un ser extraordinario; muchos, perdieron hasta la fe, al sentirse decepcionados por los mismos hombres.

Pero, no hay que olvidar, que el hombre no es perfecto. Esto, hay que buscarlo más allá de lo humano. Lo perfecto existe; pero trasciende al hombre.

Alguien dijo: “No se trata de encontrar a una persona extraordinaria; se trata de encontrar algo extraordinario en una persona ordinaria”.(El principito).

Lo extraordinario, se mira a través del hombre, pero va más allá del mismo. Ya que el hombre nunca estará completo; porque algo le va a faltar. Pero no te fijes en lo que falta, admira lo que hay.

Por desgracia, cuando vemos las cualidades de alguien, al instante juzgamos sus defectos. Ya éstos, les damos tanta importancia, que hasta llegamos anegarlo bueno que hay en el hombre.

Y la oscuridad de nuestros ojos, nos impide aceptar, lo extraordinario que hay en la persona.

Cada persona, a pesar de sus defectos, tiene algo de extraordinario.

Ya os dice San Pablo: “Pero llevamos este tesoro en recipientes de barro para que aparezca que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de nosotros”. ( 2Cor. 4,7).

Los hombres fallan, pero Dios no. Y el hombre, aun siendo de barro, tiene grandes cualidades. Y éstas, tienen su origen en Dios.

Por eso, Pablo nos dice que somos de barro. Y el barro, siempre está en riesgo de romperse; y pues, de eso estamos hechos, pero tenemos algo

extraordinario.

Y como decía Pascal, somos una caña pensante: frágiles y quebradizos; pero con la capacidad de discernir, y de hacer obras maravillosas.

Por eso, no dejes que la maldad humana, te empuje a dudar de la bondad divina.

El hombre tiene capacidad para hacer el bien; pero se resiste a hacerlo, y termina haciendo daño. Pero, en el hombre hay bondad, y ésta, procede de un ser bondadoso, al que todos llamamos Dios.

No porque el hombre sea imperfecto, lo vamos a dejar de amar. Porque tú necesitas dar amor, y el otro necesita ser amado.

Si existiera el hombre perfecto, caeríamos en el pecado de la idolatría; porque adoraríamos al hombre, y nos olvidaríamos de Dios.

No porque los hombres sean imperfectos, vamos a negar que existe la perfección. Pero ésta, hay que buscarla en Dios.

Y si algún humano, llegara a ser perfecto, entonces podríamos afirmar: que éste, ha dejado de ser hombre.

EXISTE LA PERFECCIÓN, PERO NO LOS HOMBRES PERFECTOS

Los hombres, anhelamos encontrar a un ser perfecto. Porque siempre buscamos lo mejor. Y por eso, alguien definió al hombre, como el eterno insatisfecho.

Por esa razón, hay hombres decepcionados, que se pasaron la vida buscando entre los hombres, a un ser extraordinario; muchos, perdieron hasta la fe, al sentirse decepcionados por los mismos hombres.

Pero, no hay que olvidar, que el hombre no es perfecto. Esto, hay que buscarlo más allá de lo humano. Lo perfecto existe; pero trasciende al hombre.

Alguien dijo: “No se trata de encontrar a una persona extraordinaria; se trata de encontrar algo extraordinario en una persona ordinaria”.(El principito).

Lo extraordinario, se mira a través del hombre, pero va más allá del mismo. Ya que el hombre nunca estará completo; porque algo le va a faltar. Pero no te fijes en lo que falta, admira lo que hay.

Por desgracia, cuando vemos las cualidades de alguien, al instante juzgamos sus defectos. Ya éstos, les damos tanta importancia, que hasta llegamos anegarlo bueno que hay en el hombre.

Y la oscuridad de nuestros ojos, nos impide aceptar, lo extraordinario que hay en la persona.

Cada persona, a pesar de sus defectos, tiene algo de extraordinario.

Ya os dice San Pablo: “Pero llevamos este tesoro en recipientes de barro para que aparezca que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de nosotros”. ( 2Cor. 4,7).

Los hombres fallan, pero Dios no. Y el hombre, aun siendo de barro, tiene grandes cualidades. Y éstas, tienen su origen en Dios.

Por eso, Pablo nos dice que somos de barro. Y el barro, siempre está en riesgo de romperse; y pues, de eso estamos hechos, pero tenemos algo

extraordinario.

Y como decía Pascal, somos una caña pensante: frágiles y quebradizos; pero con la capacidad de discernir, y de hacer obras maravillosas.

Por eso, no dejes que la maldad humana, te empuje a dudar de la bondad divina.

El hombre tiene capacidad para hacer el bien; pero se resiste a hacerlo, y termina haciendo daño. Pero, en el hombre hay bondad, y ésta, procede de un ser bondadoso, al que todos llamamos Dios.

No porque el hombre sea imperfecto, lo vamos a dejar de amar. Porque tú necesitas dar amor, y el otro necesita ser amado.

Si existiera el hombre perfecto, caeríamos en el pecado de la idolatría; porque adoraríamos al hombre, y nos olvidaríamos de Dios.

No porque los hombres sean imperfectos, vamos a negar que existe la perfección. Pero ésta, hay que buscarla en Dios.

Y si algún humano, llegara a ser perfecto, entonces podríamos afirmar: que éste, ha dejado de ser hombre.