/ domingo 2 de diciembre de 2018

Artículo Dominical

HAY QUE SABER VIVIR, AÚN CON LO INESPERADO

Nada nos debe llevar a perder la esperanza

Por P. Chava

El hombre vive desilusión por lo que espera, pero no siempre llega lo esperado. Hay veces que lo que viene no es lo que esperábamos y una de las cosas que más nos atemorizan es tener que hacerle frente a lo inesperado.

Ya lo decía Ortega, que la vida no admite ensayo previo; vivimos en el drama de la existencia y no hay ensayo para la vida y por eso se cometen tantos errores.

Nuestro único libreto son las suposiciones. Es decir, tan solo contamos con lo que suponemos que ha de suceder; pero no es seguro que todo pase tal y como lo esperamos.

La vida está hecha de momentos inesperados; pero no por eso tenemos que detenerla. Ya lo decía Ortega, que la vida es improvisación; muy semejante a una puesta en escena, donde puede suceder lo inesperado, algo no escrito en el libreto. Pero esa, no es razón para detener la escena; la obra deberá continuar.

Entonces, se tendrá que improvisar, para no tener que detenerse. Y por eso mismo, hay que vivir con lo inesperado. Y seguir como si eso ya se hubiera contemplado; aunque no lo hubiéramos pensado.

Pues lo mismo pasa con nuestra vida. Tenemos que aprender a vivir con lo que no esperábamos. Y por eso, es necesario improvisar. Pero tal situación, no nos debe llevar a perder la esperanza. El hombre debe seguir viviendo, a pesar de lo imprevisto.

En el camino de la vida, algo llega y alguien se va. Pero así, hay que aprender a vivir.

Toda nuestra vida es un camino por recorrer; una ruta desconocida, donde no sabemos con qué o con quién nos vamos a encontrar. Pero no por eso, hay que dejar que lo inesperado arruine nuestro ánimo y detenga nuestro andar; no hay que dejar de esperar, a pesar de lo inesperado.


HAY QUE SABER VIVIR, AÚN CON LO INESPERADO

Nada nos debe llevar a perder la esperanza

Por P. Chava

El hombre vive desilusión por lo que espera, pero no siempre llega lo esperado. Hay veces que lo que viene no es lo que esperábamos y una de las cosas que más nos atemorizan es tener que hacerle frente a lo inesperado.

Ya lo decía Ortega, que la vida no admite ensayo previo; vivimos en el drama de la existencia y no hay ensayo para la vida y por eso se cometen tantos errores.

Nuestro único libreto son las suposiciones. Es decir, tan solo contamos con lo que suponemos que ha de suceder; pero no es seguro que todo pase tal y como lo esperamos.

La vida está hecha de momentos inesperados; pero no por eso tenemos que detenerla. Ya lo decía Ortega, que la vida es improvisación; muy semejante a una puesta en escena, donde puede suceder lo inesperado, algo no escrito en el libreto. Pero esa, no es razón para detener la escena; la obra deberá continuar.

Entonces, se tendrá que improvisar, para no tener que detenerse. Y por eso mismo, hay que vivir con lo inesperado. Y seguir como si eso ya se hubiera contemplado; aunque no lo hubiéramos pensado.

Pues lo mismo pasa con nuestra vida. Tenemos que aprender a vivir con lo que no esperábamos. Y por eso, es necesario improvisar. Pero tal situación, no nos debe llevar a perder la esperanza. El hombre debe seguir viviendo, a pesar de lo imprevisto.

En el camino de la vida, algo llega y alguien se va. Pero así, hay que aprender a vivir.

Toda nuestra vida es un camino por recorrer; una ruta desconocida, donde no sabemos con qué o con quién nos vamos a encontrar. Pero no por eso, hay que dejar que lo inesperado arruine nuestro ánimo y detenga nuestro andar; no hay que dejar de esperar, a pesar de lo inesperado.