/ domingo 20 de enero de 2019

Artículo Dominical

¿A QUIÉN LE VAMOS A CREER?

La fe es fundamental para la vida, y el que no cree en Dios, termina creyendo en la mentira

Dios nunca miente, pero el exceso de información, sin formación, nos vuelve incrédulos

Por P. Chava

En este mundo vivimos rodeados de misterios, y en realidad, es poco lo que sabemos, y mucho lo que ignoramos. Y más aún, creemos que sabemos mucho, pero en realidad sabemos poco.

Qué razón tenía Sócrates, cuando afirmó: “Yo sólo sé, que no sé nada”. Éste, es un acto de humildad que nos lleva a la verdad. Porque aquel que cree saberlo todo, ya no le interesa conocer nada.

Pero el hombre necesita saber, así como necesita dormir y comer. Aunque no es necesario saberlo todo, sólo lo suficiente para poder vivir; porque todo debe estar en equilibrio.

A nuestro alrededor suceden cosas que no vemos; y si las vemos, trabajo nos cuesta entenderlas. Pero no es necesario tener que comprenderlo todo. Porque nunca terminaríamos de entender. Y el remedio ante la incertidumbre, es la certeza de la fe.

Dios sólo nos da a conocer lo que necesitamos saber para bien vivir. Y ante tantos misterios, hay que hacer un acto de fe, para seguir adelante.

Pero hay que estar conscientes, y saber en quien ponemos nuestra fe. Es decir, a quien le vamos a dar crédito. Porque cada quien tiene su creencia; unos creen en la ciencia, otros en el hombre, y otros más creen en Dios.

Cuando creemos en alguien, aceptamos su palabra como verdad. Pero quién le cree al hombre de manera absoluta, entonces está corriendo el riesgo de creer en la mentira.

Hoy, como nunca, estamos en riesgo de perder la fe. Porque tanta información, hace que la vida se vuelva más confusa.

El exceso de información, sin formación, nos vuelve incrédulos. Por eso, la gente que menos sabe, es la que más se alimenta de la fe.

Y cuando nos saturamos de información, empezamos a dudar de todo. Y eso, está poniendo en riesgo nuestra capacidad de confiar.

Hoy, contamos con una infinidad de fuentes de información. Y en las redes sociales se crean situaciones ficticias, que nada tienen que ver con la realidad; vivimos en un mundo virtual, con poco fundamento en la realidad.

Algunos crean mundos artificiales a base de mentiras. Y ésta, es el arma de los astutos. Vivir en la ficción, nos hace perder el rumbo.

En estos tiempos, la tecnología avanzada nos facilita la información; pero el exceso nos lleva a caer en la deformación. Es decir, el exceso de información nos deja sumergidos en la ignorancia; porque ya no sabemos lo que es verdad, y trabajo nos cuesta, confiar en alguien.

Por eso, hoy más que nunca tendremos que preguntarnos: ¿A quién le vamos a creer? Es cierto, que no es fácil creer en lo que es humano. Ya que el hombre es débil y es propenso a la mentira.

Pero la fe, es necesaria para vivir; y no hay que dejarla perder. Pero hay que saber en dónde ponemos nuestra fe.

Y la única fe que se sostiene en una base firme, es la que ponemos en Dios. Porque Él, es el único ser que nunca miente; Él es camino y verdad.

Dios no necesita resguardarse en una mentira; no es imperfecto, ni necesita hacer daño, ni valerse de un engaño. En Dios, todo es veraz.

Por eso, aunque hay misterios que nunca lograremos entender, hay que confiar en Dios, que siempre nos va a proteger de aquello que ignoramos.

Pero muchos se niegan a creer en Dios, y acaban poniendo su confianza en el hombre. Y bien sabemos, que el que confía en el hombre, acaba decepcionado.

La fe es fundamental para la vida, y el que no cree en Dios, termina creyendo en la mentira. No por nada dice el dicho: “El que no conoce a Dios, dondequiera se anda hincando”.


¿A QUIÉN LE VAMOS A CREER?

La fe es fundamental para la vida, y el que no cree en Dios, termina creyendo en la mentira

Dios nunca miente, pero el exceso de información, sin formación, nos vuelve incrédulos

Por P. Chava

En este mundo vivimos rodeados de misterios, y en realidad, es poco lo que sabemos, y mucho lo que ignoramos. Y más aún, creemos que sabemos mucho, pero en realidad sabemos poco.

Qué razón tenía Sócrates, cuando afirmó: “Yo sólo sé, que no sé nada”. Éste, es un acto de humildad que nos lleva a la verdad. Porque aquel que cree saberlo todo, ya no le interesa conocer nada.

Pero el hombre necesita saber, así como necesita dormir y comer. Aunque no es necesario saberlo todo, sólo lo suficiente para poder vivir; porque todo debe estar en equilibrio.

A nuestro alrededor suceden cosas que no vemos; y si las vemos, trabajo nos cuesta entenderlas. Pero no es necesario tener que comprenderlo todo. Porque nunca terminaríamos de entender. Y el remedio ante la incertidumbre, es la certeza de la fe.

Dios sólo nos da a conocer lo que necesitamos saber para bien vivir. Y ante tantos misterios, hay que hacer un acto de fe, para seguir adelante.

Pero hay que estar conscientes, y saber en quien ponemos nuestra fe. Es decir, a quien le vamos a dar crédito. Porque cada quien tiene su creencia; unos creen en la ciencia, otros en el hombre, y otros más creen en Dios.

Cuando creemos en alguien, aceptamos su palabra como verdad. Pero quién le cree al hombre de manera absoluta, entonces está corriendo el riesgo de creer en la mentira.

Hoy, como nunca, estamos en riesgo de perder la fe. Porque tanta información, hace que la vida se vuelva más confusa.

El exceso de información, sin formación, nos vuelve incrédulos. Por eso, la gente que menos sabe, es la que más se alimenta de la fe.

Y cuando nos saturamos de información, empezamos a dudar de todo. Y eso, está poniendo en riesgo nuestra capacidad de confiar.

Hoy, contamos con una infinidad de fuentes de información. Y en las redes sociales se crean situaciones ficticias, que nada tienen que ver con la realidad; vivimos en un mundo virtual, con poco fundamento en la realidad.

Algunos crean mundos artificiales a base de mentiras. Y ésta, es el arma de los astutos. Vivir en la ficción, nos hace perder el rumbo.

En estos tiempos, la tecnología avanzada nos facilita la información; pero el exceso nos lleva a caer en la deformación. Es decir, el exceso de información nos deja sumergidos en la ignorancia; porque ya no sabemos lo que es verdad, y trabajo nos cuesta, confiar en alguien.

Por eso, hoy más que nunca tendremos que preguntarnos: ¿A quién le vamos a creer? Es cierto, que no es fácil creer en lo que es humano. Ya que el hombre es débil y es propenso a la mentira.

Pero la fe, es necesaria para vivir; y no hay que dejarla perder. Pero hay que saber en dónde ponemos nuestra fe.

Y la única fe que se sostiene en una base firme, es la que ponemos en Dios. Porque Él, es el único ser que nunca miente; Él es camino y verdad.

Dios no necesita resguardarse en una mentira; no es imperfecto, ni necesita hacer daño, ni valerse de un engaño. En Dios, todo es veraz.

Por eso, aunque hay misterios que nunca lograremos entender, hay que confiar en Dios, que siempre nos va a proteger de aquello que ignoramos.

Pero muchos se niegan a creer en Dios, y acaban poniendo su confianza en el hombre. Y bien sabemos, que el que confía en el hombre, acaba decepcionado.

La fe es fundamental para la vida, y el que no cree en Dios, termina creyendo en la mentira. No por nada dice el dicho: “El que no conoce a Dios, dondequiera se anda hincando”.