/ domingo 28 de julio de 2019

Artículo Dominical

El otro, es el espejo de tu realidad

¡Qué trabajo nos cuesta entender a los demás! El otro, nos es inexplicable. Pero tal parece, que hemos olvidado lo qué es el hombre: un ser incomprensible y misterioso.

Hay algo más, que también hemos olvidado: que nosotros, también somos algo absurdo para los demás. Sería necesario tratar de entendernos, para así, poder entender al que vive contigo. ¿Cómo queremos entender al otro?, si ni siquiera hemos tratado de entendernos a nosotros mismos.

Si hiciéramos introspección, y volviéramos la mirada hacia nuestro “YO INTERNO”, entonces caeríamos en la cuenta, de que hacemos lo mismo que juzgamos. Y esto mismo, es lo que del otro no entendemos.

Porque se necesita reconocer, que el otro, es mi propio espejo; y en él, me descubro a mí mismo. Pero, nos da miedo mirarnos al espejo; porque no quisiéramos tener que ver algunas imperfecciones, que nos cuesta trabajo tener que aceptar.

Alguien dijo, que lo que te choca, es lo que te checa. Es decir, aquellos que nos molesta en los demás, es quizá, lo que no quisiéramos ver en nosotros. Y por eso, el otro es el espejo donde me siento descubierto.

Mirar al otro, es como sentirme obligado a mirarme en el espejo. Y así, tener que ver lo que no quiero, por miedo a ser lastimado.

Pero, bien decía Sócrates, que para conocer al otro, hay que considerar la frase de Delfos: “Conócete a ti mismo”. Y esto, porque jamás conoceré al otro, hasta que no comience por saber de mí mismo.

Y si me quejo, de que el otro es de tal forma, tendría que preguntarme, por qué yo soy de esa manera; y en mí, encontraré la respuesta que ando buscando en el otro.

Porque las verdades más profundas, no están fuera de nosotros. Esas verdades, están en el interior de uno mismo; y desde ahí, hay que hacer que salgan. Busca pues, dentro de ti, las respuestas que el mundo jamás podrá darte.

Erich Fromm, reafirma la frase: “Conócete a tí mismo”. Porque solo así, podrás conocer a los demás para poder entenderlos; busca en ti la explicación, y ahí encontrarás la respuesta.

El “Conócete a ti mismo”, es la llave para entrar al mundo de la sabiduría humana; y si empiezas por tratar de conocerte, vencerás la curiosidad de querer entender a los demás.

El otro, es el espejo de tu realidad

¡Qué trabajo nos cuesta entender a los demás! El otro, nos es inexplicable. Pero tal parece, que hemos olvidado lo qué es el hombre: un ser incomprensible y misterioso.

Hay algo más, que también hemos olvidado: que nosotros, también somos algo absurdo para los demás. Sería necesario tratar de entendernos, para así, poder entender al que vive contigo. ¿Cómo queremos entender al otro?, si ni siquiera hemos tratado de entendernos a nosotros mismos.

Si hiciéramos introspección, y volviéramos la mirada hacia nuestro “YO INTERNO”, entonces caeríamos en la cuenta, de que hacemos lo mismo que juzgamos. Y esto mismo, es lo que del otro no entendemos.

Porque se necesita reconocer, que el otro, es mi propio espejo; y en él, me descubro a mí mismo. Pero, nos da miedo mirarnos al espejo; porque no quisiéramos tener que ver algunas imperfecciones, que nos cuesta trabajo tener que aceptar.

Alguien dijo, que lo que te choca, es lo que te checa. Es decir, aquellos que nos molesta en los demás, es quizá, lo que no quisiéramos ver en nosotros. Y por eso, el otro es el espejo donde me siento descubierto.

Mirar al otro, es como sentirme obligado a mirarme en el espejo. Y así, tener que ver lo que no quiero, por miedo a ser lastimado.

Pero, bien decía Sócrates, que para conocer al otro, hay que considerar la frase de Delfos: “Conócete a ti mismo”. Y esto, porque jamás conoceré al otro, hasta que no comience por saber de mí mismo.

Y si me quejo, de que el otro es de tal forma, tendría que preguntarme, por qué yo soy de esa manera; y en mí, encontraré la respuesta que ando buscando en el otro.

Porque las verdades más profundas, no están fuera de nosotros. Esas verdades, están en el interior de uno mismo; y desde ahí, hay que hacer que salgan. Busca pues, dentro de ti, las respuestas que el mundo jamás podrá darte.

Erich Fromm, reafirma la frase: “Conócete a tí mismo”. Porque solo así, podrás conocer a los demás para poder entenderlos; busca en ti la explicación, y ahí encontrarás la respuesta.

El “Conócete a ti mismo”, es la llave para entrar al mundo de la sabiduría humana; y si empiezas por tratar de conocerte, vencerás la curiosidad de querer entender a los demás.