/ domingo 27 de mayo de 2018

Artículo Dominical

NO NOS PERDAMOS EL GOZO DE ESPERAR

Y si no tenemos nada que esperar, entonces, ¿Qué nos queda por vivir?

Por: Pbro. Lic. Salvador González Vásquez

En esta vida andamos de paso, por tanto nada está fijo, y la vida se encuentra en constante movimiento. Esta vida, que es temporal, es un largo o corto viaje, y por eso, todo es pasajero. Pero hay momentos, en que intentamos quedarnos a mitad del camino. Y cuando esto sucede, es porque se va perdiendo la esperanza.

No hay que olvidar, que en esta vida, no todo está acabado y todo lo que hacemos forma parte de un proceso. Nadie debe decir que ya llegó a su fin, porque el término de nuestra vida no depende de nosotros.

En esta vida, siempre queda algo por esperar. No por nada dice el dicho: que, “mientras hay vida, hay esperanza”. Y se goza más con la espera, que con lo que ya se tiene. Porque el gozo que trae la esperanza, no se compara con la llegada de lo que se esperaba; sobre todo, cuando lo que ha llegado, no es precisamente lo que esperábamos. Y eso, es una invitación a no dejar de esperar; si lo que ahora tenemos, no nos llena, hay que seguir esperando, para llenar esa carencia con la dulzura de la espera.

Por desgracia, en estos tiempos el hombre ha rechazado la virtud de la esperanza. Ya que todo lo obtiene de forma instantánea. El hombre se ha convertido en un ser desesperado; que no tolera la paciencia de la espera. Y como la técnica avanzada nos proporciona todo de forma instantánea, eso nos agota paciencia.

Pero, en un mundo donde todo es inmediato ¿Qué nos queda ya por esperar? Y si no tenemos nada que esperar, entonces, ¿Qué nos queda por vivir? Cuando bien sabemos, que en esta vida, vivimos de la esperanza.

El hombre, no solo es materia, también es espíritu. Y éste, necesita ser alimentado. Porque cuando el hombre logra un bienestar, surgen otros malestares que no se remedian con bienes materiales. Y las carencias del Espíritu, solo se llenan con los bienes del Espíritu, y uno de esos bienes, es la virtud de la esperanza.

La virtud de esperares tan grande, que hay que pedírsela a Dios. Porque solo con esperanza podremos vivir en paz. Ya que la falta de paz, es un impedimento para la espera, y la desesperación nos lleva a cometer errores.

Paz, significa totalidad; y como en esta vida nunca vamos a tenerlo todo, entonces necesitamos de la esperanza; para poder experimentar anticipadamente, de la presencia de lo que está por venir.


NO NOS PERDAMOS EL GOZO DE ESPERAR

Y si no tenemos nada que esperar, entonces, ¿Qué nos queda por vivir?

Por: Pbro. Lic. Salvador González Vásquez

En esta vida andamos de paso, por tanto nada está fijo, y la vida se encuentra en constante movimiento. Esta vida, que es temporal, es un largo o corto viaje, y por eso, todo es pasajero. Pero hay momentos, en que intentamos quedarnos a mitad del camino. Y cuando esto sucede, es porque se va perdiendo la esperanza.

No hay que olvidar, que en esta vida, no todo está acabado y todo lo que hacemos forma parte de un proceso. Nadie debe decir que ya llegó a su fin, porque el término de nuestra vida no depende de nosotros.

En esta vida, siempre queda algo por esperar. No por nada dice el dicho: que, “mientras hay vida, hay esperanza”. Y se goza más con la espera, que con lo que ya se tiene. Porque el gozo que trae la esperanza, no se compara con la llegada de lo que se esperaba; sobre todo, cuando lo que ha llegado, no es precisamente lo que esperábamos. Y eso, es una invitación a no dejar de esperar; si lo que ahora tenemos, no nos llena, hay que seguir esperando, para llenar esa carencia con la dulzura de la espera.

Por desgracia, en estos tiempos el hombre ha rechazado la virtud de la esperanza. Ya que todo lo obtiene de forma instantánea. El hombre se ha convertido en un ser desesperado; que no tolera la paciencia de la espera. Y como la técnica avanzada nos proporciona todo de forma instantánea, eso nos agota paciencia.

Pero, en un mundo donde todo es inmediato ¿Qué nos queda ya por esperar? Y si no tenemos nada que esperar, entonces, ¿Qué nos queda por vivir? Cuando bien sabemos, que en esta vida, vivimos de la esperanza.

El hombre, no solo es materia, también es espíritu. Y éste, necesita ser alimentado. Porque cuando el hombre logra un bienestar, surgen otros malestares que no se remedian con bienes materiales. Y las carencias del Espíritu, solo se llenan con los bienes del Espíritu, y uno de esos bienes, es la virtud de la esperanza.

La virtud de esperares tan grande, que hay que pedírsela a Dios. Porque solo con esperanza podremos vivir en paz. Ya que la falta de paz, es un impedimento para la espera, y la desesperación nos lleva a cometer errores.

Paz, significa totalidad; y como en esta vida nunca vamos a tenerlo todo, entonces necesitamos de la esperanza; para poder experimentar anticipadamente, de la presencia de lo que está por venir.